El descubrimiento se produjo mientras ordenaba la vivienda en la que vivió durante años junto a su padre Raúl Atondo. En una de las cajas apareció primero una carta escrita por su madre y, tiempo después, varias cintas de vídeo. Atondo explicó que ese material se transformó rápidamente en un objeto de valor simbólico. “Cuando leo la carta digo ‘esta es de mi vieja’ y me quedé con eso. Me pareció que era como mi nuevo tesoro”, señaló en diálogo con Política del Sur desde Alemania, donde vive actualmente.
Con el paso del tiempo decidió revisar una de las cintas, aunque sin expectativas claras sobre su contenido. Según contó, no sabía si el VHS funcionaba ni si realmente había algo grabado. “Quizás estaba vacío, quizás no había nada”, recordó. Sin embargo, al reproducirlo, se encontró con una escena inesperada: “Cuando le di play no lo podía creer. Lo primero que aparece es mi mamá” afirmó.
Escuchar su voz y verla en imágenes fue, para Juan Manuel, una confirmación emocional que hasta ese momento no había podido construir. “Ahora sé que mi mamá me quería, que me amaba. Porque te lo dicen, todos los familiares te lo dicen, pero yo nunca lo recordaba. Y ahora sí lo puedo confirmar, eso cambió un montón”, expresó, al referirse a la diferencia entre los relatos ajenos y la experiencia directa que le brindó el registro audiovisual.
“Hay una parte que me gustaría terminar de conocer, pero es muy difícil, porque como te digo, papá no hablaba. Y mis tías, las hermanas de mi mamá, me hablan de ella, sí, pero no me dan muchos detalles. Para mí el detalle es muy tabú, el tema mamá. Y a mí me gustaba saber, no sé, que me digan cómo era mamá en la facultad, o cómo era mamá en el colegio. Cómo era ella, si salía, si iba a boliches, qué comida le gustaba. Yo no sé cuál era su comida preferida. Son esas cosas que ni mi viejo ni nadie me contó. Lo único que sé es que a ella le gustaba la moda, le gustaba sacarse fotos, mi tía me dice que ella quería ser famosa, y bueno, un poquito la hice famosa ahora con esto”, agregó.
Juan Manuel, además sostuvo que la enfermedad de su madre siempre fue un tema silenciado dentro del ámbito familiar y que su padre evitaba hablar de ese período. De acuerdo a su testimonio, nunca hubo detalles sobre el tratamiento ni sobre los últimos días. “No podía hablar de lo que sufrió, de cuántas veces fue al hospital. Cualquier detalle de esos días era cero información, todo estaba bloqueado”, afirmó.
Ese silencio tuvo consecuencias durante su infancia, cuando las preguntas quedaban sin respuesta. Atondo recordó que de chico preguntaba por qué su madre no lo iba a buscar al colegio o dónde estaba, interrogantes que no encontraban explicación y que profundizaron el vacío afectivo. Recién años después, el VHS permitió resignificar esas ausencias.
Atondo actualmente vive en el viejo continente junto a su pareja, aunque planea regresar a la Argentina. El VHS ocupa hoy un lugar central en su archivo personal y emocional. Según indicó, recurre a ese material en distintos momentos de su vida: “Si estoy triste, le pongo play al audio o al video. Es inevitable”, concluyó.