Muchos problemas que aparecen en el sexo están vinculados a la comunicación de las parejas, ya que el hablar es un pilar de un ejercicio sano de la sexualidad. En muchos casos, son errores muy comunes, que en la vida sexual impactan mucho. “Lo primero que hay que hacer es dar un mensaje claro y que al otro le llegue limpio”, explicó la sexóloga licenciada Silvina Lizarraga, que en su columna habitual con el programa radial de Política del Sur. Con este objetivo, se puede perder de vista que hay una comunicación con las palabras y otra con los gestos, y que ambas son importantes.

Lizarraga remarcó un primer problema en comunicación sexual: el rotular. “Usar palabras como impotente o frígida, son ofensas que degradan al otro, que le ponen una etiqueta, y ese otro lo compra, y no lo puedo revertir. Hay que tener mucho cuidado con las palabras con las que defino al otro”, agregó. Además, cualidades corporales vinculados con el sexo no ayudan.

Otro problema de comunicación sexual está vinculado a la descalificación. “Se coloca al otro en un lugar de inferioridad, decir ‘no sabés tratar a una mujer’, lo tirás para abajo”, destacó la especialista. Esto se da en muchos casos primero en otros ámbitos de la pareja, y luego terminan apareciendo a la hora de tener relaciones sexuales. “Hay gente con un nivel de desvalorización personal que no se dan cuenta que los siguen pisoteando”, agregó.

Cuando este tipo de situaciones ocurre, se empieza a trabajar de a poco con la comunicación, viendo “en qué condiciones está la pareja, por lo general hay dos o tres cosas que mejoran rápido, y por ahí se abandona el tratamiento, por eso hay que reforzar desde otros aspectos”. Otro tema es la autoestima de quien es desvalorizado. “Puede ser que desde chico sufra esto, viene con una historia, lo mismo que el agresor”, dijo Lizarraga. “Es muy complicado cuando el diálogo de las parejas se realiza desde estas formas, es muy complejo sobrellevar esto, hay mucho daño, hay que solucionar mucho para poder salir de esta forma de diálogo. Están dañados dos los, y no saben cómo pedir amor”, recalcó.

Otro problema es la inoportunidad de las palabras, que se dicen y descolocan al otro. Estas palabras, remarcó Lizarraga, pueden ser “obscenidades que al otro no le gustan, o cosas de la vida cotidiana en un momento de intimidad. Siempre hay que busca el consenso, uno puede decir que le gusta decir tal cosa, y el otro debe poder decir que no le gusta. Hay que negociar”. Si no se dicen esas cosas, “no se va a adivinar, y se va por lo que uno quiere. Hay que lograr un acuerdo, y hablar claramente lo que uno quiere”.