Por: Diego Lanese

“Gracias por este gesto moral de sumarse a la CGT”, les dijo a los congresales y la conducción de la CTA de los Trabajadores Alberto Fernández la semana pasada en Lanús, donde un plenario nacional selló el inicio de un camino que termine con la unificación de ambas centrales obreras.

 

La propuesta comenzó a circular hace un tiempo, a partir de la cercanía del espacio que lidera Hugo Yasky con el Frente Sindical, y tomó forma en una serie de plenarios realizados en casi todas las provincias.

 

La idea de volver al lugar donde las diferencias gremiales y políticas hicieron que se vayan hace casi tres décadas fue saludada por el candidato del Frente de Todos, que de alguna manera “apadrinó” el proceso, cerrando el encuentro junto a otros candidatos de su espacio. Pero casi al mismo tiempo aparecieron algunas objeciones y obstáculos, que hacen pensar que el camino no será nada sencillo, incluso con todo el apoyo político que recibió.

 

Casi al mismo tiempo, el gastronómico Luis Barrionuevo encabezó un encuentro donde varios dirigentes de la CGT mostraron sus diferencias con la llegada de la CTA a Azopardo. El gastronómico se reunió con dirigentes afines en la sede del Sindicato Único de Trabajadores y Empleados de la Ciudad de Buenos Aires (Sutecba) y dejó en claro que la unidad no será un trabajo sencillo.

 

Junto con Barrionuevo estuvieron Carlos Acuña, integrante de la conducción fallida de la central obrera, además del titular de una de las fracciones de las 62 Organizaciones Peronistas Hugo Benítez, delfín del extitular de la CGT Azul y Blanca.

 

Allí se recordaron las críticas constantes que reciben de la CTA, que los acusa de “burócratas”, y remarcaron el carácter de “peronista” de la CGT. Además, las diferencias entre Barrionuevo, conocido antikirchnerista, y la conducción que lidera Yasky -diputado nacional por el Frente para la Victoria, hace casi imposible una futura convivencia.

 

Por el momento, el respaldo interno a esta movida lo genera el Frente Sindical, que lideran Hugo Moyano y Sergio Palazzo, quienes estuvieron en primera fila en el plenario de Lanús. “No tendría que haber una resistencia de un sector de la CGT. La CTA acompañó a la CGT en todas las luchas”, dijo en la semana el titular de SMATA, Ricardo Pignanelli, miembro de este espacio.

 

Al margen de esto, la propia convivencia no parece ser sencilla, ya que si se logra la unidad, se deberán sortear problemas de convivencia. Uno de los más visibles es el de los metrodelegados, gremio del subte que está en la CTA, con la UTA, un enfrentamiento que lleva años y que por el momento no se resuelve. En el sector educación, CTERA y UDA coinciden en sus reclamos, pero han tenido posturas históricas encontradas.

 

Lo que más sorprendió fue que Alberto Fernández jugara una carta tan fuerte, cerrando el acuerdo y propiciándolo, cuando de antemano se sabía de estas dificultades. Algunos dirigentes cercanos al candidato analizan que la idea es “que todos sumen para ganar las elecciones y después negociar las diferencias”.

 

Quienes lo asesoran en temas sindicales (en Lanús Fernández nombró a Carlos Tomada) parecen no haber visto estos obstáculos y mandaron al candidato a jugar fuerte por la unidad, que por ahora es casi una utopía. De la misma forma que lo forjaron a presionar para levantar el paro de pilotos, que le llevó tres reuniones y las primeras miradas de reojo de algunos dirigentes.

 

Resisten a Daer

 

La otra gran novedad de la semana pasada fue el visto bueno para que Héctor Daer sea el posible titular de la CGT unificada, cuando cambie el gobierno. El acuerdo al que llegó el Frente de Todos para respaldar al dirigente de la Sanidad encontró también, como la unidad, sus primeros escollos. Daer pertenece al conocido grupo de los “gordos”, los grandes gremios de servicios que junto a los “independientes” -dirigentes que no provienen del peronismo-. son el aval de la conducción actual, que comparte Daer con Carlos Acuña.

 

La discusión sobre quién debe encabezar la próxima CGT, a partir de agosto de 2020, comenzó con el pronunciamiento, subterráneo, de Daer. Muchos sectores creen que ese gran movimiento sindical -con la CTA y el resto de los espacios- debe ser encabezado por alguien “más combativo” este tiempo, que haya mostrado más resistencia al modelo de Mauricio Macri, según varios dirigentes.

 

“Daremos todos los debates de cara a los trabajadores para afrontar los desafíos de la etapa, pero mantenemos nuestra identidad como CTA Autónoma”, sostuvo sobre este proceso José “Pepe” Peralta, de la CTA Autónoma de Capital Federal. La central que lidera Ricardo Peidro coincidió con el desplazado Pablo Micheli en poner condicionantes a la posible unidad, empezando por la intención de que sea alguien surgido de los “gordos” el que conduzca.

 

“La autonomía de los gobiernos, los partidos y los patrones sigue siendo un principio irrenunciable, que tampoco se alterará por decisión de algunos dirigentes que en muchos casos no representan a ningún colectivo de trabajadores”, subrayó en diálogo con Política del Sur.

 

Hasta el momento, el único pilar de la unidad es el apoyo a Alberto Fernández, porque en el llano los gremios no terminan de ponerse de acuerdo. Es que por el momento la participación de los gremios es la que se busca potenciar. Los dirigentes hablan de “participar” en la reconstrucción de la Argentina, apoyando al próximo gobierno y con un paso a la unidad. Pero con un resultado que por el momento es incierto y encontró sus primeros obstáculos a la semana de inaugurar el proceso.