Por: Federico Cedarri

La política vernácula continúa con su desparpajo de curiosidades que van envolviendo la situación que impera dentro del escenario bonaerense.

El gobernador Axel Kicillof luego de un incierto balbuceo en sus definiciones que lo ubicaban en un punto intermedio en la disputa política del presidente Alberto Fernández y su vice, pateó el tablero y tomó resueltamente partido por su jefa política: Cristina Fernández de Kirchner.

El mandatario desplegó un sinfín de lealtades hacia la Vicepresidenta durante los actos conmemoratorios del 24 de marzo, cuando se mostró con Máximo Kirchner en la contundente movilización que concretó La Cámpora hacia Plaza de Mayo haciendo gala de su poder de convocatoria.

El mandatario se empapó de proselitismo junto a las Madres, y flanqueado por la cada vez más crítica del Presidente, Hebe de Bonafini, prodigó con efervescente verba una diatriba donde aseveró que nadie que no quiera pelearse con nadie puede permanecer en el Frente de Todos.

Pareció un tiro por elevación a los ministros que más cuestiona el kirchnerismo por su supuesta tibieza: Julián Domínguez y Matías Kulfas, que se presentan partidarios de no dinamitar los puentes con los productores rurales,  industriales y supermercadistas.

En rigor, Kicillof mostró las cartas, no está conforme con las medidas que tomó el Presidente en su “guerra” contra la inflación, las considera naif: sostiene en privado que era necesario un incremento de las retenciones a los productos como la soja y el trigo, y se muestra partidario de la creación de fideicomisos para morigerar las subas en alimentos relacionados con los commodities.

Sin embargo, todos estos simbolismos de alienación con la línea más dura del Frente de Todos no alcanzan a disipar los desencuentros existentes entre el mandatario provincial y el jefe de La Cámpora.

Es que desde la agrupación que lidera Máximo Kirchner no se mueven un ápice de su pretensión de generar un candidato propio de su espacio ya sea para encabezar o acompañar en una hipotética formula a la gobernación a algún representante de sus socios estratégicos: los alcaldes del conurbano.

En esos planes la figura de Kicillof solo es contemplada para secundar a la vicepresidenta Cristina Kirchner en un reversión de lo que fue el rol que cumplió Jorge Taiana en 2017, cuando la Jefa transitó la experiencia de Unidad Ciudadana.

La Cámpora y el kirchnerismo salieron fortalecidos de sus cruces en algunos distritos con referentes ligados al incipiente albertismo el pasado domingo en el marco de las internas del PJ bonaerense.

Recalcan lo acontecido en Chascomús donde el candidato Alfredo Machín venció a Mariano Fernandino, hijo de Norberto un histórico ex intendente de ese reducto, y por sobre todas las cosas el candidato que auspiciaba con el apoyo de todo el aparato comunal el alcalde Javier Gastón, referente del massismo pero con buen anclaje en el albertismo.

También triunfó en Tres de Febrero el camporista Juan Debandi obteniendo más del 50% de los votos contra la ortodoxia justicialista que llevaba en la boleta a al ex titular de Salud de Scioli, Alejandro Collia, bancado en esta ocasión por el inoxidable Hugo Curto.

Mar del Plata, pese al triunfo de la lista de Fernanda Raverta, despertó sinsabores en la agrupación otrora juvenil, es que la lista de Eduardo Cóppola obtuvo casi el 60 por ciento de los votos pero el actual titular partidario Juan Rapacioli no solo logró la minoría sino que superó el 40% de los votos con el paraguas de unos de los directores de Correo Argentino, Rodolfo “Manino” Iriart que contaba con la venia del canciller Santiago Cafiero para la aventura electoral

En Ayacucho, donde el ex intendente Dario David ligado al peronismo tradicional ostentaba la presidencia del partido hace casi 20 años, la agrupación de Máximo dio la sorpresa de la mano de Juan Pedro Erreguerena, y por casi 200 votos de ventaja desalojó al davidismo de la conducción local.

Kicillof sigue despertando el recelo de La Cámpora

Si bien el gobernador bonaerense adaptó una política de clara diferenciación del gobierno de Alberto Fernández, el gesto no logró conmover a los integrantes de La Cámpora que impertérritos continúan con su alianza con los alcaldes del conurbano con quienes han repartido el poder del peronismo bonaerense y de buena parte del poder legislativo, además de haber ganado cada vez más terreno en el gabinete de Kicillof.

Una muestra de la distancia que todavía se observa entre esa cofradía y el mandatario se dio durante la semana precedente cuando los alcaldes del conurbano solicitaron en carácter de urgente una reunión con Kicillof para discutir cuestiones que atañen a la seguridad: los intendentes quieren volver a tener el manejo de la policía local en desmedro de la centralidad en el mando que dispuso Berni.

En ese sentido, quién escabezó la demanda fue el mismísimo jefe de Gabinete provincial, Martín Insaurralde, que también alienta a los intendentes de todo pelaje político del interior a plegarse al reclamo de sus pares del conurbano.

El ex intendente de Lomas de Zamora deja al descubierto su aspiración de ir por el premio mayor en 2023, y para ese fin ha formado en su área una superestructura que se encargará de monitorear y atender la demandas de todos los intendentes bonaerenses