jueves 25 de abril de 2024 - Edición Nº1968

Lomas de Zamora | 6 ago 2019

ELECCIONES 2019

La insólita estrategia de hacer campaña tomando café

Lo más novedoso que trajo la campaña electoral de Juntos por el Cambio en Lomas de Zamora fue la convocatoria a compartir un café con su precandidato a intendente, el concejal Gabriel Mercuri. Lejos de la efervescencia explosiva que podría tener una campaña polarizada, el dirigente “sin tierra”  eligió el perfil bajo y cierta austeridad (¿obligada?) para compartir sus propuestas en una elección donde nada permite pensar que Martín Insaurralde no sea reelecto.


Por: Walter Sosa

La primera vez que Gabriel Mercuri integró una nómina electoral fue en 2005, cuando su nombre figuró con la postulación a primer concejal suplente por el Frente Justicialista, quien llevaba en la cúspide de nominados a, nada más y nada menos que al actual presidente del Concejo Deliberante y precandidato a renovar su cargo por el Frente de Todos, Santiago “Beto” Carasatorre.

 

Tuvieron que pasar cuatro años para tener una chance de ingresar al salón San Martín, fue al encabezar la lista de concejales por el Partido Federal. Con el 16,6 por ciento de los votos logró tres escaños para su espacio.

 

La nomenclatura que utilizó para nombrar a sus bloques varió a la par de la volatilidad de las alianzas que tejió.

 

En 2013 renovó su cargo con el Frente Renovador al obtener un para nada despreciable segundo lugar con casi 32 puntos, los cuales lo posicionaron como el principal opositor del intendente Martín Insaurralde. A base de rechazos y contrapropuestas en el HCD, el mercurismo del siglo XXI comenzó a narrarse a sí mismo en una suerte de insistente apelación a la adversidad y tejidos con el peronismo no kirchnerista o cualquier cosa que se le parezca en la fauna de la oposición. 

 

Cuando todo parecía indicar que el jardinero de Banfield -por el ex delantero de la Selección Argentina Julio Cruz, tal vez protagonista de uno de los mayores fracasos tácticos de José Pekerman- se convertiría en el representante de Mauricio Macri en el distrito, Mercuri levantó la mano y ofreció el legado de su padre: un armado con cierto grado de territorialidad. Y ese fue uno de los factores que junto a la capacidad de ponerse la pechera del PRO posibilitaron su contundente triunfo en la PASO frente al radical Marcelo Pellegrini.  

 

En 2015, un 26,8 por ciento del electorado lomense optaría por Cambiemos. El número sabe a poco si se lo compara con el 47,7 por ciento obtenido por el Frente para la Victoria, pero dejó asentada una tendencia creciente en la oposición local que se ratificaría en 2017 con el 34,7 por ciento de los votos. 

 

Ahora bien, lejos de pensar que dicha tendencia podría incrementarse, la delicada situación económica devenida por las políticas implementadas por Mauricio Macri a nivel nacional y replicadas en el orden provincial le juegan en contra a todos los que quieran convertirse en jefes comunales bajo el sello de la alianza hoy bautizada Juntos por el Cambio. Ni el asfalto por el cual se jacta la gobernadora María Eugenia Vidal podría hacerles subir el número.

 

De hecho, el jefe de Gabinete lomense, Guillermo Viñuales, señaló que los 45 puntos de la última elección obtenidos por el insaurraldismo “serán el piso”. “El techo puede superar los 60 puntos”, dicen algunos dirigentes del oficialismo local. 

 

El arrastre nacional y provincial no es el viento en contra para Gabriel Mercuri. Hay algunas rispideces, o mejor dicho, inquietudes por parte de algunos “correligionarios”. La primera de ellas se hizo pública en el primer trimestre del año con un cartel enorme en Laprida y Pavón con la cara de, nada más y nada menos, Marcelo Pellegrini. Las intenciones del radical duraron menos de un otoño, se disiparon fugazmente. No obstante, desde el día cero tenía olor a cierta estrategia por parte del exconcejal radical.

 

Una lectura que hizo un edil del bloque Cambiemos es que esa actitud “fue nada más para posicionarse y tratar de buscar alguna candidatura, ya sea a nivel seccional o local”. Desde Provincia, el subsecretario de Gobierno y Asuntos municipales, Alex Campbell, y el senador Walter Lanaro, articulador del macrismo en la Tercera Sección Electoral, nunca mostraron dudas: “El único candidato es Gabriel”, dijeron.

 

Pero llegó la rendición de cuentas y con ella se vieron otros trapitos al sol. El concejal José Coba votaría a favor del expediente enviado por el Ejecutivo de Insaurralde. La situación sería consecuencia de “lecturas propias” por parte del edil y de las hostilidades que el kinesiólogo tuviera con Mercuri. Luego se supo según la versión de alguno de sus compañeros de bancada. El “voto no negativo” derivó no sólo en la ruptura del espacio y en la constitución de un monobloque por parte de Coba, sino también hasta en su propia precandidatura a intendente por el Partido Federal Renovador. (Nota del redactor: recordar elección 2009).

 

A esto se le sumaron las críticas de la concejal Silvia Sierra, representante del PRO en Lomas de Zamora. La edil macrista, precandidata a renovar su cargo en estos comicios, puso en duda que Mercuri estuviese en las filas puras del partido creado por Mauricio Macri. Afirmó que los dirigentes de Juntos por el Cambio que le responden “no están en el padrón de afiliados al PRO de Lomas de Zamora”. Remarcó, además, que este sector “siempre se dijo peronista y no tiene por qué cambiar”.

 

En este contexto, el presidente del bloque Cambiemos y hombre encolumnado en el mercurismo, Diego Cordera, manifestó sus inquietudes y deslizó: “Es raro que se cuestione si formamos parte del PRO.”

 

En efecto, Gabriel Mercuri se ve condicionado por factores externos, como pueden ser la buena recepción que tiene, en líneas generales, la gestión Insaurralde y el arrastre negativo que conlleva la figura presidencial. Sumado a esto, los desgastes internos y desprendimientos de antiguos aliados. 

 

 

En definitiva, la estrategia de campaña que en distritos como Avellaneda o Lanús o mismo en Provincia y Nación se dan con cierto sesgo de agresividad, en el sentido imperante de la palabra, en Lomas de Zamora se da con otro tono, tal vez inverso. Las recorridas armadas por los barrios son moneda corriente.

 

Por eso se insiste: la única novedad es un café. La cuestión es que no sólo se omite la figura del presidente Macri en los carteles, sino que hasta el precandidato a intendente de su espacio decide optar, pongamos con eufemismo, “el bajo perfil”.

 

¿Habrá que esperar que pasen las PASO para que salgan al sol del debate público?

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