sábado 08 de febrero de 2025 - Edición Nº2257

Nación | 28 oct 2023

ANALISIS - ¿OTRA VEZ, EL PERONISMO GOBIERNO?

La fenomenal máquina de crear “sentido” se puso en marcha: "Ahora, Massa"

Desde Clarín y Nación armaron la campaña “no a Milei”. ¿Qué dijo Mirta Legrand? ¿Por qué Massa lidera con alta inflación? ¿La Argentina sigue sin entender el peronismo? ¿En qué falla el acuerdo Milei-Bullrich? Las razones por las que el ministro de Economía podría ser Presidente cuando se cumplan 40 años de democracia ininterrumpida.


Por: Ricardo Carossino

Parafraseando la clave electoral del ´83, "Ahora, Alfonsín", se puede decir que según la máquina de sentido que se encendió para un aniversario de la democracia bien vale, "Ahora, Massa". Desde la hegemonía de Clarín y La Nación +, una de las más fenomenales críticas al acuerdo que ya estaba precocido entre Javier Milei y Mauricio Macri, fue el abrazo en TN del “león” y la “patita” Patricia Bullrich. La piba, quizás creyéndose hábil, comparó esa farsa con el histórico abrazo de Perón y Balbín en 1972, cuando literalmente, el viejo radical saltó la cerca (la grieta) de la casa de Gaspar Campos, para abrazarse con su antiguo y enconado rival. De esa manera, los votantes tanto de La Libertad Avanza como de los Juntos por el Cambio se comieron lo que Perón llamaba “un guiso de liebre, sin liebre”.

Vale hacer algo de memoria porque hace un año y con mucha razón, todo Juntos por el Cambio se veía gobernando la Argentina. La sumatoria increíble de errores del gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, hacía que pudieran alimentar esa esperanza. Pero, desde Política del Sur, nos hacíamos eco de la vieja frase de Antonio Cafiero en el cierre de campaña de las legislativas de 1985: “Calma radicales”.

La ecuación del error macrista es mucho más simple de lo que cualquiera puede imaginar. Cuando el arco del rival está vacío, hasta el arquero contrario quiere hacer los goles. Traduzco: hasta el mago sin dientes y el neuroradical Facundo Manes se probaban la banda presidencial. Eso derivó en una pelea interna de proporciones bíblicas.

Pero hubo un quiebre en Unión por la Patria y fue cuando los peronistas sacaron del arcón de los recuerdos la vieja marcha y leyeron: “Todos unidos triunfaremos”. Si hasta los más viejos habían olvidado esa máxima, los más jóvenes ni siquiera se habían enterado que existía y nadie daba dos pesos por el Partido Justicialista.

También lo hemos dicho una y mil veces desde esta columna. Si algo no aprendió el antiperonismo es a tomarle el pulso al cuerpo desmayado del PJ. Siempre lo dan por muerto, hasta que el hecho maldito de un país burgués se despierta. Así fue como el PRO, incluso volviendo a despreciar a sus socios radicales, se armó un relato de triunfalismo romano que cayó de la misma manera que el antiguo imperio.

Mauricio Macri no es político. No entiende la política. Su lógica, como la de Milei, es el mercado. La cosmovisión de estos dos sujetos es la oferta y la demanda y el apoyo de los Estados Unidos, cuando a Estados Unidos le conviene. Y por no entender de política, Macri alimentó un muñeco como el león, que le comió la cabeza llena de ganancias.

Lo cierto es que la movida final de Milei y Bullrich cayó mal. No funcionó. Y la máquina fenomenal de creación de sentido empezó a funcionar para que Sergio Massa sea el próximo presidente de la Nación. ¿De qué manera? Simple, destruyendo el sentido macrista que se creó durante los últimos 10 años. Borrón y cuenta nueva.

Las razones son varias. Milei no es dialoguista. Milei difícilmente alimente el bolsillo de los medios de comunicación. Milei creó un personaje para tener una fundación famosa de consultoría económica y no para ser presidente. Milei mira la política como un lugar incómodo, es un traje que le queda chico y eso hace que los polos de poder tengan cierto recelo con el hombre. “No a la pauta”, dijo el libertario, suficiente para que Clarín mandara a Jorge Lanata y al impresentable de Baby Etchecopar a territorio hostil (C5N) para elogiar a Massa. Si hasta el Grupo levantó la ficción de la corrupción K (hasta el 20 de noviembre) y Luís Barrionuevo abandonó el bote. 

En tanto sobre la creación de sentido de Massa en la Rosada, por parte de la Unión Cívica Radical, sería infantil esperar que la UCR y el PJ hagan precisamente lo mismo que hicieron LLA y el PRO. Massa no necesita que los radicales se vuelvan peronchos, necesita que no voten a Milei con eso, le alcanza para entronizarse.

Algunos periodistas jóvenes arriesgaron la vieja idea del Gran Acuerdo Nacional para ir en contra del fascismo. Ese GAN, precisamente había sido la idea del dictador Agustín Lanusse para que Perón no volviera al País. El general le retrucó con “la hora del pueblo” (que por cierto suena más lindo) y se lo llamó a Balbín para el abrazo y se acabó esa dictadura hasta el 24 de marzo de 1976.

Lo más importante a señalar es que a Massa no le sirve que Milei se baje de la segunda vuelta, como le pasó a Néstor Kirchner en 2003 con Carlos Menem, porque necesita el concenso del voto de las mayorías para empezar a tomar medidas, quizás algunas impopulares y también de las otras, las populistas, que tanto odian los liberales. 

Massa necesita oposición. No quiere y no le hace falta ahora, un frente nacional para ganarle a Milei, lo que necesita -y lo que se hará-, es no votar al libertario. Ya consiguió la crítica al neofascismo por parte del PC, la idea de que Massa y Milei no son lo mismo de Miriam Bregman, la defensa de los valores republicanos de la UCR, el silencio cómplice de Schiaretti y hasta se abrochó un gorila como Luis Brandoni, que ya dijo que se despegaba del acuerdo de Bullrich y Milei. Incluso el ex libertario Carlos Maslatón ya se pronunció a favor de UP.

Pero, sobre todo, lo que Massa consiguió (lo que no supo articular Alberto Fernández), fue romper el macrismo. Lograr que los amarillos que consiguieron cargos electivos (ejecutivos y legislativos) entendieran que deben sacarse la competencia de encima y la competencia para la derecha republicana es la derecha fascista. De esa manera, quienes encararon la representación de los que comprendieron dónde estaba ahora el verdadero enemigo, fueron Jorge Macri, Diego Valenzuela, Horacio Rodríguez Larreta, Elisa Carrió, Martín Lousteau y Gerardo Morales los que dijeron “no” a Milei, para que no les robe la clientela que les pertenece.

Un ballotage no se mide por la campaña electoral tradicional, sino por la capacidad de lobby, algo que el gatito mimoso de Macri ignora. Ya ningún partido compite en términos reales. Ya todos los espacios políticos obtuvieron o no su representación parlamentaria, ganaron o perdieron gobernaciones y metieron o no intendentes. Lo demás es verdurita para el caldo.

Un ballotage es un enorme lobby de dos contendientes que necesitan rosquear con los que quedaron afuera y los que ya están adentro. Y si algo tiene Massa es un gran poder de lobby, por tres razones.

La primera razón es que supo construir, más allá de esta instancia que le toca pelear, una fuerza política propia, el Frente Renovador. Algo que Milei no tuvo hasta ahora, aunque consiguió 40 diputados. La enorme diferencia entre los dos, es el precio de venta de los integrantes de cada espacio. A buen entendedor pocas palabras.

La segunda gran razón, es que supo construir, pensando en esta instancia que la suerte le otorgó, los contactos internacionales necesarios para negociar en un poco más de paridad (un poco), la deuda con el FMI que le dejó Macri.

Apoyos fundamentales, aún para sentarse con mandatarios sin ser un primer mandatario aún. Algo que Milei no tiene. Digámoslo con todas las letras: nadie fuera de la Argentina le atiende el teléfono, salvo Bolsonaro. Por eso corrió a los brazos del representante argentino en los mundiales de Bridge.

Pero cuidado. Las petroleras patalearon y en una final no se pueden cometer errores. A un candidato a Presidente que es ministro de Economía no se le puede escapar una tortuga a 20 días de la definición por penales: no puede faltar nafta.

Y la tercera y última razón por la que Massa sería el próximo presidente de los argentinos, es que maneja la chequera en este momento. El ministro de Economía puede prometer financiamientos políticos que Milei no puede. Massa tiene el Banco Central. Milei lo quiere incendiar.

Queda una cuarta, que es tan importante como las otras tres. La reina madre de la clase media le dio su apoyo, le levantó el pulgar en la mesa televisiva. La Chiquita Legrand dijo sí, y ya sabemos que para la clase media aspiracional, lo que determina la realeza es palabra santa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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