viernes 19 de agosto de 2022 - Edición Nº1353

Gremiales | 22 jul 2022

ANALISIS

La CGT prepara una movilización en modalidad “elige tu propia aventuraâ€

La jornada de agosto tiene tantos objetivos como dirigentes que la analizan. Algunos insisten con apuntar a los formadores de precios, otros a la política y hasta en respaldo al Gobierno nacional. Cada interpretación se complementa con la otra. Ruido interno por los efectos de la medida.


Por: Diego Lanese

En menos de una semana, desde que la dirigencia de la CGT anunció que marchará a mediados de agosto, la jornada de protesta ya tuvo una serie de objetivos que van desde criticar a los formadores de precios a respaldar al Gobierno nacional. Como aquellos libros de los 80 donde los lectores elegían su propia aventura a medida que iban leyendo, los sindicalistas le dan forma a la movilización de acuerdo a sus intereses, e incluso algunos alertan que se trata de una protesta por la situación económica. Lo cierto es que en Casa Rosada están analizando el impacto que tendrá esta medida, que será interpretada y leída de miles de manera, en especial por la cantidad de tiempo que falta para su realización. El ruido interno apunta a la forma en que se anunció, y el moyanismo espera definiciones más concretas para pronunciarse.

 

Por el momento, la marcha del 17 de agosto tiene todas las explicaciones. Desde la original “contra los formadores de preciosâ€, hasta el respaldo al gobierno, que agregó Hugo Moyano en su vuelta a las declaraciones públicas. En el medio, hay malestar de algunos sectores –internos y externos de la CGT –por la forma en que se definió y las características. Si bien una nueva reunión del Consejo Directivo moldeó la forma que tendrá la movida, lo cierto que es “una marcha contra nadieâ€, sin oradores ni un lugar establecido. Parece poco para las enormes necesidades que están sufriendo buena parte de los trabajadores. Hasta ahora, se sabe que serán parte los grandes gremios de servicios, integrantes de la conducción, y la CTA de Hugo Yasky, cuyo plenario nacional aprobó la adhesión.

Adentro de la central obrera, las opiniones son cautelosas. La Corriente Federal de los Trabajadores, un espacio fuerte cercano al kirchnerismo que no está alineada a la conducción cegetista, pide que antes de anunciar medidas, haya debate. “Pretendemos que se accione el dispositivo democrático dentro de la CGTâ€, expresó Walter Correa, integrante de ese espacio. El pedido apunta a “debatir masivamente†la convocatoria de la central a movilizar y que quede claro para todos. Por eso, el espacio pide “su propia aventuraâ€: agregar a todo “el abanico político para respaldar al gobierno pero con propuestas y reclamos a los monopolios por la suba indiscriminada de precios, de la Canasta Básica Familiar como así también el ataque sistemático de los grupos económicos y financierosâ€.

 

El moyanismo, en tanto, no ocultó su malestar por la forma de la medida. “Nadie nos consultóâ€, dijeron en el entorno de Pablo Moyano ante la consulta de Política del Sur. En este sentido, recalcaron que la idea de movilizarse “sin objetivo†no es una idea que los seduzca. “Si no reclamamos ante los que están haciendo la corrida, los que no liquidan dólares, los que quieren volver al gobierno, no sirveâ€. Esta postura es compartida por otros sectores, como la UGATT, la cámara del transporte rebelde que lidera Omar Maturano. En voz baja, todos los sectores coinciden que para solucionar la crisis se necesita “unidad políticaâ€. En criollo, quieren ir a la página donde “Alberto y Cristina hacen las pacesâ€.

 

Peligro de default político

 

En muchos pasillos, se habla de las similitudes respecto de esta situación y la crisis del 2001, en especial ahora que se movilizan los movimientos sociales. Incluso algunos temen –o alientan –que Alberto Fernández termine como Fernando de la Rúa. Pero el escenario parece más cercano a el período que se abrió en 1989, con la hecatombe económica del alfonsinimo, y finalizó unos años después con el “uno a uno†menemista. Se trata de un período donde la crisis producida por la hiperinflación movió los cimientos del país y empujó a las dos grandes fuerzas a medidas extremas, conservadoras y antipopulares.

 

Bajo la lógica de las palabras de Bertolt Brecht, “no hay nada más parecido a un fascista que un burgués asustadoâ€, cuando la situación económica y social se vuelve extrema, la sociedad tiende a volverse más conservadora. Y obliga a los partidos políticos a adaptarse a esa exigencia. Por eso este momento se parece mucho a ese 1989, cuando el radicalismo terminó de expulsar a Raúl Alfonsín y su mirada socialdemócrata del poder partidario, engendrando la mirada liberal que llevó a De la Rúa a la presidencia –con su pata progresista del FREPASO –y que luego de esa nueva crisis profundizó esa tendencia, llevando a la UCR a ser socio de Mauricio Macri, postura que mantiene hoy.

En el peronismo, el proceso también se vivió, y hoy hay algunos indicios de poder repetirse. Al final del gobierno de Alfonsín, el PJ había comenzado una interesante renovación. Luego de la derrota de Ãtalo Luder, ganaron terrenos dirigentes jóvenes, sin vinculación con cierta complicidad con la dictadura, que se instalaron en el Congreso y los gremios. Hablamos del famoso “grupo de los ochoâ€, con Germán Abdala y Carlos “Chacho†Ãlvarez a la cabeza, pero también Diego Ibáñez, dirigente petrolero que comandó el bloque del PJ en Diputados. Esa renovación se paralizó por la crisis, y luego Carlos Menem, apoyado por los sectores conservadores del peronismo que se veían desplazados, le abrió la puerta al neoliberalismo al partido, expulsando a esa dirigencia renovadora, que en el caso de Abdala y Víctor de Gennaro no volvió más, incluso cuando Néstor Kirchner reavivó esa tendencia vinculada con la centroizquierda.

 

 

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