martes 16 de abril de 2024 - Edición Nº1959

Echeverría | 23 may 2022

EL IMPERIO DE LOS SENTIDOS

Fractura expuesta en el FDT: Lanzaron el albertismo bonaerense en tierra de un intendente anti K

Parece que las emociones pueden más que la razón en esta pelea. Echeverría fue el escenario para blanquear el armado anti K del Frente de Todos. Gray mandó selfie con el Papa y estuvo Ferraresi. La CGT y el Evita se presentaron como la columna de este nuevo espacio. La intención (por ahora), es llegar al 23. Después se verá.


Por: Ricardo Carossino

Son tiempos difíciles para el Frente de Todos, donde el imperio de los sentidos provoca imágenes que se parecen mucho a la separación sin que exista (aún) el divorcio y la división de bienes. El matrimonio ideológico entre la derecha y la izquierda peronista no llegó a su fin, pero transita un terreno pedregoso.

¿Será que hay momentos en que la máxima de los melones en la carreta no funciona? De ser así, hay tres razones para que los melones no se están acomodando en el camino: o no hay melones, o no hay carreta o no hay camino. Quizás, esté faltando camino, será que tenía razón  Antonio Machado cuando postuló: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.  

La renuncia del secretario de Comercio, Roberto Feletti, es un ejemplo de las diferencias expuestas que existen en el FDT, de la misma manera que la visita del Presidente de la Nación, Alberto Fernández, al municipio de Esteban Echeverría, un territorio declarado anti K, según el comportamiento político que ha tenido su intendente, Fernando Gray. que no estuvo en el acto, pero que mandó una foto clave en este armado: el papa Francisco. Quizás esta visita a Papa de Gray tuvo mucho que ver con la actitud de Alberto F. de suspender su visita a la Antártida y confirmar su presencia al Tedeum del 25 de mayo.

La puesta en escena del acto en Echeverría ratificó las diferencias, que el mismo Alberto Fernández se encargó de blanquear cuando obligó al kirchnerismo a tomar una postura en relación al aumento de tarifas, proponiendo que quienes no estuvieran de acuerdo dieran un paso al costado: Feletti es el adelantado.

Alberto F. no tenía albertismo cuando en 2021 se recostó sobre el kirchnerismo para salir a pelear las legislativas en las que el FDT perdió nada menos que 4 millones de votos que fueron a parar al frente Juntos y que (párrafo aparte), dilapidó a la semana de ganar las elecciones por la rutilante aparición de un oscuro y misterioso Javier Milei (una actualización doctrinaria del ex crédito bonaerense, Francisco de Narváez).

Divididas las aguas en el FDT, ahora Alberto F. necesita tener una arquitectura que le permita, al menos, terminar su mandato y no llegar a diciembre del 2023 como un pato rengo, algo que han padecido todos los presidentes con el poder licuado. En el caso de Alberto F. todo empezó con la foto de Olivos, que fue la remake del cajón de Herminio.

La incógnita hasta hace un mes era con quién armar el albertismo y la “X” se despejó este fin de semana pasada en Esteban Echeverría. Por orden del Presidente de la Nación, fue el jefe de Gabinete, Juan Manzur, quien convocó a los ministros para pedir expresa y públicamente que se muestre el respaldo al Gobierno nacional.

Y el armado empezó por la Provincia de Buenos Aires, territorio que viene siendo preparado por la nueva alianza entre el kirchnerismo y una parte de los intendentes peronistas para sostener el poder bonaerense en 2023, calculando que con estas condiciones actuales es imposible retener el poder nacional.

Esta arquitectura reciente que en realidad viene siendo pensada desde que se cerró el acuerdo con el FMI, tiene como uno de los pilares a la CGT más anti K del espectro obrero. Son los viejos “gordos”, los que nunca tuvieron empatía con La Cámpora y que para no poder un lugar político cerraron una alianza con Mauricio Macri en su momento.

En su discurso, el Presidente puso el acento, obviamente, en su condición ideológica, en momentos en que se le cuestiona su peronismo: “Fui peronista toda mi vida y (lo que hace) es lo que nos enseñaron Perón y Evita”. Los aplausos de las filas de los “gordos” no se hicieron esperar. Había que ratificar la pertenencia para que los sindicatos se quedaran en el acto.

La otra pata importante del armado es el Movimiento Evita. La presencia en el acto de Emilio Pérsico y de Fernando “Chino” Navarro muestra el perfil más popular con que se quiere pintar al albertismo. Hay en esta línea, un factor determinante en la Provincia: Lomas de Zamora.

Navarro es un hombre del Municipio que tiene como dueño político al nuevo aliado de Máximo Kirchner. El jefe de Gabinete, Martín Insaurralde ya cerró con el kirchnerismo un acuerdo a cambio de que Axel Kicillof no llegue (también) como pato rengo al 2023.

Lomas de Zamora, como lo indica la historia de los últimos 30 años, sigue siendo la capital política de la Provincia de Buenos Aires y allí se dirimen los liderazgos que sostienen o derriban gobernadores. Verbigracia: el Grupo Esmeralda y la anterior ejecución de la Alianza en 2001.

Para arrancar el aplauso del Evita también el Presidente de la Nación dedicó un párrafo: “Tenemos que asumir la realidad de la economía popular. Yo celebro que trabaje la economía popular, junto con las CGT, porque lo que quiere la Argentina no es hombres y mujeres con planes sociales, quiere hombres y mujeres con trabajo”.

En el palco estuvieron, ante todo, Sergio Massa (el puente que mantiene el frágil cordón umbilical entre Alberto y la vicepresidenta Cristina Fernández), la otra pata necesaria como es el moyanismo con la presencia de Pablo Moyano (también otro puente, pero con Máximo Kirchner en la provincia), Héctor Daer, los diputados más albertistas Victoria Tolosa Paz y Leandro Santoro y el embajador Daniel Scioli.

Por supuesto, estuvieron los dos ministros más anti Cámpora del gabinete como Juan Zabaleta (Hurlingham) y Gabriel Katopodis (San Martín). Desde sus distritos, incluso La Cámpora mantiene un silencio prudente y rechazan cualquier invitación a charlar of the record.

Faltó nada menos que el gobernador Axel Kicillof, que eligió hacer su propio acto en Escobar, para, además, limar asperezas con su intendente Ariel Sujarchuk, en momentos en que todo apoyo vale mucho. Acompañado por parte de su gabinete, el gobernador marcó así sus diferencias con Presidencia de la Nación.

Una fuente consultada por Política del Sur (hombre del armado más fiel al gobernador Kicillof) dio a entender que la ausencia de intendentes obedece a no romper y tampoco a no inclinar la balanza, porque (de manual) la premisa de ese grupo es retener el poder en los municipios para sostener el armado kirchnerista bonaerense a cambio de que el próximo gobernador sea un intendente.

“De todos modos -indicó esta fuente-, la pirotecnia verbal irá bajando con los meses para no provocar un sisma del que nadie pueda volver atrás”. Con “nadie” se refiere a Alberto Fernádez y a Kicillof, que gobierna el territorio donde el kirchnerismo quiere refugiarse en 2023 en caso de un terremoto político.

El otro funcionario del gobierno nacional que ahora se posiciona en la ancha avenida del centro es el hombre de Avellaneda, el ministro de Hábitat, Jorge Ferraresi, que, cercano a Cristina F. no tuvo reparos en pelearse con un senador de La Cámpora que pedía “sangre”. Ferraresi como Sergio Massa, son los parlamentarios de la unidad, aunque haya que “suspender los principios ideológicos para la conservación del poder”, dieron a entender desde su entorno.

La síntesis de este fallido relanzamiento del Gobierno con la presentación solapada de su apurado armado, es que Alberto Fernández no logró la foto de respaldo político que esperaba. El kirchnerismo, los gobernadores e intendentes peronistas eligieron no estar y le vaciaron el acto.

El sanjuanino Sergio Uñac fue el único gobernador que dijo presente, confirmando la distancia que los mandatarios provinciales están tomando del Presidente, en un clima de tensión con la Rosada porque el ministro Martín Guzmán quiere hacer pasar buena parte del ajuste acordado con el FMI por las provincias.

Con lo que tiene, el Presidente de la Nación armó una estructura con escasa convocatoria que le servirá para mantener una tibia presencia de ánimo en medio de una interna furiosa que hace explosión en el territorio bonaerense, una inflación que licua cualquier medida salarial que tome y una gestión atada a las exigencias del Fondo.

 

 

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