Provincia | 2 feb 2024
Panorama aciago
Inquietud de Kicillof por el ajuste permanente de Milei
El mandatario sostiene que el achicamiento de gastos será duradero y que la provincia de Buenos Aires sufrirá la hostilidad de Nación de manera prolongada. Continuará reclamando por la injusta distribución coparticipable y buscará contener las demandas de los intendentes de todo pelaje político por la incipiente baja de la recaudación en los distritos debido a la ralentización de la actividad.
Por: Federico Cedarri
El mandatario bonaerense Axel Kicillof despliega una interacción casi periódica con los distintos gobernadores peronistas para enfrentar las contingencias desatadas por el ajuste de Javier Milie.
Pero también desarrolla contactos con otros jefes de provincias que no pregonan el mismo credo ideológico, de hecho fue artífice a hurtadillas de la presión desatada contra el gobierno nacional por el aumento de las retenciones a la soja, trigo y maíz que proponía la ley omnibus y que pegaba de lleno en el corazón productivo de la pampa húmeda.
Kicillof mantuvo contactos subterráneos con otros mandatarios de Juntos por el Cambio cuyas provincias hubiesen sufrido percances severos si prosperaba la medida que castigaba a los productores rurales.
Lo concreto es que más allá de estos movimiento de lobby que contribuyeron a bajar el capítulo fiscal de la mega normativa que mandó el Ejecutivo al Congreso Nacional, el territorio bonaerense asoma con ser el más castigado por el ajuste de las cuentas que ya avisó que hará el ministro de hacienda Luis Caputo al naufragar la suba de retenciones y la reinstalación del impuesto a las ganancias.
La provincia de Buenos Aires pide a la Nación que se compense el desajuste de la distribución coparticipable: “Recibíamos fondos discrecionales porque compensaba el injusto reparto nacional, y ahora ni siquiera un cuarto de eso llega”, explica a PDS un legislador que reporta a un alcalde del conurbano.
La administración de Axel Kicillof ha sido la más castigada respeto a la poda de fondos discrecionales en el comienzo de la gestión de Milei, ha perdido un promedio de 11 puntos en enero respecto al año pasado y avizora una tendencia declinante: “Nos van querer ahogar”, suelta una fuente cercana al Palacio de calle 6.
A esta situación angustiante en lo económico debe agregarse que la Nación ha paralizado alrededor de 150 obras que venía financiando, situación que no solo acarrea perjuicio a los lugares donde estaban desarrollándose los trabajos sino también el consiguiente impacto social negativo y el aumento supino de la desocupación: “La changa también se está perdiendo porque a la clase media la están exprimiendo”, sostiene un referente peronista que transita la realidad del conurbano.
En la gobernación bonaerense creen que más allá de los buenos oficios que desplegó Kicillof en los encuentros esporádicos que sostuvo con el ministro del Interior Guillermo Francos en busca de precisiones sobre el destino de los fondos que recibía Buenos Aires, la Nación avanzará con la motosierra sobre territorio bonaerense y las consecuencias en materia social y de actividad se comenzarán a visualizar en su esplendor en el segundo semestre del año.
El ajuste tan temido
Ante la magnitud del achicamiento en las cuentas públicas nacionales que repercuten de lleno en la provincia de Buenos Aires, el gobernador bonaerense puso las barbas en remojo: ha encargado a sus ministros un plan de reconfiguración en algunos programas que no resulten indispensables para la etapa que asoma.
Una suerte de lápiz rojo que permita evitar gastos superfluos y concentrar los recursos en las áreas más activas para contener el descontento social.
Se intentará compensar la caída de la obra pública nacional en los municipios con el aporte provincial del Fondo para Obras, estipulado con los intendentes a cambio de votar el endeudamiento de 1800 millones de dólares y la emisión de letras del Tesoro provincial.
La idea es mostrar un contraste con la paralización de los trabajos que dispuso la administración nacional y morigerar la caída económica de la actividad en los distritos que aflige de sobremanera a los jefes comunales.
Kicillof habla periódicamente con alcaldes de todos los linajes políticos y recibe las mismas quejas: el parate ya comienza a sentirse en la baja de la recaudación de los tributos municipales.
El Gobernador ya se resignó a que deberá avanzar en la corrección de las tarifas de servicios públicos en sintonía con el gobierno nacional aunque ha tomado la decisión política que tanto los peajes como el agua, que dependen de la égida del Estado bonaerense, tendrá un menor incremento.
En el Palacio de gobierno sostienen que el ajuste es inevitable en tarifas y colegios privados aunque cavilan que el costo político no lo pagará el gobierno provincial sino la administración de Javier Milei.
Kicillof hará todo lo que tenga a su alcance para evitar la emisión de una cuasi moneda, la experiencia de La Rioja no fue apreciada como buena en La Plata no solo por la protesta de los empleados públicos de aquella provincia que se muestran renuentes sino fundamentalmente por la presión del gobierno nacional para que no se produzcan este tipo de atajo financiero.
Pero al mismo tiempo, el mandatario no ahorra inquietud por el ajuste permanente que encarna Milei, cree en su fuero íntimo que el crecimiento que propugna el Presidente no llegará y que solamente tiene para ofrecer un achicamiento de los recursos que repercutirá en los ingresos de las provincias y los municipios: “El panorama es aciago”, se sinceran.