viernes 26 de abril de 2024 - Edición Nº1969

Sociedad | 14 may 2022

HISTORIAS FANTASTICAS

La llorona, un alma en pena cuyo lamento se escucha por las noches: “Ay, mis hijos”

La leyenda nació en México, de la mano del mito de Malinche, y se extendió a todo el continente. Muchas personas la vieron en distintas zonas de la región. Algunas historias tienen escalofriantes lazos con nuestra realidad.


Por: Diego Lanese

La pareja camina tranquila por las calles desiertas de Luis Guillón, una noche fría del 2006. La bruma del invierno húmedo oscurece la vista, y las luces callejeras pelean para iluminar las esquinas, formando burbujas plateadas. Están a pocas cuadras de la estación de trenes, hasta que algo blanco, inquieto, llama su atención.

 

-Quedate tranquila, pero en la esquina nos está esperando, atrás del árbol. No te asustes –dijo él, en voz baja.

 

-De qué hablas, no veo nada –contestó ella, algo inquieta.

 

-Si no la mirás no te hace nada, pero no hay que correr –instruyó él, cambiando de lugar y dejando que ella quede del lado de la vereda.

 

-Pero yo no veo nada –insistió ella.

 

-Cada tanto sale por esta calle, y hasta se para delante de los autos. Mirala, pero no le hables –finalizó él, llegando al final de la calle, donde se concentraban sus miradas.

 

-Pero de quién hables.

 

-De ella, de la llorona.

 

***

 

La leyenda de la llorona, un alma en pena que vaga por las noches lamentando la pérdida de sus hijos, nació en México, en tiempos anteriores a la llegada del español a este lugar del mundo. A diferencia de otras leyendas urbanas, este relato está bastante documentado desde que comenzó a circular, aunque el tiempo fue modificando algunos de sus aspectos, y dándoles diversos sentidos. Fray Diego Durán, uno de los primeros evangelizadores españoles en suelo mexicano, escribió la primera referencia sobre la llorona, en palabras del emperador azteca Moctezuma II. Según su relato, el rey soñaba con “una mujer que lloraba y gemía”, lo que generaba temor en la población. El significado, se temía, era que esta aparición adelantaba “el fin de los tiempos”.

 

Pero la leyenda se potenció cuando se fusionó con otra historia fundacional de la cultura mexicana de la conquista: la de Malinche. Se trata de una indígena que se convirtió en la amante de Hernán Cortez, conquistador de México. La pareja tuvo un hijo, que el español se llevó de vuelta a su país, desatando el dolor de la mexicana. A partir de esto, se empezó a decir que la llorona era en realidad Malinche, que recorría las calles lamentando ea pérdida. Además, la leyenda suma un nuevo aspecto: el de la mala madre. “El nombre de ‘Malinche’ significa traidora, y los indígenas veían en esta la encarnación de la traición y a raíz de que pierde a su hijo, para el pueblo mexicano se convierte en un símbolo de la maternidad, pero de la maternidad triste, ofendida y humillada por el papel triste de entregar a su hijo Martín Cortés, y ella jamás lo vuelve a ver”, explicó historiador mexicano Efraín Franco Frías.  

Es que además de traicionar a su pueblo, Malinche perdió a su hijo, y se volvió un ejemplo de las cosas que una “buena mujer” no debía hacer. “Se convierte en instrumento de traición y también en el símbolo de la mala madre que no es capaz de defender a su hijo y se entrega a las tentaciones, a los placeres”, agregó el historiador. Con el correr de los años, la llorona se volvió una marca cultural de México, y en estos años, siglos, su figura se cristalizó en canciones, libros y películas. Desde la novela de Rodolfo Anaya, que indaga en el origen, mitología y funciones de la leyenda, hasta la película de 2019 del cineasta guatemalteco Jayro Bustamante, el mito fue creciendo y reconfigurándose. Además, hay un tema, inmortalizado por Chavela Vargas, de autor anónimo, que comenzó a circular en el istmo de Tehuantepec (Oaxaca), que si bien no se sabe si está dedica a esta mujer, es muy fácil asociar.

 

***

La pareja de Luis Guillón atravesó la esquena no sin sobresaltos, mientras detrás de un árbol, la mujer completamente vestida de blanco la seguía con una mirada inquieta, desconfiada, intrigante. En la mano una enorme cruz de madera, y a su lado una nenita de pocos años, con un vestido poco apropiado para el frío de aquella noche. Ellos no fueron los primeros ni los únicos con toparse con esta mujer, a quien los vecinos ya nombraban como la llorona. Como los tacos o los mariachis, la leyenda de la madre en pena por sus hijos se exportó a toda la región, y en todos los países queda constancia de su aparición. En el conurbano, además de los testimonios guillonenses hay registros en Lomas de Zamora. Como contó la escritora, docente e investigadora lomense Dietris Aguilar, la llorona en Santa Catalina “es una de las primeras leyendas orales que circula” por la región. La misma trata sobre “una mujer que llora pidiendo por sus hijos mientras camina por las vías”. “Se cree que la persona que la ve es la próxima que va a morir”, advirtió.

 

En todo país, hay muchos registros de la presencia de la llorona, que además suma un elemento cultural propio de nuestra historia: la figura del desaparecido. Según se cuenta, en 1975 una mujer cordobesa denunció que le robaron a su bebé de 18 meses. Luego de buscarlo incansablemente, consumida por el dolor, desapareció. No se supo más de ella. Muchos afirmaban que se ahorcó en 1978, otros que las autoridades decidieron “silenciar” su reclamo, lo cierto es que no se supo más nada de esa mujer. Pero en 1990, en Villa María, un hombre dice haberse topado con una mujer de blanco, los pelos en la cara, quien le preguntó insistentemente por su hija. A partir de esa aparición, muchos testimonios dan fe de haberla visto.  

En las últimas décadas, hay cientos de testimonios de la llorona. En tiempos de celulares y cámaras, hay muchas imágenes y videos que buscan ser prueba de su existencia. En el 2019, un camionero le tomó una foto a la que cree es la imagen de una mujer similar a la llorona, en los Cañaverales de Güemes, en Salta. En el barrio Santa Catalina de la capital de Corrientes, circuló en agosto de 2020 un video donde se escuchar gritos espeluznantes, atribuidos a esta leyenda. Uno de los casos más curiosos se dio en Villa Concepción del Tío, localidad cordobesa, donde vecinos filmaron los grupos de una mujer, y ante el temor de los presentes la situación termina con unos cuantos tiros.

 

***

 

Detrás de cada llorona hay una historia. Como Malinche detrás del mito original, en cada aparición hay algo oculto, latente, esperando ser descubierto. En el caso de la primera aparición argentino, algunas investigaciones dieron con el nombre de la mujer desaparecida: María del Carmen Monterriego. Respecto a su aparición, se sabe que el hombre que se topó por primera vez con la mujer se llama Raúl, y su testimonio fue recogido por diversos medios. Su muerte fue anotada como suicidio, pero en tiempos de represión ilegal y genocidio, el término es cuanto menos dudoso.

 

En cuanto a los testimonios locales, la llorona de Luis Guillón y la de Santa catalina tienen en común la cercanía con el neuropsiquiátrico de mujeres Estévez. “Cerca de donde termina el recorrido de este tren está el hospital Esteves y muchos suelen asociarlo a una paciente que se escapó y que siguió el camino de las vías", apuntó Aguilar. En el caso guillonenese, reconstruyendo la historia de la mujer, se sabe que era la esposa de un conocido pasador de quiniela clandestina, apodado “pajarito”, cuya casilla se incendió una noche trágica. El hombre murió, lo mismo que sus dos hijos más grandes, mientras su mujer y su hija más chica se salvaron. Atormentada por la tragedia, se aparecía por las noches, entre gritos y miradas siniestras. Quienes tuvieron el valor de acercarse lo suficiente aseguran que parte de su cara mostraba las cicatrices del fuego. Y esa pena que se contagia, y atormenta. “A un Santo Cristo de fierro, llorona /mis penas, le conté yo /cuáles no serían mis penas, llorona /que el Santo Cristo lloró”.    

 

OPINÁ, DEJÁ TU COMENTARIO:
Más Noticias

NEWSLETTER

Suscríbase a nuestro boletín de noticias