jueves 25 de abril de 2024 - Edición Nº1968

Provincia | 26 oct 2020

A 10 años de su muerte

“Kirchner tenía una vocación de militancia única que no he visto en otra persona”

El diputado del Frente de Todos Walter Abarca tiene en su haber un hito insoslayable: Fue quién primero apostó su suerte en territorio bonaerense al destino político del santacruceño.


Este 27 de octubre se cumplen diez años de la desaparición física del ex presidente Néstor Kirchner, y como sucede con cada líder político que marcó una época, fue capaz de despertar las más grandes pasiones en importantes sectores populares, como también generar un epicentro controversial en otra porción de la población.

Más allá de las divergencias en torno a su figura nadie discute su estirpe e impronta que trazó un pedazo de historia argentina, y quizás una de las personas que mejor conoció esa textura política fue el diputado peronista Walter Abarca que compartió junto a Kirchner diez años trascendentales de la historia de nuestro país.   

Conviene retrotraerse a mediados del año 2000, en los albores del nuevo siglo la provincia de Buenos Aires era gestionada por Carlos Ruckauf que pugnaba a junto a Carlos Reutemann y José Manuel de la Sota dirimir la candidatura presidencial del peronismo para 2003.  Lejos estaban entonces los ruidos de las cacerolas que pusieron fin a esa interna afiebrada de los tres mosqueteros, como se los denominaba entonces, que parecían tener la llave del peronismo.

Walter Abarca desafió el poder del entonces mandamás del justicialismo bonaerense, Eduardo Duhalde, y le brindó una plataforma de lanzamiento a Néstor kirchner en una reunión de dirigentes políticos de segunda línea en el Sindicato Gráfico de la ciudad de La Plata, en la calle 6 entre 55 y 56: “ese día, 26 de octubre  de 2000, constituyó el primer acto político de Kirchner en la provincia de Buenos Aires”, rememora el legislador”.

“Yo era apenas un simple concejal de Saladillo y por gestiones con gente del sindicato que comandaba Raimundo Ongaro pudimos llevar a Néstor que había lanzado su candidatura presidencial e invitamos a algunos compañeros para que pudieran escuchar su mensaje”, completó.

“Recuero que en ese encuentro nos comentó que comenzó a profundizar sus conocimientos de economía para poder discutir con el todopoderoso ministro de Menem en los 90, Domingo Cavallo”, siguió el diputado.

Coincidencias del destino, pocos meses después Cavallo volvió al ruedo como superministro de la De la Rúa, que apelaba al mentor de la convertibilidad como intento inútil por evitar la debacle.

Un emocionado Walter Abarca expresó ante PDS que Néstor Kirchner constituyó su padre político y su segundo padre en la vida: “todo lo que soy es por él, yo era un ignoto desconocido en la política cuando lo conocí a kirchner allá por el  año 2000, no provengo de familia política ni tenía apellido político”.

“Kirchner me permitió jugar en primera, con el marco de subjetividad que tiene lo que voy  a decir, para mi es el mejor Presidente de la historia argentina después de Juna Domingo Perón”, rubricó.

Fundamentó esta calificación con una anécdota: “Cuando lo conocí en un café de la Capital Federal nos habló dos horas y media de su proyecto político, un plan de desarrollo para la Argentina y él lo sintetizaba diciendo que teníamos que construir un país en serio y eso significaba, soberanía política, independencia económica y justicia social.

Después de aquel día no me baje más de ese tren- relató- y lo acompañé a cientos de charlas, reuniones y actos, y él siempre reiteraba que tenemos que vivir  de lo nuestro para tener soberanía política. Planteaba que había que tener superávit comercial para poner en marcha un fuerte modelo de desarrollo neokeinesiano que moviera la economía y que recuperara el mercado interno para de ese  modo  generar distribución”, graficó Abarca.

Y redundó en más detalles de las intenciones políticas de Kirchner: “Decía que íbamos a pagar la deuda externa y a nosotros nos parecían utopías todas esas cuestiones que planteaba”.

Posteriormente, refirió que ya convertido en secretario privado del entonces presidente Kirchner sobre fines del 2003 le tocó participar de un convite en el que el mandatario explicaba sus planes inmediatos: “Nos decía que había que tener 5000 millones de pesos de superávit para largar un plan de viviendas, 1000.000 casas, tres puestos de trabajo por cada una son 3000.000 puestos de trabajo y con eso vamos a poner en marcha la economía”.

Y prosiguió: “En bien se logró el superávit y con cerca de 4 mil y pico de millones de pesos se anunció el primer Plan Federal, que constaba de 120 mil viviendas con un valor de entre 45 y 60 mil pesos per cápita, al tiempo que se generaron 360.000 puestos de trabajo”.

Haciendo un paralelismo con los tiempos actuales consideró que el legado de Kirchner encarna un antecedente a tomar en cuenta: “La Argentina que encaró Néstor Kirchner no difiere del país de hoy,  el país debía el equivalente al 120 de su PBI cuando asumió, encaró la renegociación con aquella frase de los muertos no pagan, y a partir de genera superávit comercial logró crecer a tasa chinas durante los cuatro años de su mandato”.

Aseguró que la salida de la actual crisis debe sostenerse en aquellos principios: “Si bien Néstor no institucionalizó el Consejo Económico y Social, lo militó y le puso en cuerpo todos los días”.

“Trabajaba desde las 7 y 30 de la mañana hasta a veces la 1 de la madrugada construyendo con los distintos actores, se sentó con cuanto dirigente gremial, político,  económico, social y cultural tuviese ganas de escucharlo  y de esa manera generó una sinergia en la Argentina de juntar a todos los sectores en un mismo horizonte”, indicó.

Abarca señaló que el ex presidente era un conocedor de la economía argentina como pocos: “Con cada sector podía discutir la cadena de valor de cada producto,  y no era ese aspecto un condicionamiento para su interlocutor sino que también ponía la estructura del Estado para ayudarlos”.

Cuenta que les decía: “Acá está el Estado de tu lado, generemos riqueza juntos”.

En forma posterior, Abarca reveló características de Kirchner de la cotidianidad: “Era una persona humilde común y sencilla, le daba cero importancia  a todo lo que tuviera que ver con el protocolo y la frivolidad”.

Destacó una frase recurrente de ex mandatario: “Somos personas normales con responsabilidades importantes. La Casa Rosada estaba abierta a todo el pueblo, vos podías ir a platear un problema y podías terminar con el presidente mano a mano contándole la situación y el problema”.

Abarca hizo hincapié en la modalidad peculiar que tenía Kirchner para atender las necesidades que le llegaban día a día: “Había boxes con 4 o 5 trabajadores sociales, psicólogos, abogados para atender  a la gente que se acercaba a la Rosada, y cada tres o cuatro horas hacían  un  corte y le llevaban a Kirchner todos los casos y veían la posibilidad de poner los casos en agenda, y si aquella no estaba muy saturada los terminaba atendiendo”.

Explicó que Kirchner les daba consejos para atender a la gente: “Nos decía que teníamos que hablarle a la persona con absoluto respeto y escucharlo todo el tiempo necesario, vos representas la cara y el oído del presidente de la Nación, tenés que trasmitir la seguridad de que todo  lo que te va a contar vos se los vas a transmitir al presidente".

“Eso le facilitó construir con la gente una relación particular y le permitía tener un termómetro, por lo que no necesitaba de encuestas para saber que le estaba pasando a la gente, a veces terminaba atendiendo a 3 o 4 personas por días en la Casa Rosada y podía ser alguien que iba a pedir trabajo, una vivienda o platearle un problema con su empresa”, apuntó el diputado provincial.

Y ponderó una peculiaridad del ex mandatario: “Cuando salía de un acto y se tiraba entre la gente, no era para la foto, lo hacía para escuchar lo que la gente le decía, lo que el tipo común le comentaba, y  prestaba mucha atención a esas manifestaciones”.

E insistió con las cientos de historias de la relación fluida de Kirchner con la gente común: “Venía y nos decía que le habían contaron tal cosa o tal otra, o gente que le decía, Néstor te quiero contar tal cosa, y él le dejaba su tarjera y le pedía que lo fueran  a ver a la Casa Rosada”.

Para finalizar resumió el ímpetu y la capacidad de gestión de Néstor Kirchner: “Cualquier tema del país terminaba resolviéndolo él, y a la vez tenía un conocimiento del mismo a la perfección”.

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