Tras la condena a 14 de años de prisión domiciliaria al ginecólogo Diego Clementi, se abrió el debate sobre la práctica médica y las garantías que deben tener los profesionales. En diálogo con Política del Sur, Norma Miño, ginecóloga especializada en maternidad y médica de guardia del Hospital Evita de Lanús, contó cómo atraviesa el fallo.
Miño dijo estar "indignada", tras la sentencia, y comentó la trayectoria de Clementi, a quien conoce desde hace más de 30 años. “Yo estaba en segundo año cuando él entró al hospital como residente, hicimos la residencia juntos, yo me quedé en maternidad y el pasó a gineco. Es una persona muy capacitada, sobre todo quirúrgicamente. Después fue jefe de servicio 8 años y yo seguí en Maternidad, donde lo teníamos de consultor cuando teníamos embarazo con cáncer de cuello porque él nos ayudaba en la cirugía. Después de un tiempo, empecé a trabajar con él en forma privada”, precisó.
“La verdad que no lo podemos creer, nadie lo puede creer”, afirmó, y comentó que se reuniría con otros profesionales en el Colegio de Médicos para ver cómo accionar en la defensa del médico. “Nosotros, como ginecólogos, queremos ver cómo nos tenemos que cuidar, porque acá la historia clínica no sirve”, aseguró.
Asimismo, expresó que “las pericias que dieron práctica médica no sirvieron". "Hoy hice tres pap, también a una embarazada, y probablemente tenga algo en el cuello del útero. Si empezó a sangrar, ella va, me hace una denuncia y no la lastimé, no sé dónde puede terminar esto. Y pusimos un espéculo, probablemente tenga que hacer una biopsia, pero ahora cualquiera puede decir cualquier cosa, eso es lo que no entiendo. No hay ninguna lesión, no hay mala praxis, no hay menor, no entiendo que sea acceso carnal colocar un espéculo”, agregó.
Además, subrayó que “este es el único caso donde todos los peritajes están a favor. Y la historia clínica coincide y todo es práctica médica, acá hay un estrés postraumático. ¿Quién no tiene estrés postraumático viviendo en la Argentina?”.
En línea con esto, comentó que algunos ginecólogos y ginecólogas deciden no hacer revisaciones, como por ejemplo de mamas, salvo que la paciente lo pida. “Yo tengo muchas pacientes que me dicen ‘voy por flujo, no me revisen’. Y por ahí, podés tener pap y todo, pero el carcinoma endoglandular, si no lo tactás y tocás un cuello duro, el pap te puede dar bien. Hay que revisar, y ponele que sea un cáncer o algo así, tenés que hacer un tacto rectal para ver si están comprometidos los parametrios, para ver qué tipo de cirugía vas a hacer. No es agradable y claro que es doloroso, pero eso es como un nene que se corte la cabeza y está llorando y porque el nene llora, no lo suturamos”, detalló.
Por otro lado, afirmó que ginecólogos hombres “ya casi no hay”. “Y lo mismo los ecografistas, tienen mucho problema porque metes un transductor transvaginal, estás un ratito más y dicen que la estás masturbando. Una ecografía para un nódulo de mama, el ecografista lo tocaba e iba con el transductor más a ese nódulo. Ahora, con esto del manoseo no las examinan, hacen la ecografía y se pierden muchos diagnósticos”, alertó.
“(La práctica) Está seriamente comprometida y nos están condicionando la forma de actuar. Y la salud está comprometida porque todo el mundo empieza a pedir estudios complementarios”, sostuvo.
Del mismo modo, comentó: “Muchos compañeros míos ya, por ejemplo, uno que ya se jubiló, cuando entraron estas chicas que tienen estas ideologías de género, residentes, él les tenía pánico. Me decía ‘de mí no te separás, Norma, no me dejes con estas residentes nunca’. Y cada vez que veía una paciente, yo tenía que ir con él. Pero él tenía miedo, me decía ‘van a clavar una denuncia’ por cualquier cosa. Ahora se fijan mucho en las formas”.
Respecto a una advertencia que ya Clementi había hecho a este medio, en torno a la idea de eliminar a los varones de la especialidad, Miño se refirió a un colectivo de mujeres, a las que definió como "feminacidas". “Unas residentes que entraron en su momento y ahora son médicas de planta, decían que la mujer tenía que ser ginecóloga, que no podía haber ginecólogos hombres. Acá echaron a un residente de primer año, este grupito, que no le había hecho nada a la paciente, pero la paciente se sentía intimidada y lo echaron como un perro, terminó la residencia en el Berazategui. Si pensás que es un abusador, hacé la correspondiente investigación, no ‘que a mí no me robe, a mí no me mate’ y que vaya a abusar en otro hospital”, remarcó Miño para finalizar.