viernes 26 de julio de 2024 - Edición Nº2060

Gremiales | 22 mar 2024

ANÁLISIS

Movimientos internos en la CGT crean nuevos alineamientos políticos y sindicales

La conducción de los “gordos” decidió sumarse por primera vez a la marcha del 24 de marzo, en el marco de la unidad contra las políticas del gobierno de Milei. Además, la CTA de los Trabajadores metió una pata en la CATT y fortalece al sector combativo. Se esperan definiciones del peronismo para seguir con los nuevos armados.


Por: Diego Lanese

En su último plenario, la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) aceptó el ingreso de los metrodelegados a su estructura. La Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro (AGTSyP) se sumará a este espacio gracias a un guiño de Hugo Moyano, que había recibido unos días atrás a la dirigencia, en un primer sondeo para la incorporación. Este paso no sólo acerca más a la CGT, de donde son los gremios que forman la CATT, y la CTA de los Trabajadores, a donde reporta la entidad del subte, sino que profundiza las diferencias en el sector transporte, ya que aleja a la UTA y a la cámara “rebelde” UGATT de una posible unificación. Esta movida es parte de una serie de movimientos internos que se dan en el movimiento obrero, que marca un nuevo escenario político y sindical. Es que si bien existe unidad en el rechazo a las políticas de la gestión libertaria, la forma en hacerlo genera algunas diferencias. De esta forma, se vuelve a notar la grieta entre una conducción más dialoguista y los sectores combativos que buscan profundizar el plan de lucha, y presionan por un segundo paro nacional. En este camino, tendrá vital importancia lo que defina el peronismo en sus estructuras formales, donde las peleas entre las diferentes referencias tendrán su correlato en el alineamiento de las tribus gremiales.

 

La llegada de los trabajadores del subte a la CATT generó sorpresa y abrió una grieta en los gremios del transporte. La actual conducción del espacio está en manos de Sergio Sasia, el dirigente ferroviario que fue ganado poder en el armado dirigencial desde que se hizo cargo del lugar que ocupaba José Pedraza, preso por el asesinato de Mariano Ferreyra en 2010. Su arribo a la conducción de la confederación se dio con el aval de Hugo Moyano, que desplazó a su ex aliado Juan Carlos Schmid de ese lugar, por diferencias entre ambos. La CATT se convirtió en un bastión moyanista donde el camionero comenzó a ganar su poder, luego de salir de la CGT a fines de los 90, enfrentado con la conducción de aquellos años, que apoyó el avance neoliberal del peronismo. El poder de Moyano en el espacio sigue vigente y quedó demostrado con el aval que dio para que los metrodelegados ingresen al espacio. Esta decisión tiene un condimento extra: el enfrentamiento del gremio que conduce Roberto Pianelli con la UTA. La AGTSyP nació a partir de la decisión de delegados de la UTA disconformes con el gremio, que a comienzos del 2000 comenzaron a darle forma a la nueva organización, y que en pocos años se volvió la más representativa del servicio. La pelea por la personería gremial entre ambos espacios sigue abierta y luego que el ministro Carlos Tomada le diera la razón a los metrodelegados, la gestión de Mauricio Macri decidió volver al viejo esquema, dejando a la entidad que lidera Roberto Fernández con el “sello” oficial, una disputa que sigue abierta.

La UTA dejó la CATT hace poco tiempo, para reflotar junto a Omar Maturano, titular de los maquinistas de trenes de La Fraternidad, la UGATT, la Unión de Gremios Argentinos e Trabajadores del Transporte, una entidad nacida en el 2011 cuando se fracturó la CGT, y el moyanismo se llevó a la oposición a la mayoría de los gremios del sector, nucleados en la primera de las cámaras. La UGATT, sorpresivamente, fue encabezada por Sasia, que se mantuvo en el grupo de sindicatos que se mantuvieron cercanos al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, y que sumó a Roberto Fernández y otros. Pero el ferroviario se fue alejando de ese espacio, y antes de las elecciones del 2015 era parte del MASA, un movimiento que intentó sin mayor éxito terciar en la disputa interna de la CGT. Hace un tiempo, con acuerdo de los Moyano, Sasia volvió a la CATT, y se hizo cargo de su conducción, desplazando a Schmid, quien pasó de ser el hombre de confianza del camionero a un “frío aliado”, como se lo suele describir en estos días. La UGATT viene cultivando un perfil más combativo, tanto en el tramo final del gobierno de Alberto Fernández como en este tiempo de gestión libertaria, y suele criticar la política de alianzas de la CGT. En esta pelea tener a los metrodelegados les agrega a sus aliados poder de fuego, incorporando un servicio de mucha visibilidad.

 

Además, la nueva alianza le permite a la CTA de los Trabajadores poner otra vez un pie en Azopardo, un viejo anhelo de Hugo Yasky, que en 2019 llevó a un plenario de su central obrera la propuesta de volver a la CGT. La misma fue aprobada en un encuentro que tuvo al entonces candidato del peronismo Alberto Fernández como garante, pero que con el correr del tiempo se fue enfriando. Las viejas internas entre la dirigencia y la necesidad de sostener espacios independientes no permitieron que se diera ese paso. Las fuentes hablan de “desconfianzas mutuas”, que se fueron cultivando en años. La CTA fue muy crítica en varios de los 30 años de existencia, todavía se recuerda el malestar que hubo en la primera reunión de aproximación, en el gobierno del Frente de Todos, cuando algunos dirigentes cegetistas le recriminaron a Yasky y los suyos haberlos tratado públicamente de “burócratas”. En estos días hay un cambio de orientación de la CGT, que hizo no sólo que se realizara el paro del 24 de enero en unidad con el resto de los espacios, sino que además se llamara a marchar el próximo 24 de marzo. Históricamente, la conducción mantiene una cierta “neutralidad” y no suele convocar. Pero los “gordos”, junto con “independientes”, los dos grupos mayoritarios, buscan aglutinar voluntades ante el avance del Gobierno nacional contra los gremios. Un giro a la izquierda solo posible en una era con fuerte clima “anti obrero” y “anti sindical”.

En el sector público también se reactivan viejas alianzas a la espera de la llegada de abril, momento en que se vencen unos 70 mil contratos y hay rumores de despidos masivos. En este contexto, Andrés Rodríguez, titular de UPCN y secretario general de la CGT, reactivó el llamado Frente de Gremios Estatales, para “dar batallar a la ofensiva del gobierno de Javier Milei contra los trabajadores y organismos públicos”. Se trata del resurgimiento de un espacio fundado durante el gobierno de Fernando de la Rúa, que es homólogo del que ya está actuando en estos días bajo la conducción de ATE y otros gremios de ambas fracciones de la CTA. En este caso, no hay unidad, ya que el frente cegetista contiene a organizaciones de su estructura, como AEFIP (gremio de AFIP), la Unión Empleados de Justicia de la Nación (UEJN), la Federación de Docentes de las Universidades (FEDUN), y el Sindicato de Obras Sanitarias del Gran Buenos Aires, entre muchos otros. Algo similar pasó en el sector educación, donde los sindicatos de la CGT actúan en unidad, lejos de CTERA y el resto de las organizaciones. “La CGT no debe confundir alianzas coyunturales con objetivos estratégicos, esto es algo a revisar”, afirmó Sergio Romero, titular de UDA, marcando que lo que se logró en transporte es difícil de proyectar en otras áreas del mundo laboral.

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