Por: Federico Cedarri

El  radicalismo bonaerense vive una etapa de retrospección profunda luego del fallido proceso interno de 2024, que aún no logró encauzar y que motivó la creación de ámbitos de contingencia para evitar una intervención partidaria.

Esta situación derivó en una división en parcelas de los lugares orgánicos temporarios entre los sectores en pugna, los alcaldes se quedaron con el Comité de Contingencia con Miguel Fernández a la cabeza mientras que Evolución  y referentes de Facundo Manes impusieron al loustocista Pablo Domenichini como titular de la Convención de Contingencia.

Posteriormente, se produjo el duro traspié electoral fruto del experimento de Somos Buenos Aires, una confluencia que los centenarios practicaron con retazos del PRO y sectores del peronismo no K: metieron pocos legisladores y no colmaron las expectativas previas de convertirse en una tercera opción por fuera de la polarización entre kirchnerismo y mileísmo.

El abadismo, que no estuvo de acuerdo con ese armado de centro, jugó desprendido de la estructura centenaria: el propio senador nacional presentó lista corta en su pago chico Mar del Plata con su alfil Ariel Martínez Bordaisco a la cabeza.

El 2026 invita al reseteo del partido centenario, buscará fortalecer una estrategia que le permita de cierta manera posicionarse con mejores perspectivas en el tablero político de cara  a los comicios  de 2027. Ya ha trascendido que en el mes de marzo próximo se convocará a elecciones para normalizar el partido a nivel provincial, se baraja de hecho la fecha de septiembre para efectivizarlos.

La idea que circula en los ámbitos centenarios es la de evitar la confrontación, buscar una lista de unidad que sea efectivamente consensuada por todos los sectores y que la misma esté encabezada por un pope con predicamento interno. Ya se especula con algunos nombres para ese puesto trascendental, se señala como viable a Maxi Abad, aunque también hay algunas voces que piensan en ex vicegobernador Daniel Salvador y hasta se desliza la chande del ex alcalde de San Isidro Gustavo Posse.

Lo cierto es que el radicalismo deberá afinar un plan para lograr en primera instancia que los bloques legislativos logren un acercamiento.

Como viene informado PDS, el fernandismo con Alejandra Lordén y Valentín Miranda pegaron el portazo del bloque en Diputados del abadista Diego Garcierena cuestionando las negociaciones por el endeudamiento que incluyeron sillas para la oposición en el Directorio del Banco Provincia. También sumaron a ese espacio a la flamante diputada dorreguense Priscila Minaard.

En tanto, el bloque de Garciarena incorporó al lunghista Matías Civale y cerró trato para trabajar en equipo con la Coalición Cívica que preside el bahíense Andrés De Leo.

“Más temprano que tarde volveremos a estar en un solo bloque, tenemos poco y no podemos darnos el lujo de andar separados”, pronostica ante PDS un parlamentario centenario.

En el Senado, la representación se reduce a dos legisladoras que formarían bloques separados: la fernandista Natalia Quintana por un lado y la abadista Nerina Neumann por otro.

Los dirigentes del partido centenario también presupuestan puertas adentro incrementar el trabajo territorial en los municipios que gobiernan, ya que han quedado ciertamente debilitados en los Concejos Deliberantes luego de la fallida movida política que representó Somos: en algunos distritos la lista de los intendentes radicales terminó en tercer lugar.

Algunos referentes boina blanca se entusiasman con una posible candidatura de Diego Santilli a gobernador en 2027, entienden que los centenarios podrían sumarse a una estructura de esas características aunque también forme parte el mileísmo: cavilan un frente antikirchnerista que pueda arrebatarle al peronismo la gobernación.

Otras voces menos exitistas prefieren bajar raudamente los decibles y concentrarse fundamentalmente en resolver el pleito interno, armar una lista de consenso con un presidente representativo para de manera posterior ensayar una articulación de legisladores con intendentes en el marco de una agenda unívoca de trabajo mancomunado.