domingo 10 de noviembre de 2024 - Edición Nº2167

Sociedad | 18 may 2020

ENTREVISTA

María Esther Romero: “Lo primero que sentí fue dolor y un miedo tremendo”

El 20 de agosto de 2010, la familia de Érica Soriano esperaba a la joven para comer. Pasaron las horas, se hizo de noche. Nunca Llegó. María Esther Romero, madre de Érica, relata en carne propia lo que sintió en ese momento. Una historia que dolorosamente se sigue repitiendo, la de los femicidios, la de la otra pandemia.


Por Laura Cabrera (Periodista de la Secretaría de Comunicación Social) 

Hace pocos días, la Justicia confirmó la condena a 22 años de prisión para Daniel Lagostena por el homicidio de Érica Soriano. La figura de femicidio no existió hasta dos años después, y aunque los papeles hoy hablen de “homicidio”, la palabra correcta para definir lo que sucedió es esa: femicidio. Érica desapareció la noche del 20 de agosto entre Villa Adelina (donde vivía su madre) y Lanús (donde se ubicaba la casa que compartía con Lagostena desde hacía poco tiempo). Su cuerpo nunca fue encontrado y un vacío enorme quedó en su familia. Hoy, con una sentencia firme, María Esther asegura que siente alivio por haber “cerrado un ciclo”.

Por estos días, en los que el aislamiento social representa en algunos casos el peligro de vivir en hogares en donde la violencia manda y en donde estar en casa puede significar para algunas mujeres el peligro de ser asesinada a manos de su pareja, María Esther Romero relata su experiencia, vuelve sobre sus pasos y da su visión sobre el contexto actual y la importancia de pedir ayuda, de denunciar a los agresores antes de que sea tarde. 

 

- ¿Cómo describiría a su hija?

Era una buena mujer. Buena hija, buena madre, muy solidaria, generosa, muy buena compañera y amiga. Defendía mucho a los pobres, amaba a los niños, a los ancianos. Era defensora de los animales por sobre todas las cosas. La enojaba mucho las injusticias. Por otra parte era muy divertida, muy graciosa. Era una excelente bailarina, hizo muchos años de baile, era profesora de danza, cantaba muy bien.

 

-¿Cuáles eran sus deseos?

Algunos se le iban cumpliendo. Ella creyó que había encontrado el amor de su vida, que iba a formar una familia. Ella estaba divorciada, se había divorciado de su primer marido hacía nueve años (cuando su hija tenía 3). Se divorció por los malos tratos y mirá lo que pasó 9 años después. 

 

- ¿Cuál es el recuerdo que más tiene presente de su hija?

El día que se fue de casa, unos días después del fallecimiento de mi marido. Se fue con Daniel. Cuando se iba me dijo “mamá, esta es la última vez, esta es la definitiva”, como diciéndome que ya no iba a volver otra vez a casa, porque cuando se separó de su marido ella volvió a casa con la nena y el perrito. La verdad es que esta vez ella sintió que era para siempre.

 

- ¿Qué fue lo primero que pensó cuando se dio cuenta de que Érica había desaparecido?

Estábamos esperándola en casa para comer con sus hermanos y su hija. Nunca llegamos a comer ese día. Recuerdo que cuando vi que pasaba el tiempo, que me cansé de llamar a la casa y que nadie me contestaba, sentía que algo había pasado. Cuando vi que se hacía la noche, oscurecía y ella no aparecía, sentí un dolor profundo. Tenía miedo de que le pase algo porque ella era muy miedosa. Yo pensaba “no sé dónde estás y se está viniendo la noche”. Eso fue lo primero que pensé, y lo primero que sentí fue un dolor y un miedo tremendo. Me apoyé en mis hijos, en la familia.

 

- El caso de Érica dejó además a una niña sin su madre, ¿cómo fue criar a Florencia?

Florencia se había ido de la casa de Érica, quiso volver con el padre porque no soportaba a Daniel Lagostena. Estuvo con el padre pero no la pasó bien. Ella quería estar conmigo. Un tiempo después se fue de su casa y se vino a vivir conmigo, ya era más grande, no es que yo la crié. Era más grande pero era menor de edad, así que tuve que ir al juzgado de familia, fui con ella, hicimos todo lo que había que hacer y se terminó quedando conmigo. Ella me dijo algo que voy a recordar mientras viva: que en ningún lugar ella se sentía mejor que al lado mío.

 

- ¿Cómo fue el momento en que Florencia supo lo que había pasado con su madre?

No sé en qué momento fue. Ella siempre tuvo la secreta esperanza de que la madre podía volver.

 

- Hace algunos días, la Justicia rechazó el recurso de la defensa de Lagostena y confirmó la condena, basándose en que sus conductas reflejaban el sentido de posesión, ¿cómo vivieron esta noticia?

En 2018 fue el juicio así que después de eso es como que no contábamos con que la condena estuviera firme. Todo el año 2019 estuvo lleno de cosas, como por ejemplo el hecho de que Daniel Lagostena quiso escribir un libro. La verdad que no estábamos esperando esto de la condena y mucho menos en este momento. Sabíamos que en algún momento la sentencia iba a quedar firme o no, pero no estaba pensando en eso. Llegó en el momento menos esperado, impensado para mí, en este momento que estamos viviendo ahora, con todo lo que está pasando. Además tenía miedo por el tema de que estaban sacando a los presos de las cárceles y pensaba, ¿no será que van a liberar a este tipo también? Y me ponía en el lugar de Matías Bagnato y otros y dije “por qué no a mí”. Esta sentencia me cae de sorpresa. No es alegría pero sí siento la satisfacción de la tarea cumplida, de completar algo, de cerrar un ciclo, una etapa. Siento alivio. Este hombre no tiene que estar entre la sociedad porque va a seguir haciendo mal.

 

- Teniendo en cuenta el contexto actual en donde desde el inicio del aislamiento se conocieron numerosos casos de violencia de género, ¿qué le diría usted a una mujer que pasa por esta situación?

Me ocupo mucho de hablar con mujeres que están pasando por este momento. Pero creo que esto es una cuestión de educación, creo que esto tiene que empezar desde abajo. Pero recuerdo también ese viernes 20 de agosto, el día que a mi hija le pasó lo que le pasó. Yo la llamé a la mañana temprano, ella estaba trabajando, era secretaria ejecutiva en TSU cosméticos. Como no la había notado bien le pregunté cómo estaba, si estaba bien. Ella me respondió: “Sí mamá, mañana te cuento”. Nunca hubo mañana. Yo le diría a la mujer que pasa por esto que no deje para mañana lo que pueda hacer hoy, porque capaz que no hay un mañana. Si hay que hablar, hay que hacerlo ahora. Lamentablemente no se va a terminar la violencia de género porque esto sucede en medio de cuatro paredes en donde nadie tiene acceso. Pienso que las personas del contexto cercano deberíamos tener la posibilidad de denunciar para poder hacer algo si sabemos que la otra persona está viviendo violencia.

 

- En la última semana se generó polémica luego de que la Justicia otorgue prisión domiciliaria a delincuentes, ya que en algunos casos, se trató de reclusos con delitos graves. ¿Qué opinión tiene sobre esto?

Creo que la prisión domiciliaria no debería existir. Creo que deberían existir mejores cárceles porque la cárcel no sirve. Los tienen encerrados y cuando salen, salen peor. No entiendo la razón por la cual estén ahí y seamos nosotros los que paguemos ese encierro y que además salgan peor de que cuando entraron. Debería ser un lugar en donde las personas se rehabiliten para poder ser personas útiles en el futuro, para que puedan entender, para que trabajen con ellos para poder ser personas de bien. Me interesó esto de los cacerolazos, pensaba que qué bueno que todo un pueblo se involucre y que todos juntos pidan para que no salgan los presos de las cárceles. 

Si sufrís violencia de género, no estás sola. Estamos con vos:

Teléfono: 4357-5114
Atención: lunes a viernes de 8 a 18 horas
Guardia activa: lunes a viernes de 8 a 18 horas. Dr. Melo 1739, Lanús Oeste.

Guardia pasiva: 4241-1000. Lunes a viernes de 20 a 8. Sábados, domingos y feriados, las 24 horas.
E-Mail: [email protected] y [email protected]

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