

Por: Federico Cedarri
En las postrimerías de las definiciones políticas dentro del Frente de Todos Cristina Kirchner se encuentra jaqueada por las circunstancias, mientras la militancia que le responde fervorizada le pide insistentemente que sea candidata a la presidencia, la alta inflación y las dificultades sociales que se presentan de salarios bajos y precarizados, como ella misma lo denunció, le ponen freno por el momento a cualquier aspiración a la Casa Rosada.
Es que la gestión de Alberto Fernández es aquejada por un costo de vida desbocado a lo que se ha sumado el combo de la inseguridad motorizado por los hechos dramáticos acontecidos en Rosario y ligados al narcotráfico.
Se le hace cuesta arriba a la Vicepresidenta despegarse de la gestión nacional que ella ayudó a prohijar allá por mayo de 2019 cuando decidió de manera inesperada que el candidato a la presidencia fuera Alberto Fernández.
El kirchnerismo no se resigna a que la “Jefa” no sea parte del escenario electoral y apela a un trasfondo épico, en ese menester rescata del trasfondo de la historia el slogan luche y vuelve de los años 70 para aludir a una supuesta proscripción de la Vicepresidenta.
Este tipo de apelaciones forma parte de un repertorio ya remanido que no logra conmover mucho más allá de los incondicionales.
Sin embargo, Cristina fiel a sí misma apela a la retórica y pide cambios en el acuerdo con el FMI pero al mismo tiempo “banca los trapos” del ministro de Economía, Sergio Massa, que realiza ajustes en la macro y micro economía para cumplir justamente con lo pactado con el ente crediticio mundial.
También desde el sindicalismo K han esgrimido en los últimos días la necesidad de que los salarios sean complementados con una suma fija para recuperar parte del poder adquisitivo perdido y poder avanzar hacia una justa distribución de la riqueza, sin ejercer una presión desmedida sobre Massa como sí lo materializaron con el ex ministro de Economía Martín Guzmán.
En realidad, ante la frágil situación económica ni siquiera el kirchnerismo duro prefiere tirar de más de la cuerda a fin de evitar desembozar un desborde de las variantes que pueda confluir en una situación indeseable para el oficialismo de cara a las elecciones.
Hay una admisión de que la economía no dará buenas noticias durante el 2023 y que eso indisolublemente colaborará en el desenvolvimiento electoral del oficialista Frente de Todos. Tampoco la Vicepresidenta logra encarnar una alternativa esperanzadora del gobierno que integra.
Para colmo, durante el mes en curso el INDEC dará a conocer los niveles de pobreza que todavía remiten al último tramo del 2022 y se presume que nuevamente podrían acercarse al 40%.
Cristina no ha logrado hacer prevalecer su hegemonía dentro del esquema de poder del peronismo, ya que los gobernadores se esmeran por retener sus terruños y muestran indiferencia hacia los movimientos de la Vicepresidenta que sí mantiene en vilo a los alcaldes del Gran Buenos Aires.
Los intendentes del segundo y tercer cordón del conurbano prenden velas para que la Vicepresidenta aparezca en la boleta del Frente de Todos en la provincia, la necesitan imperiosamente para arrastrar de arriba hacia abajo en los distritos donde mantiene niveles importantes de acompañamiento.
El plenario de Avellaneda que motorizó La Cámpora fue esa dirección, la necesidad fehaciente de que Cristina juegue el resto en el mayor distrito del país para mantener el reducto.
“El tenor del acto tuvo la premisa de manifestar que Cristina sea candidata a algo y que ayude al FdT en la provincia”, explica sucintamente a PDS un legislador provincial peronista.
Eduardo “Wado” de Pedro es el plan B del kirchnerismo, apalancado por Cristina busca aceitar una imagen de moderado y despegarse de los ultras, ejemplo de eso fue la foto que se sacó en el Expoagro de San Nicolás junto a uno de los CEO de Clarín, Jorge Rendo.
Algunos alfiles de La Cámpora han disentido con esa actitud de congratulaciones, tanto con el poder mediático como con algunos sectores sindicales ligados a Luis Barrionuevo.
Pero el titular de Interior no da un paso de manera autónoma, todo lo charla con Cristina y tiene su visto bueno: la aspiración del kirchnerismo pasa por colar a Wado en la fórmula presidencial del oficialismo, ya sea encabezando o acompañando otra opción que podría ser Sergio Massa, si la economía le brindara una tregua.
En tanto, Alberto resiste y no piensa dar ninguna señal de bajarse de su postulación por la reelección hasta bien entrado mayo.
El Presidente necesita mantener cierta centralidad política pese a la mortificación que le producen los índices muy bajos de aprobación de su gestión, y al mismo tiempo que no suelta prenda sobre su futuro político acicatea distintas opciones como la del embajador en Brasil, Daniel Scioli.
Lo cierto es que Alberto tiene la imagen derrumbada en el conurbano, aún peor que la que despuntaba Macri en 2019, y solo levantan sus pancartas reeleccionistas los incondicionales de siempre, la titular de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, y el ministro de Seguridad nacional, el inoxidable Aníbal Fernández.