Por: Federico Cedarri

La interna del peronismo bonaerense esta desatada, los principales referentes de los bandos en puga ya no disimulan un ápice las diferencias que los separan y se abate la amenaza considerable de ingresar en un espiral de agresiones de los cuáles no haya retorno.

El sector más activo de la territorialidad del kicillofismo hoy lo constituye el alcalde de Avellaneda Jorge Ferraresi, que despliega una ofensiva de armado de estructura por distritos amigos del interior bonaerense y también pisa tierras enemigas generando focos de resistencia de parte de La Cámpora y el massismo.

La ofensiva de Ferraresi no tiene marcha atrás, ostenta una rivalidad irreversible en su pago chico con  el senador camporista Emmanuel González Santalla quién deja traslucir y no esconde la pretensión de sucederlo.

La Cámpora tiene como trasfondo la necesidad de comenzar a plantar candidatos donde los intendentes no pueden eventualmente reelegir: “La prioridad nuestra sigue siendo sumar distritos en el conurbano y tenemos buenas chances”, se arroga ante PDS una fuente parlamentaria camporista.

No es casual tampoco el empinamiento del perfil de la alcaldesa de Quilmes Mayra Mendoza, una protegida de Cristina Kirchner, que al no tener la chance de reelección podría perfilarse como una posibilidad concreta de suceder al gobernador

Como anticipó PDS hace un tiempo,  la pelea intestina del peronismo más allá del mascarón de proa de la pulseada por la conducción partidaria esconde sin rubor la carrera por la frutilla del postre: la candidatura del oficialismo provincial para el sillón de Dardo Rocha en 2027.

La orga que no oculta su pretensión de expandirse en la posesión de más territorios del estratégico conurbano tiene en Mayra Mendoza a una potencial candidata a pelear por la gobernación: “Todas las opciones son válidas, Mayra podría ser una extraordinaria candidata a la gobernación”, destaca un camporista de pura cepa ante este medio.

Cerca de Máximo Kirchner entienden, al igual que en cierto modo esboza el massismo, que Kicillof comenzó tempranamente su construcción hacia las presidenciales y que la intención de componer una nueva melodía causó disgusto en la huestes de la orga.

Pero más allá de estos desatinos, también sostienen por lo bajo que la hipotética candidatura de Axel Kicillof hoy sería la más competitiva dentro del universo del peronismo nacional hacia 2027 con una Cristina Kirchner ya corrida de la escena.

Hay un tercer grupo de dirigentes e intendentes , sobre todos los de la Primera Sección electoral como el merlense Gustavo Menéndez y la alcaldesa de Moreno, la evitista Mariel Fernández, que abogan por la unidad de las partes en pugna y por la consolidación de un mismo espacio que contenga las divergencias para consolidar el enfrentamiento con el mileísmo.

En esta cruzada también se embarcan otros alcaldes del interior que hoy están concentrados en la gestión pero que miran de reojo y a disgusto los enfrentamientos internos.

Intríngulis legislativo

La pelea peronista tiene repercusiones inmediatas en la Legislatura bonaerense.

De hecho,  la decisión de los bloques parlamentarios que controla el kirchnerismo con el lugarteniente de Maximo K, Facundo Tignanelli en Diputados y Teresa García, cercana a Cristina, en el Senado, pasa por avanzar resueltamente con los trámites para que la iniciativa de Maite Alvado de suba de indemnizaciones sea convertida en ley.

En la Cámara Baja lo consiguieron con el voto solícito de los libertarios disidentes, mientras que en el Senado la posibilidad de romper la negativa uniforme opositora encuentra el resquicio del boque de Carlos Kikuchi que sello una alianza estratégica con Gustavo Cuervo.

“Hoy día no sabemos cuál será la posición de los tres dialoguistas, estaban en contra pero ahora es una incógnita”, destaca un legislador opositor que alardeaba hace tiempo los 25 votos negativos para bloquear la propuesta camporista.

En el bloque que conduce el Chino por ahora reina el silenzio stampa y solo aseguran ante la consulta de PDS que estudiarán a fondo la propuesta y dictaminarán de acuerdo a lo que consideren mejor para la provincia.

De conseguir finalmente el peronismo de la Cámara Alta el apoyo de estas tres voluntades, el oficialismo lograría legitimar la propuesta y el gobernador Axel Kicillof tendría 30 días para vetarla total o parcialmente o en su defecto avanzar en la reglamentación y darle curso.

La primera instancia le granjearía el ataque furibundo camporista y contribuiría a meter más cizaña interna, mientras que la segunda opción le acarrearía una colisión con las pymes bonaerenses que rechazan efusivamente la propuesta.

El mandatario reza para que la justicia bonaerense proceda a declarar inconstitucional la propuesta y lo exima de tener que atravesar el incómodo trance del veto.

Esta es una de las razones concretas por las que el mandatario bonaerense necesita imperiosamente colar legisladores propios en las listas seccionales en el 2025: dotarse de un músculo político en la Legislatura que hoy está condicionado por los vaivenes de la interna justicialista.