

Por: Federico Cedarri
El PRO necesita de manera perentoria avanzar en la búsqueda de reconfiguración de su identidad perdida con vistas al año político que se avecina.
En ese sentido, han comenzado a proliferar los encuentros entre las distintas tribus en la que hoy se compone el partido para buscar de mínima una unificación de criterios sobre los pasos a seguir.
El espacio bonaerense manejado por Cristian Ritondo, a instancia de Mauricio Macri, ha convenido la concresión de compartimentos propicios para una catarsis necesaria que reclamaban airosamente los alcaldes desde la debacle electoral.
En rigor, se han llevado adelante reiterados encuentros en lo que han quedado expuestos con crudeza los errores de apreciación cometidos durante el 2023 que dejaron a la fuerza al borde la extinción.
Los números que manejan en el laboratorio amarillo muestran un partido diminuto con un porcentaje de intención de voto aproximado al cinco por ciento en el total provincial.
Sin embargo, ese no es el mal mayor que lo aqueja sino la incertidumbre sobre lo que le traerá aparejado el año electoral.
La idea que cada vez cobra más vigor entre los principales referentes pasa por impulsar un nuevo marco de referencia política del espacio y posicionarlo decididamente como una fuerza de centro que si bien se muestra aliado en algunos aspectos al gobierno su apoyo no es incondicional.
Desde esa premisa aspiran a negociar su posible alianza electoral con el mileísmo, aunque por el momento nadie se va a aventurar en negociaciones preliminares y esperarán llegar a marzo del 2025 con los interrogantes resueltos para no dar pasos en falso: “Tenemos que ver cómo está ponderado Milei en ese momento y si la reactivación económica comienza a concretarse, no podemos regalarnos ahora”, destaca una fuente amarilla a PDS.
Los amarillos tienen en agenda desde ahora y hasta bien entrado el 2025 salir a caminar nuevamente la provincia de Buenos Aires y tomar el pulso político de primera mano: “Necesitamos saber dónde estamos parados más allá de los números de las encuestas", aseguran.
Hoy la conducción bonaerense se encuentra monopolizado por la influencia de los alcaldes ligados al jorgemacrismo como el juninense Pablo Petrecca, la alcaldesa de Vicente López Soledad Martínez y el pergaminense Javier Martínez que han inaugurado una dinámica política que busca sacar a la fuerza del atolladero en el que se encuentra sumergida.
De hecho, el PRO ha echado mano a la reiterada receta de recurrir a apellidos ligados al deporte y la cultura para sembrar futuros referentes, así es que Javier Martínez auspicia la candidatura para el 2027 en Ramallo de Paula Traverso, hija del fallecido multicampeón del automovilismo Juan María Traverso.
Un papel menos activo despunta el alcalde de Mar del Plata Guillermo Montenegro que no quiere irritar la sociedad que tiene con el abadismo que le permite sostener el gobierno en la perla del Atlántico.
Más allá de la prudencia que cultiva, el marplatense maneja el bloque de senadores bonaerenses con Alejandro Rabinovich mientras que el ritondismo se hará cargo a partir de diciembre con el zaratense Matías Ranzini del comando del espacio en Diputados en reemplazo del santillista Agustín Forchieri.
El panorama legislativo no es alentador para los amarillos, ya que el año entrante deben renovar la mayoría de las bancas en el Parlamento provincial por lo que al igual que el radicalismo corren el riesgo de quedar reducidos a una fuerza ínfima.
Los hermanos Passaglia en tanto hacen su juego de manera autónoma, avisaron que no encuentran un referente partidario en el cuál referenciarse y al mismo tiempo coquetean con el mileísmo y trazan agendas comunes con alcaldes del conurbano como el delatorrista Jesús Méndez y el bullrista Diego Valenzuela.
Más allá de la angustiante situación que envuelve al PRO desde el punto de vista de la perspectiva política y electoral, la chance de avanzar en un acuerdo transitorio con el LLA tampoco le redundaría beneficios importantes.
Solo podrían colar unos pocos referentes como Diego Santilli y María Eugenia Vidal en la boleta de diputados nacionales que superarían el ojo inquisidor de Karina Milei.
En el PRO imaginan que podrían arrancarle concesiones a los libertarios en el manejo de la lapicera en las secciones electorales del interior donde sus intendentes encabezan distritos relevantes de algunas regiones.
En esa línea, propenden venderle a las fuerzas del cielo su fortaleza en bastiones de la Segunda como Pergamino y San Nicolás, de la Cuarta con el juninense Petrecca y fundamentalmente de la Quinta con el epicentro en Mar del Plata donde manda Montenegro y se constituye en la segunda población más trascendente de la provincia luego de La Matanza.
El PRO sabe que deberá enfrentar en la negociación con el oficialismo nacional dos inconvenientes que no debe pasar por alto: la recurrente desconfianza de Karina Milei en el macrismo y el recelo del bullrismo.
Los seguidores de la Piba, si bien se subordinarán a una hipotética decisión del mileísmo de un acuerdo electoral con el PRO, entienden que han pagado el derecho de piso en el universo violeta con el gesto de romper con Macri por lo que exigirán que los amarillos referenciados en el ex presidente vayan a la cola de las candidaturas.