viernes 26 de abril de 2024 - Edición Nº1969

Gremiales | 1 nov 2019

ANÁLISIS

Especulaciones en torno al supuesto ministro de Trabajo del próximo gobierno

Versiones que circularon esta semana sugirieron que Claudio Moroni será el encargado de la cartera laboral y que la idea ya fue comunicada a la CGT por el propio Alberto Fernández. Los gremios mantienen el hermetismo sobre el tema, y por fuera de la central obrera desconocen la noticia. Quién es este abogado de extrema confianza del presidente electo, sin mayores relaciones con la dirigencia sindical.


Por: Diego Lanese

La asunción de Juan Manzur como gobernador de Tucumán funcionó como inauguración de la presidencia electa de Alberto Fernández. Las lecturas políticas sobre quienes compartieron escenario apuntaron a un supuesto círculo más cercano, donde la ausencia de cierto kirchnerismo clásico y la presencia del peronismo más conservador actuaron como modos de condicionar los primeros pasos del funcionario.

 

Entre el segundo grupo estuvieron los integrantes de la “mesa chica ampliada” de la CGT, con el candidato a conducir los destinos de la central obrera del flamante presidente: Héctor Daer.

 

Fue un viaje relámpago donde se mostraron junto al oficialismo que se viene y dieron lugar en la misma provincia al segundo capítulo del pacto social que se negocia. En la previa, varios medios lanzaron como primicia una confirmación que con el correr de las horas se fue apagando. Según las versiones, Alberto Fernández les confirmó a los gremios que Claudio Moroni será su ministro de Trabajo.

 

La noticia recorrió los portales y se volvió uno de los hechos de las primeras horas de la presidencia virtual de Fernández. La confirmación apuntó a la CGT exclusivamente, que no salió a hablar del tema, primera señal de que el nombramiento debía tomarse con cautela.

 

“Hay total hermetismo”, le dijo a Política del Sur una fuente que circula mucho por Azopardo sobre la opinión de la conducción cegetista de Moroni y su posible ministerio. Ni en Tucumán ni en Buenos Aires la dirigencia dio señales, y el tema quedó envuelto en cierta duda.

 

Por fuera de la CGT, la sorpresa fue la principal reacción del supuesto nombramiento. En el Frente Sindical para el Modelo Nacional -el espacio que lideran Hugo Moyano y Sergio Palazzo- la mirada fue dispar. En público, el bancario habló bien del abogado (Moyano dijo conocerlo “así nomás”, bajándole el precio), pero la idea que subyace es que no parece el hombre indicado.

 

“El próximo ministro debe ser alguien con relación con los gremios, que conozca el ‘paño’, porque si no, se van a producir fricciones demasiado pronto”, remarcó un dirigente de ese espacio ante la consulta de este medio.

 

En la CTA de los Trabajadores, otro de los sectores que apoyaron al Frente de Todos desde su concepción, no hay mayores novedades. “Nosotros no tenemos confirmado nada, no hubo información al respecto. Tenemos diálogo con el armado del futuro presidente y no nos pusieron al tanto”, remarcaron desde el espacio. Política del Sur quiso saber qué opinan de Moroni, pero las fuentes consultadas se excusaron de hacerlo.

 

La figura del ministro de Trabajo será clave para contener a los gremios en el armado del pacto social que pretende llevar adelante la próxima gestión, mientras que para los sindicatos tendrá mucha relevancia para negociar la “no reforma”, es decir, el freno a cualquier intento de cambios en la estructura central de las leyes laborales.

 

Confianza extrema

 

Con una larga trayectoria en el Estado, siempre acompañando a Alberto Fernández, Claudio Moroni es un hombre de mucha confianza del futuro presidente. Como explicaron los CV publicados en estos días, Moroni fue administrador Federal de Ingresos Públicos durante 2008, administrador nacional de la Seguridad Social entre 2007 y 2008 y síndico general de la Nación entre 2004 y 2007. Se desempeñó también como titular de la Superintendencia de Seguros de la Nación en dos períodos (1995-1998 y 2002-2004) y fue gerente técnico de ese último organismo entre 1989 y 1995.

 

La primera cosa a resolver es el estatus ministerial de la cartera laboral, que pasó a ser secretaría durante la presidencia de Mauricio Macri. Eso está resuelto, dicen los dirigentes de la CGT.

 

Más allá de la confianza, la relación con los gremios que deberá construir Moroni comenzará con varias pruebas de fuego. La necesidad de realizar un pacto pondrá a los gremios en la mesa con empresarios, buscando recuperar lo perdido, y poner la economía en marcha. La reforma laboral, piedra de la discordia durante el macrismo, es otra cuestión que puede necesitar la muñeca negociadora del ministro, cualquiera sea su nombre propio.

 

Otro punto que deberá tener en cuenta el futuro funcionario es el financiamiento de las obras sociales, en momentos en que la seguridad social está en plena crisis.

 

Si bien Macri comprometió el pago hasta diciembre de unos 3.000 millones de pesos “pisados” por la Superintendencia de Servicios de Salud (SSS), las entidades creen que es necesario un cambio estructural. Para eso, la cartera laboral deberá trabajar en conjunto con otro ministerio a recuperar: Salud. Es que esa cartera controla la SSS, que suele ser un botín que ambicionan los prestadores, la industria farmacéutica y los gremios.

 

El titular de esta dependencia es otro espacio de disputa. Se cree que saldrá de los integrantes de las mesas técnicas de salud que coordina el exministro Ginés González García, pero los sindicatos quieren influir en esa decisión.

 

El encargado de esto es José Luis Lingeri, el “ministro de Salud” de la CGT, que supo ocupar ese cargo. Pero ahora se confirmó un viejo conocido que por estas horas estuvo en las oficinas de la calle México. Se trata de Héctor Capaccioli, a quien Alberto Fernández ubicó en la Superintendencia mientras fue jefe de Gabinete, y que se fue de la gestión envuelto en un escándalo, incluyendo causa judicial, por su rol de recaudador de la campaña presidencial del 2007. 

 

Su nombre surgió por la buena relación que le queda de esos días con los gremios, y porque puede ser un articulador con Moroni. En contra le juegan las sospechas de aquella campaña, cuando puso casi un millón de pesos para la fórmula Fernández de Kirchner-Cobos provenientes de laboratorios y empresas farmacéuticas, y cuyo origen investiga el fiscal Ariel Lijo.

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