

Por: Federico Cedarri
Los distintos movimientos políticos del gobernador bonaerense en la búsqueda de la composición de una nueva melodía para aggiornar al kirchnerismo continúa sacudiendo el avispero en el peronismo bonaerense.
La jugada de Cristina de tomar la conducción del PJ nacional y confrontar abiertamente con Kicillof comenzó a elevar el nivel de preocupación en el palacio de calle 6: “No se pensaba que la escalada de Cristina llegaría hasta Axel, él siempre puso paños fríos pero ella decidió jugar por Máximo”, interpreta ante PDS un legislador peronista cercano al armado del gobernador.
A partir de los sucesos acaecidos en los últimos días, el mandatario bonaerense se verá en la obligación de resetear su estrategia política, si bien se identifica como kirchnerista y ha provisto de alabanzas a la gestión de Cristina, sospecha que se lo quiere correr del eje que construye la ex presidenta con el camporismo.
Cerca de Axel Kicillof si bien relativizan por el momento la chance de una fractura tampoco están decididos a seguir sometiéndose a los designios de la ex presidenta: los ejemplos de Daniel Scioli y Alberto Fernández han encendido las luces de alerta en el comando del gobernador.
El ministro de Gobierno y mano derecha de Kicillof, Carlos Bianco, había advertido que si el peronismo vuelve al poder debe tener un presidente que mande: ergo, un nuevo liderazgo no debe verse corroído por un doble comando.
Kicillof debe resolver en medio de este berenjenal de acusaciones cruzadas como se para frente a la interna partidaria nacional, ya mandó a desactivar el atisbo de apoyo a Ricardo Quintela: respaldará a Cristina pero sin rendición.
Otro interrogante que se siembra tiene que ver con la suerte de los ministros que integran el gabinete provincial y que reporta sin miramientos a Cristina Kirchner, aunque en el Palacio de Gobierno de calle 6 no tienen la intención por el momento de correr a nadie: “De nuestro lado no se va a echar más leña al fuego”, desliza otro parlamentario justicialista a este portal.
El pugilato peronista también encuentra ramificaciones hacia la Legislatura provincial.
Allí, el mandatario bonaerense no tiene tropa propia, solo podría consignar como próxima a la platense Lucía Iañez cercana al armado político del alcalde platense Julio Alak, un soldado de la primera hora de Kicillof.
Los bloque políticos de ambas Cámaras están manejados sin medias tintas por el cristinismo, en Diputados comanda el camporista matancero Facundo Tignanelli, mano derecha de Máximo Kirchner en el armado de listas del 2023, mientras que en el Senado el bloque de Unión por la Patria es conducido por Teresa García que cierra filas con la ex presidenta.
El titular de la Cámra Baja Alejandro Dichiara también es cercano a Máximo Kirchner, fue parte del armado de intendentes amigos de la orga y lo cobijó en su pago chico, Monte Hermoso, en el último encuentro de titulares distritales del PJ.
El poder camporista se vio reflejado recientemente en la Legislatura cuando se decidió impulsar el proyecto de suba de indemnizaciones de Maite Alvado que obtuvo media sanción de Diputados pero que en el Senado trastabilló ante un oposición abroquelada en la negativa: Kicillof respiró aliviado ya que no debió pagar el costo político de un posible veto para evitar enemistarse con los empresarios pymes bonaerenses.
El gobernador presupuesta que durante los próximos dos meses el oficialismo deberá afrontar negociaciones cruciales por tres proyectos medulares para su gestión, la reforma a la ley jubilatoria del BAPRO, el Presupuesto y la Ley impositiva: deberá contar con el favor de los bloques oficialistas para avanzar en su aprobación.
Desde el camporismo le afirman a este medio que siempre tuvieron una actitud colaborativa con el gobernador: “Le sacamos todo lo que mandó”, manifiesta sucintamente una fuente parlamentaria ligada a la orga en la Cámara Baja.
Lo cierto es que el gobernador necesita de una Legislatura vigorosa para tener lo antes posible las herramientas de gobernabilidad que necesita.
La tensión indisimulable que existe con el camporismo se vio reflejada en la reunión a la que convocó la Corte Suprema provincial para solcitar con premura al Ejecutivo y legisladores una solución política inmediata para la cuestión de los numerosos amparos presentados contra la provincia: no concurrieron las principales espadas de los bloques políticos del oficialismo lo que refleja lo complejo del escenario.
Asimismo deben resolverse las vacantes en el máximo tribunal donde hay cuatro sillones que esperan ser llenados.
El gobernador imaginaba originalmente la siguiente distribución: que uno de los escaños le corresponda a la oposición, estaría reservado para el radicalismo ya que el PRO cobró con Sergio Torres en 2017, y los tres siguientes para el oficialismo.
Kicillof planteaba que uno de los sillones sería destinado para su construcción política, otro para contener al massismo y la silla siguiente para La Cámpora: la tensión que aflora con la orga ha colocado aquella resolución primaria en fojas cero.