jueves 18 de abril de 2024 - Edición Nº1961

Nación | 31 ago 2020

POR MÓNICA TOBAR

Hablemos de “los que triunfan al fracasar”

Lejos de ser un error del conocido concepto de Sigmund Freud “de los que fracasan al triunfar”, es esta otra mirada de una conducta propia de las neurosis vigentes, relacionadas con las aspiraciones a los puestos de poder de algunos personajes políticos de nuestros tiempos.


En 1916, Sigmund Freud publica en la revista “Imago” un artículo denominado “Algunas tipos de carácter dilucidados por el trabajo psicoanalítico”, en el que se hace mención, entre otros, a aquellos casos particulares que en su momento llamó “los que fracasan cuando triunfan”. Se refiere a ciertos cuadros de personalidad en que, tras alcanzar deseos o aspiraciones larga y profundamente perseguidos, enferman sorpresivamente o realizan conductas discordantes con sus anteriores ambiciones, apareciendo también sentimientos de culpa, ansiedad, angustia, depresión, conductas de auto-boicot, etcétera, todo aquello que impida disfrutar lo conseguido, denotando una valoración similar a “demasiado bueno para que me pase a mí” y “tal vez no merezco tanto”.

Sentimientos y pensamientos vinculados a dos vertientes, una a la culpa inconsciente relacionada remotamente a cuestiones edípicas, la otra referida a un escaso cuantum de autoestima.

Este breve resumen de la conducta que nos ocupa pretende permitirnos pensar en su opuesta, es decir, los que triunfan al fracasar”, cuando no es el éxito lo buscado consciente e inconscientemente, sino que se llevan a cabo acciones que aseguran la idea del fracaso permanente. Su motivación no es tan lejana a la conducta anterior, puesto que, al no considerarse “lo suficientemente merecedores de aquello deseado” y también idealizado, la herida narcisista no será tan profunda para su menoscabada autoestima o para su evaluación tan elevada del objetivo perseguido, siendo mitigada así la exposición al dolor psíquico concomitante.

La búsqueda del fracaso está relacionada con la historia de vida, los vínculos, autoestima, fracasos anteriores y miedos actuales.

Deberíamos hacer una breve referencia a otro factor que puede intervenir en las conductas de los personajes políticos sobre los que centramos este artículo, y es la consideración del síndrome de “Hybris” (en griego “desmesura”) (SH), trastorno emocional que sufren las personas relacionadas con el poder en cualquiera de sus formas.

Este SH ha sido tratado por David Owen, médico neurólogo y político británico, en su libro “En el poder y su enfermedad”, descripto como un exceso de autoestima y de confianza en sí mismo y en sus consideraciones, que lo llevan a tener una lectura distorsionada de la realidad, ver sólo lo que quieren ver y considerando el aceptar opiniones ajenas como una flaqueza propia, creyendo así que pueden hacer lo que les parezca con lo que quieran.

Tenemos así algunas vertientes para evaluar las conductas seguidas por algunas personalidades de nuestra historia reciente, como el caso del Sr. Darío Hugo Díaz Pérez, cuando siendo presidente del Partido Justicialista de Lanús, prefirió que los candidatos perdieran con Néstor Grindetti para conservar ese escudo o sello vacío. En el orden nacional, se podría citar al Sr. Jorge Altamira, fundador y dirigente del Partido Obrero, quien se presentó en cinco oportunidades como candidato a la Presidencia de la Nación. También, al Sr. Ricardo Alfonsín en ocasión que Néstor Kichner lo respaldara para que se impusiera a Cobos en la interna radical.

¡Seguramente el lector podrá pensar en algunos otros casos!

                                                                                            

Mónica A. Tobar

Lic. en Psicología (UBA)                                                                                       

OPINÁ, DEJÁ TU COMENTARIO:
Más Noticias

NEWSLETTER

Suscríbase a nuestro boletín de noticias