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Club Lanús | 8 nov 2019

SUPERLIGA

Leonel Di Plácido y Claudio Bravo, en un anticipo del Clásico del Sur

Los marcadores de punta del Granate y el Taladro hablaron del Lanús-Banfield que se disputará el sábado a las 15.30 en La Fortaleza, en la habitual conferencia de prensa organizada por Superliga Argentina. Coincidieron en que “el clásico es un partido aparte”, sin importar los presentes de cada equipo.


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En la previa del encuentro que se llevará a cabo en Cabrero y Guidi a partir de las 15.30 el próximo sábado, los defensores de Lanús y Banfield se explayaron y comentaron cuáles son sus sensaciones en la antesala del gran Clásico del Sur.

“Son partidos aparte, distintos, más allá de cómo viene cada uno. Nosotros venimos muy en levantada, arrancamos en una zona difícil por el promedio bajo y salimos adelante, y hoy estamos punteros. Banfield está ahora en la situación que estábamos antes nosotros. Eso no contará, será un partido especial y seguramente lindo”, sentenció Di Plácido.

El conjunto de Luis Zubeldía es uno de los punteros de la Superliga con 25 unidades, junto a Argentinos Juniors, y se ilusiona con pelear el campeonato.

Bravo reconoció: “Estamos pasando un mal momento, pero este es un partido aparte. Los clásicos se juegan. Los dos llegamos con obligaciones, nosotros necesitamos sumar. Jugar de visitantes, con la gente en contra, nos puede motivar más.”

Banfield no atraviesa su mejor momento, ya que el descenso acecha a pesar de que todavía se encuentra fuera de la zona roja. Como visitante, la campaña del Taladro es mejor que como local. Un dato para tener en cuenta.

El lateral izquierdo de Banfield y la Selección Argentina Sub 23 señaló: “¿Si no sirve un empate? Por como estamos sí, pero vamos a salir pensando en ganar. La gente quiere ganar el clásico y nosotros vamos a dejar todo por llevarnos los tres puntos.”

“Me tocó jugar el anterior clásico. De visitantes en Banfield, salimos cero a cero. Y se siente el clima especial. Esta vez vamos a tener el apoyo de la gente de Lanús. Es una ciudad que sigue mucho al club, siempre digo que son como familia, todos están cerca y apoyando siempre”, agregó Di Plácido.

El ex lateral de All Boys y Atlético Tucumán resaltó: “Banfield tiene un buena mezcla de jóvenes y jugadores con jerarquía que cuando se entrelazan todos son muy duros. Pero pensamos más en nosotros que en el rival.”

Bravo reconoció: “Lanús puede complicar más que nada por su contraataque, tiene jugadores muy rápidos que salen bien. Pero también nosotros vamos a pensar más en nuestro juego.”

Di Plácido, quien reaparecerá tras cumplir una fecha de suspensión (cinco amarillas) la fecha pasada ante Huracán, se refirió al presente feliz de Lanús: “Venimos haciendon las cosas bien y no nos desesperamos por lo que viene. Arrancamos pensando en sumar puntos para no vernos en descenso y una cosa llevó a la otra, y ahora estamos punteros. Todo se acopló para que el equipo hoy esté muy bien”, dijo. 

Sobre la lógicas ilusiones que genera estar en el tope de la tabla, el lateral respondió: “Queremos ir sumando partido a partido. Estamos para seguir peleando, eso lo sabemos. Pero no queremos ir más allá. Por supuesto que motiva vernos punteros y ver la ilusión de la gente. Pero Luis (Zubeldía) nos mentaliza para pensar en el día a día. Ahora pensamos en Banfield, un partido de 20 puntos, no de tres para nosotros, y después en la semifinal del jueves con Central Córdoba por la Copa Argentina, otro de nuestros objetivos.”

Claudio Bravo manifestó: “La llegada de Julio Falcioni nos sirvió mucho en lo anímico. Los jugadores con más experiencia nos dan apoyo y confianza a los más jóvenes. Tuvimos partidos buenos que no terminaron bien. Los resultados no se nos están dando, pero de ésta vamos a salir.”

Antes del abrazo final entre los dos futbolistas, el centro tecnológico de estadísticas de Superliga arrojó varios datos. Por ejemplo, Di Plácido tiene un promedio, en este certamen, de 16,6 posesiones recuperadas y tres centros despachados por partido. Y Claudio Bravo, 36,3 pases exitosos y 2,8 duelos ganados a ras del piso por partido.

La historia del Clásico del Sur

Eran cómplices. Camaradas de aventuras, estación de por medio. Lanús y Banfield eran amigos, los unía el amor, sólo divididos por el espacio geográfico. Pero ahora el tiempo es otro: no sólo creció el enfrentamiento hasta límites insospechados, sino que también se señalan con el mismo concepto degradante. Al menos, en el campo futbolero. La historia de Lanús y Banfield tuvo un prólogo sentimental, y con la intolerancia de las últimas décadas, se transformó en altanera rivalidad.

No siempre viajaban en la misma escena. Cuando Banfield estaba en primera, Lanús andaba en el ascenso. O al revés: cuando el Taladro caía al sótano, el Granate volaba en las alturas. Los nostálgicos recuerdan que el clásico tradicional de Banfield era con Los Andes (los dos conjuntos del distrito de Lomas de Zamora), y el de Lanús era contra Talleres de Remedios de Escalada (entidades del distrito de Lanús).

Banfield, además, tenía una intensa rivalidad con Racing, por la inolvidable final de 1951, que incluyó fábulas con Perón y Evita. La antipatía de Lanús, por esos años, era mayor con Quilmes.

En la década del 60 y del 70, el fútbol creció en el sur hasta límites insospechados. Como el estadio de Banfield era el único de la zona con todas las comodidades (tribunas de cemento y con iluminación), en las noches de verano se organizaban torneos. Cuadrangulares de hacha y tiza, con dos partidos por noche, con hinchas de Banfield y Lanús en la misma tribuna; y con fanáticos de Los Andes y Quilmes, unidos, en la otra frontera. También solían participar formaciones de Talleres y Temperley.

Era una etapa romántica. Cuando se enfrentaban de modo oficial, los hinchas cantaban "¡Banfield y Lanús, unidos en el Sur!". Hinchas de Banfield celebraban triunfos granates y fanáticos de Lanús festejaban victorias del Taladro. Compartían las calles, vestidos con la indumentaria de sus pasiones. Con alegría, sin resentimientos.

Hacia fines de los años 80, la genuina amistad se acabó con huellas violentas entre las barras, cuando empezaron a abundar en el tablón hombres de mala vida. El encono se acentuó en las dos últimas décadas, con continuidad en primera. En el nuevo tiempo, los jóvenes lo crearon como el Clásico del Sur porque los otros equipos de la barriada se mantuvieron en el letargo del ascenso, con las excepciones pasajeras -o no tanto- de Quilmes y Temperley.

Es extraño: los fanáticos "se acusan" con el mismo concepto futbolero. Los hinchas de Banfield les gritan "pingüinos" o "pecho frío" a los jugadores de Lanús, porque en los partidos, los vestidos de verde, en la teoría, juegan con más garra, y los vestidos de granate imprimen un juego vistoso, aunque no tan efectivo.

Con el mismo juego perverso (la temperatura corporal), Lanús señala a su rival, respaldado en sus títulos (Conmebol 1996, Apertura 2007, Sudamericana 2013, Campeonato de Primera Division 2016, Copa Bicentenario y Supercopa Argentina 2016). Lo que es un misterio es quién empezó con esta lucha psicológica.

En el mano a mano, Banfield (sólo logró el Apertura 2009) lleva una ventaja de ocho partidos, que se achicó en los últimos años con las excelentes campañas granates. El fútbol los unió. Y también, los separó para siempre.

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