Atacan todo lo que defendimos o construimos como pueblo. Niegan el genocidio o lo justifican diciendo que fueron “excesos”. 

Califican a la Justicia Social como “una aberración”. Niegan la opresión y violencia de género. Niegan y desconocen el derecho a protestar (y no me refiero a los abusivos piquetes sino a cualquier protesta que pretenden reprimir y criminalizar). Despiden gente sin ton ni son. Quieren abolir los derechos laborales.

Sacan el Ejército a la calle con la excusa del narco en Rosario pero en realidad para preparar futuras represiones internas. Introducen fuerzas militares norteamericanas en la Hidrovia y se alinean una vez más con los intereses estratégicos de Yanquilandia en desmedro de los intereses nacionales.

Creen que la vida debe ser regulada por el Mercado y que todo es mercancía. Creen que el Estado debe ser desmantelado.

Apoyan el genocidio israelí en Gaza, que todo el mundo menos el Imperio Angloyanqui repudia.

Son una vergüenza y una calamidad para el país. Vienen llenos de revanchismo a querer destruir décadas de lucha popular.

Ayer hablaba con una amiga y me decía: “Es como en 1955”. Con una diferencia: estamos de pie para oponernos. No los dirigentes truchos y vendidos sino nosotros, el pueblo. Que los dirigentes se vayan a cagar: si no saben qué hacer o tienen miedo, nosotros sí sabemos. Luchar y buscar dirigentes nuevos que no estén quemados ni se asusten por la motosierra.

Llegó el momento de que, como decía el general, cada uno de nosotros enarbole el bastón de mariscal. Por eso, los “SI” de Mafalda significan también varios “NO”. NO A MILEI Y VILLARRUEL. NO AL NEGACIONISMO. NO AL NEOLIBERALISMO SEUDOLIBERTARIO. NO A LA ENTREGA DE LA SOBERANÍA. NO A LA RECESIÓN Y EL HAMBRE.