Trascendió en horas del lunes, en los pasillos del Concejo Deliberante de Lanús, que el flamante secretario del HCD, el ex concejal Héctor Montero, se habría chocado con una pared de rechazo ante una curiosa iniciativa que tuvo días atrás, en el marco de la reunión que el Ejecutivo de Lanús mantuvo con los gremios de trabajadores municipales de Lanús, el STML y el STMLA.

La fuente consultada por Política del Sur, proviene del mismo seno del HCD, conocedor de los entretelones del cuerpo deliberativo desde hace unos años y dio cuenta del hecho que se mantuvo en secreto, pero que habría sido revelado para este medio.

No fue grave en términos políticos lo que aconteció con el ex peronista que ahora revista en las filas del macrismo, pero habla, si se quiere de la licuación de poder que sufrió el ex edil, en el frente de Mauricio Macri y María Eugenia Vidal, algo que no sucedió con otras figuras que siguen sosteniendo un lugar preponderante el Juntos de Lanús, como Omar López y Noelía Quindimil.

Da cuenta la fuente, de que Montero habría solicitado el listado completo de los trabajadores del Concejo Deliberante y que desde la Administración del cuerpo no sólo le rechazaron el pedido, sino que le hicieron saber que no tenía la categoría política y administrativa para revisar esa nómina.

Llama la atención que un secretario parlamentario quiera involucrarse en un listado que puede ser sensible a que un dirigente con intereses partidarios de la patronal quiera “revisarlo”, cayendo de este modo en una práctica que raya el espionaje, característica que acostumbraba, según denuncias presentadas en la Justicia, el ex presidente de la Nación, Mauricio Macri.

No se entiende por qué querría Montero pedir dicha nómina, lo que despierta inevitablemente sospechas de sus intenciones “non sanctas” en cuanto a los nombres de los empleados municipales.

Claramente, el “ninguneo” al que fue sometido Montero, habla a las claras de su condición llevada a la mínima expresión política en un espacio en el que no tiene ya voz ni voto, dado que sus propios colegas le ponen límites a una voluntad dirigencial cada día más depreciada.