Durante décadas, "Los Matatigres" operaron en Lomas de Zamora como un clan que se dedicaba a la delincuencia en todas sus ramas como empresa familiar. Por esa razón, fueron considerados una de las bandas delictivas más peligrosas de la provincia de Buenos Aires, hasta que, de a poco, fueron perdiendo poder con la caída de sus principales jefes.

Sin embargo, lejos de resignarse, muchos integrantes de las generaciones siguientes de la familia se adaptaron al contexto actual y mutaron en sus características históricas, con más detenciones a cuestas que diezmaron sus filas, aunque son muchos los vecinos del barrio Santa Rita, principal zona de influencia del grupo, que afirman que todavía no fueron desarticulados completamente. 

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Actualmente, cuatro de sus miembros esperan a ser juzgados en los Tribunales de Lomas, mientras permanecen detenidos desde junio de 2022, cuando cayeron durante un operativo de la Policía bonaerense que significó el último duro golpe al clan: se trata de los supuestos cabecillas actuales Margarita Antonia Souza, alías "la Tía", y Julio César Rico, alías “el Culón”; y de Gabriel Alejandro Silva, y Hernán Ezequiel Cabrera, quienes serían parte de la segunda línea.

Fuentes judiciales informaron a Política del Sur que los cuatro serán llevados a juicio, acusados de formar una organización criminal dedicada a la venta de drogas como principal modalidad delictiva, aunque no se descarta que durante el proceso judicial que será llevado adelante por los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 10, se les atribuyan otros hechos que podrían ser comprobados.

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Según pudo averiguar este medio, tres de los imputados serán enjuiciados por el delito de tenencia ilegal de estupefacientes con fines de comercialización, agravado por la intervención organizada de tres o más personas. No obstante, a Souza también se la acusa del delito de tenencia ilegal de arma de guerra, según convalidó el Juzgado de Garantías 6 a cargo de la causa.

Durante el operativo realizado en junio pasado en busca de desbaratar a la banda, los efectivos policiales que encabezaron los allanamientos tenían la orden de capturar a Julio César Rico, conocido como "el Culón". El hombre había salido hacía poco tiempo de la cárcel, donde había cumplido una condena por tráfico de drogas. Sin embargo, esa estadía en prisión no le habría bastado para cambiar su vida.

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Su presencia alertó a la gente de la zona, que rápidamente notaron los movimientos típicos de un narcotraficante y realizaron las denuncias correspondientes, que finalmente dieron como resultado la orden de captura para el principal sospechoso, aunque fueron detenidos los demás involucrados: uno de ellos, Hernán Cabrera, alias "el Flaco", recibió un impacto de bala en el hombro derecho y tuvo que ser llevado al Hospital Gandulfo, producto de un enfrentamiento armado con los policías.

El día del allanamiento, los uniformados incautaron un total de 608 dosis de paco, un ladrillo de marihuana de 500 gramos; dos balanzas de precisión; elementos de corte como un rallador y cuchillos con vestigios de sustancia. Además, secuestraron una pistola calibre 45 con numeración del ejército argentino con siete municiones y un revólver calibre 32 largo con seis proyectiles.