domingo 23 de marzo de 2025 - Edición Nº2300

Gremiales | 14 mar 2025

ANALISIS

La CGT en su laberinto: Romper lanzas con el Gobierno o garantizar la paz social

La violenta represión del Congreso deja a la central obrera ante otro dilema: profundizar la hoja de ruta anunciada en la previa o mantener los canales de diálogo con el oficialismo para evitar mayor conflictividad en la calle. Las presiones de otros sectores sindicales y sociales condicionan la respuesta.


Por: Diego Lanese

La violenta represión contra la manifestación de jubilados y de hinchas de fútbol, que dejó un herido grave y la indignación por el accionar policial, puede ser un parteaguas en la situación actual.

La idea que a partir de ahora el malestar contra el modelo libertario comenzará a organizarse en torno de la marcha de los miércoles sobrevuela el ambiente, pese a que la falta de dirección política es un obstáculo.

Para el movimiento obrero, esta disyuntiva es doblemente potente, ya que en este tiempo hay una enorme presión para que la CGT se ponga al frente de la resistencia al gobierno nacional. E

n Azopardo, analizan los pasos a seguir con una situación novedosa: la promesa de participar de la última marcha, algo que no se cumplió por lo menos visiblemente, deja a la dirigencia en evidencia por primera vez, y los pasos a seguir serán especialmente seguidos por propios o extraños. Por eso el dilema parece ser si se decide a romper lanzas con el gobierno, dejando atrás la tregua tácita establecida, o se mantiene en su postura dialoguista, bajo el argumento de mantener la paz social. la presión es notable.

Las dos CTA y la Corriente Federal de los Trabajadores se reunieron para fijar postura y tratar de influir en la decisión de los dirigentes cegetistas, pero no se mostraron juntos.

La jornada de extrema violencia que se vivió esta semana dejó en un lugar incómodo a la CGT, que un día antes se había reunido para analizar su postura.

En la cumbre en UPCN se decidió llamar a marcha junto a jubilados e hinchas, una forma de sacarse de encima la presión externa por su postura dialoguista. Además, anunció un “plan de lucha por mejoras salariales y laborales”, aunque nunca aclaró de que se trataba el mismo, o si implicaba acciones concretas.

La única confirmación fue su participación en la marcha del 24 de marzo, cuando se recuerde el aniversario del último golpe de Estado, algo que carece de novedad, ya que el año pasado se había dado el mismo paso.

El conjunto de medidas o adelantas de posibles medidas fue interpretado como “el fin de la tregua” con el gobierno de Javier Milei, con quien mantiene lazos a través de dos intermediarios: el secretario de Trabajo Julio Cordero y el “ministro en las sombras” Santiago Caputo.

Fondos de las obras sociales sindicales y la reforma laboral son cuestiones espinosas para la dirigencia, que prefiere tratarlas en una mesa con cierta paz, y no en estado de beligerancia. Pero esto podría terminar con estos anuncios. Versiones periodísticas aseguran que el propio Cordero está convocando a la dirigencia a mantener el diálogo, a través de mensajes de bajo perfil.

Desde siempre, la CGT se consideró “garante de la gobernabilidad”. En las últimas décadas, en los momentos de turbulencia política y hasta institucional, en Azopardo se suele decir que “los problemas dela política los debe resolver la política”. Pasó en varias ocasiones, en especial cuando los gobiernos están naciendo.

En el caso del libertario, siempre se habló de “respetar la voluntad popular”, y sostenerlos reclamos “dentro de las reglas de la democracia”. Pero la violenta represión parece ponerle un punto a esa estrategia, tanto en los gremios confederados como en la sociedad. En este sentido, las conversaciones entre la dirigencia apuntan a dejar un mensaje claro: en este clima no habrá negociación posible.

La CGT intentó un diálogo con el gobierno que no fue fructífero, no llevó a ningún lado, y con represión de por medio no es posible seguir así”, le dijo a Política del Sur un dirigente con llegada a la mesa chica cegetista. Sobre el futuro inmediato, fue claro: “La central obrera retomará su pan de lucha iniciado en enero del año pasado, y confrontará con el modelo libertario”.

Esto no implica, alertaron, “dejar de atenderle el teléfono al gobierno”. Es que hay temas que necesitan definiciones, como los proyectos que apuntan a reformar leyes laborales, o que intentan limitar la financiación de las organizaciones gremiales.

Ni que hablar lo que pasa con la seguridad social, donde el Ministerio de Salud está realizando un ajuste brutal que afecta a las obras sociales, muchas de ellas bajo la amenaza de intervención. “Tenemos que negociar, es la salud de los trabajadores, por más que algunos se enojen”, sintetizó otro dirigente.

Un adelanto de este nuevo clima fue la presentación del plenario de la UTEP, el gremio de los movimientos sociales, que en la CGT volvió a acercar, un proceso iniciado en 2016 y que podría cristalizarse en las próximas elecciones de la central obrera. Allí, uno de los titulares de la central obrera Héctor Daer adelantó la posibilidad de un paro nacional, que se hará en abril próximo.

“Todos los que estamos acá consensuamos, y los vamos a invitar a que nos acompañen a construirlo, es un paro por 24 horas antes del 10 de abril”, lanzó Daer ante un auditorio a pleno.

El dirigente señaló que la medida de fuerza será decretada y oficializada el próximo jueves 20 en el marco de la reunión de Consejo Directivo Nacional de la CGT.

Además de Daer, en el Congreso de la UTEP se hicieron presentes Hugo Moyano, Andrés Rodríguez, Rodolfo Daer, Jorge Sola, José Luis Lingeri, Julio Piumato, Cristian Jerónimo y  Pablo Flores, entre otros integrantes de la conducción de la CGT. Este respaldo no termina de sacar a la CGT de su rol negociador, y se espera que haya respuesta del gobierno.

En tanto, el resto del movimiento obrero endurece su postura y busca condicionar las decisiones de la CGT, pensando en el corto plazo –la idea de una marcha multitudinaria para el próximo miércoles –y en mediano plazo. En conferencia de prensa, las dos CTA fueron claros: pidieron castigo para los responsables de la represión, y apuntaron todos sus cañones a Patricia Bullrich.

En conferencia de prensa, las entidades confirmaron que volverán a movilizarse con las organizaciones de jubilados el próximo miércoles 19 de marzo.

Además, subieron a apuesta y afirmaron que ambas dirigencias tienen “mandato de paro nacional”, y pidieron sumar voluntades para la movilización del 24 de marzo. El anuncio estuvo acompañado por organismos de Derechos Humanos y sociales, además de diputados del peronismo y la izquierda.

En la previa, Política del Sur supo que se esperaba la presencia de representantes de la Corriente Federal de los Trabajadores, un núcleo dela CGT alejado de la postura dialoguista, que suele coordinar con las dos fracciones y los sectores combativos.

Pero el espacio que lidera Sergio Palazzo no estuvo, por lo menos en el escenario principal, y si bien se espera que empuje las medidas más potentes, su ausencia habla de la prudencia con la que se mueven los jugadores en este terreno pantanoso y de a ratos confuso.

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