sábado 27 de julio de 2024 - Edición Nº2061

Gremiales | 15 nov 2022

MITOS DEL MOVIMIENO OBRERO

La huelga ferroviaria del 50 y el viaje de Evita a Lanús: “es una traición a la Patria”

El 15 de noviembre de 195º comenzó un paro de la Unión Ferroviaria que escalaría de forma impensada, y fue una de las primeras pruebas de la alianza del peronismo con el sindicalismo. La propia Evita viajó a los talleres de Remedios de Escalada para tratar de destrabar la crisis. Reconstrucción de un momento histórico.


Por: Diego Lanese

El 15 de noviembre de 1950, hace 72 años, los trabajadores ferroviarios comenzaron una huelga en reclamos salariales. La protesta se originó en la Línea Roca, que une la Ciudad de Buenos Aires con el sur del conurbano bonaerense, y luego de un tiempo se extendió al resto de los servicios. Juan Domingo Perón era el presidente, y la medida fue una de las primeras que tuvo que sufrir su primer gobierno, que había llegado al poder luego de la rebelión popular del 17 de octubre de 1945.

Lo que comenzó con un pedido salarial terminó generando una fuerte interna en la CGT y el peronismo, y finalizó recién en enero del año siguiente. En el medio, se intervino la Unión ferroviaria, gremio que originó la protesta, y la tensión llevó a un duro enfrentamiento en el propio peronismo.

Para intentar destrabar la crisis, la propia Eva Duarte de Perón se presentó en los talleres de Remedios de Escalada, los más importante de aquellos tiempos, para hablar con los huelguistas, una escena historia de la cual hay múltiples registros e interpretaciones.

La visita de Evita a los talleres ubicados en el distrito de Lanús tiene varias versiones. Se sabe que la charla no fue amistosa. Las narraciones se volvieron difusas, pero todas coinciden en que hubo gritos.

Con su carácter indomable, Evita se paró frente a los ferroviarios y les pidió que levanten la medida. Hubo protestas, reclamos, lamentos. Algunos afirman que las voces se fueron multiplicando, hasta que casi a los gritos Evita intervino. “A Perón no se le hace paro”. 

Si bien aquella visita no solucionó el problema, a partir de ella las cosas cambiaron. Para conocer más sobre este mito del movimiento obrero, Política del Sur reconstruye algunos datos y testimonios, incluso de la ficción, para dar un pantallazo sobre aquella visita de Evita a Remedios de Escalada, para terminar con el paro de un gremio que paradójicamente ella misma apadrinaba.

 

Visita histórica  

El inicio del paro en noviembre del 50 comenzó en el sur del conurbano, motorizado por la Unión Ferroviaria, en esos días bajo influencia socialista. Los guardabarreras y los peones fueron los primeros en llamar a la protesta, reclamando mejoras salariales.

Rápidamente se extendió al interior provincial, ya que se sumaron las seccionales de Bahía Blanca y Tandil. Solidarios, los maquinistas de La Fraternidad –también con dirigencia socialista –se plegaron, y en el interior puntos importantes como Rosario fueron a la huelga. La CGT intervino los gremios, y expulsó a los dirigentes que encabezaban la propuesta. pero el malestar era muy grande, y las medidas no lograron destrabar la crisis. Como la tensión crecía, Evita decidió ir en persona a hablar con los trabajadores.

Según el archivo de Historia del Peronismo, Evita se presentó y tuvo un fuerte alegato contra la huelga. “Compañeros, ¿qué están haciendo? ¿Es que no comprenden que están traicionando a quien hace todo lo que está a su alcance por ustedes? ¿O suponen que el general Perón dejó de pensar en el bienestar de ustedes y el de sus familias? Por eso he venido hasta aquí. A pedirles que vuelvan al trabajo, si eso vale mi vida, les doy mi vida. Pero comprendan que esta huelga, en la Argentina de Perón, es una traición a la patria y un gran daño contra el Pueblo, que son ustedes mismos”.

En tanto, en su libro “Marcados a fuego II. De Perón a Montoneros”, el periodista y escritor Marcelo Larraquy hace la siguiente reconstrucción del hecho.Evita les pidió que levantaran la huelga en nombre de Perón. Un obrero socialista la retrucó. Evita se ensañó con él. Los obreros, finalmente, rechazaron su propuesta. Evita los mandó a ‘la puta madre que los parió a todos’. Eso dijo. Les advirtió: ‘Aténganse a la represión’. Al día siguiente, los huelguistas debieron soportar la razia policial que se abalanzó sobre ellos. Perón estaba indignado con la continuidad de una huelga que provocaban ‘dos mil agitadores’ con la anuencia de 148 mil indecisos. El conflicto se militarizó. Los ferrocarriles se militarizaron. El que no fuera a trabajar sería procesado por violar la Ley de Seguridad del Estado y juzgado por el Código de Justicia Militar”.

Desde la ficción, José Pablo Feinmann imagina ese diálogo en el guion de la película “Eva Perón”. “El que le hace una huelga al peronismo, es un carnero de la oligarquía. Entiéndanme bien, muchachos. Yo no sé si quiero decir un carnero de la oligarquía, busco otras palabras, pero no me salen.

Hacerle una huelga a Perón es trabajar para la antipatria”, fueron algunos de los reproches de Evita. Un trabajador contestó, según Feinmann:  “Compañera. Un peón ferroviario gana 340 pesos, nada más. ¿Eso es justo, compañera?”. Evita recogió el guante y dijo: “No. Eso no es justo y hay muchas cosas que todavía no son justas. Los sueldos se van a llevar a 500 pesos, eso se los juro, pero también les juro que lo vamos a hacer solamente si abandonan esta huelga muchachos. Además, compañeros, ¿estamos hablando solamente de salarios? ¿Qué pasa? Y la vivienda, y los derechos sociales, y las jubilaciones, y las jubilaciones pagas”.

Otro laburante retrucó: “Eso es cierto compañera, pero en el ’45 no ganó la oligarquía, ganamos nosotros. Entonces de ellos no esperamos nada, pero de usted y del General Perón, esperamos todo compañera”. Entonces el diálogo, se transformó en un mano a mano: “Decime, ¿vos sos peronista?”, preguntó Evita. “Si, peronista compañera”, subrayó el trabajador. “Nosotros los convertimos en leyes, nosotros arrinconamos a la oligarquía. Les metimos miedo y le enseñamos a respetar a los obreros. ¿Y ustedes nos hacen una huelga? ¿Por 200 pesos de mierda?”, dijo Evita. El trabajador se planta en el reclamo: “Para un obrero, 200 pesos no son una mierda, compañera”. Evita saltó por encima de la cifra y reclamó lealtad: “Si lo son. 200 pesos, al lado de la política social del peronismo, al lado del amor del general por su pueblo, son una mierda compañeros. Levanten esta huelga. Esta huelga se tiene que levantar, ¿está claro?”

En primera persona

 

En La Razón de mi vida, quien fue llamada “la abanderada de los humildes”, cuenta cómo vivió esa visita. “También el papel de Evita es a veces amargo”, afirma, ya que “roda esta semana pasada, por ejemplo, me ha resultado amarga”. “Ha habido una huelga y ésta tuvo que ser declarada ilegal por injusta. Yo sé que malos dirigentes -los viejos dirigentes del anarco sindicalismo y del socialismo y los infiltrados comunistas- han dirigido todo esto. Sé que la mayor parte del gremio, y que todo el pueblo ha repudiado el proceder de esos ingratos, indignos de vivir en esta Nueva Argentina de Perón. Sé todo eso y sin embargo toda la semana he vivido amargada.

Solamente me consolé cuando decidí salir a recorrer los lugares de trabajo y conversar con los mismos obreros en huelga”, relata la propia Evita. De esa visita, que confirma duró de las 12 de la noche a las cuatro de la madrugada, se explica que “pude comprobar que la huelga era inconsulta e injusta desde que los mismos obreros no sabían cuáles eran las razones del paro”.

“No niego que mi emoción fue muy grande, al encontrarme en cada sitio de trabajo, con hombres leales y abnegados que estaban dispuestos a todo, antes que hacer lo que ellos presentían como una traición al Líder, único e indiscutido de las masas obreras argentinas. Pero esa emoción no me pudo quitar la amargura del alma. Es que yo no concibo que pueda haber en mi país, un solo obrero que no haya comprendido ya, lo que es Perón, y todo lo que ha hecho Perón por los trabajadores argentinos”, analiza Evita.

Contexto

 

La cumbre de Remedios de Escalada no finalizó con el paro, pero fue una muestra de lo que estaba en juego. El malestar de los ferroviarios por los salarios bajos y la intervención de sus gremios casi rompe una relación muy cercana.

Como explica la investigadora del CONICET Laura Badaloni, “el gremio ferroviario tuvo desde un principio, una relación muy estrecha con el peronismo y con Perón en particular. La Unión Ferroviaria participó activamente en la formación del Partido Laborista que sirvió de instrumento a Perón para llegar electoralmente al poder”. Pero los problemas económicos terminaron minando la relación.

Además, la Comisión Directiva de la Unión Ferroviaria encabezada por Pablo Carnero López rechazaba una medida polémica: la obligatoriedad impuesta a los gremios para que hagan donaciones a la Fundación Evita. Esto desató el conflicto, que Badaloni asegura dejó como saldo unos 2 mil despedidos.

 

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