Por: Diego Lanese

En marzo de 1955, el segundo gobierno de Juan Domingo Perón organizó el llamado Congreso de la Productividad y Bienestar Social, una mesa de debate del sector industrial del que participaban gremios y empresarios. En momentos que la gestión del peronismo sufría una importante restricción externa, producto de su enfrentamiento con el gobierno de los Estados Unidos, el encuentro buscó “mejorar las condiciones laborales y fortalecer la economía”.

Si bien la iniciativa terminó en una especie de tablas entre el intento de flexibilización laboral que llevó a la cumbre la Confederación General Económica (CGE) y las propuesta llevadas por la CGT, fue considerado un importante hito en esos días, generando las condiciones para una discusión respecto a la matriz de la economía argentina, un intento que quedó frustrado por el golpe de Estado de ese mismo año.

Esa experiencia quiere ser recuperada por gremios industriales, que en estos momentos ven como el modelo libertario genera un verdadero “industricidio”. Así, en su último documento, la Confederación de Sindicatos Industriales de la República Argentina (CSIRA) llamó a convocar al Congreso de la Producción, Trabajo y Calidad de Vida, una instancia para “defender las capacidades productivas y construir un horizonte de desarrollo nacional”.

La idea choca con el Consejo de Mayo, la instancia de diálogo creada por el gobierno, pero que hasta ahora sólo sirvió para analizar la reforma laboral. La entidad además hizo un duro diagnóstico de la actualidad del sector industrial y productivo.

El documento de la CSIRA se consensuó en la último encuentro de la entidad, que eligió sus nuevas autoridades. Entre quienes participaron de la cumbre de esta semana estuvieron el titular del gremio del Vidrio y co-secretario general de la CGT, Cristián Jerónimo, el líder de la UOM, Abel Furlán, Héctor Laplace (AOMA), entre otros dirigentes del sector industrial. En la misma, Ricardo Pignanelli (SMATA) fue reelegido como conductor del espacio.

Allí, se propuso crear el Congreso de la Producción, Trabajo y Calidad de Vida, para hacer contrapeso con el modelo libertario, a quien consideraron como “anti industrial”. En el texto, al que tuvo acceso Política del Sur, remarcó que la reacción ante esta crisis “no puede ser fragmentada ni sectorial”. “La magnitud del desafío exige una respuesta nacional y transversal, capaz de reunir a los sectores comprometidos con el desarrollo”, resaltaron en el documento. La defensa de la industria argentina “debe convertirse en un proyecto colectivo, sustentado en la convicción de que sin producción no hay futuro, sin trabajo no hay justicia social y sin industria no hay soberanía económica ni desarrollo posible”.

Además, la CSIRA rechazó el acuerdo comercial con Estados Unidos, que el presidente y sus funcionaron festejaron pero que no dieron detalles de su contenido. Más que un acuerdo, analizaron, “se trata de un contrato de adhesión, en el que Argentina asume compromisos regulatorios, reducción de aranceles y concesiones estratégicas a cambio de promesas débiles y beneficios inciertos”. “Estados Unidos obtiene ventajas comerciales, acceso preferencial a sectores clave y alineamiento geopolítico, mientras que nuestro país renuncia a instrumentos esenciales de desarrollo industrial”, recalcaron.

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— Red Gremial (@RedGremial) December 5, 2025

Para la dirigencia, es fundamental este llamado, ya que la crisis productiva y del empleo avanza, lo que definen como un “industricidio anunciado”. “Llamamos a la realización de un Congreso de la Producción el Trabajo y la Calidad de Vida, una iniciativa para unir a los trabajadores y trabajadoras de todas las ramas industriales con empresarios nacionales, las pymes, el cooperativismo, las universidades y todos aquellos sectores convencidos de que sin industria no hay Nación”, explicó el titular de la Federación Gráfica Bonaerense (FGB), Héctor “gringo” Amicchetti.

La idea de este encuentro, le dijo el dirigente a Política del Sur, es “replicar aquel Congreso de la segunda presidencia de Juan Domingo Perón organizado para fortalecer la industria apuntalando un proyecto soberano de nación, aunque en este caso será para enarbolar el mismo objetivo frenando el ‘industricidio’ que ha puesto en marcha el gobierno cipayo encabezado por Milei”.

En este sentido, CSIRA sostiene que la situación actual “trasciende una simple recesión económica”, interpretándola como una “desindustrialización inducida” que resulta de una orientación económica que ya se aplicó en períodos anteriores como la dictadura militar de 1976 con José Martínez de Hoz como ideólogo económico, la convertibilidad de los ’90 y el ciclo 2016-2019. Este camino, advierten, “destruye capacidades productivas y tecnológicas que son muy difíciles de reconstruir”.

La idea de recuperar la experiencia de 1955 es eje de esta iniciativa. Aquel congreso se dio en momentos que el modelo del peronismo estaba bajo asedio. Durante 1954 hubo reclamos y huelgas muy importantes. Una gran huelga metalúrgica se desarrolló con altibajos durante meses. El malestar obligó a la CGT a hacer equilibrio entre su apoyo al presidente Perón y las demandas de los trabajadores, luego de un 1954 donde creció la inflación, afectando los salarios notablemente.

Por eso ante la convocatoria, aceptaron sentarse, pero lo hicieron a la defensiva. El objetivo para los empresarios era “remover los principales obstáculos al aumento de la productividad: principalmente el ausentismo y la labor de las comisiones internas”; otro requerimiento patronal era poder rotar al personal entre distintas funciones por fuera del sistema de categorías.

Este intento de flexibilizar las condiciones laborales fue rechazado y frenado por la dirigencia gremial, y el encuentro quedó en cierto empate, ya que se mantuvieron las condiciones establecidas por las leyes laborales, pero no se mejoraron las condiciones materiales de los trabajadores. Las condiciones quedaron así hasta el golpe de Estado de ese año, que derrocó a Perón e instauró un régimen opresivo contra el movimiento obrero.

El documento de los gremios industriales traza un panorama realmente desolador. En este sentido, se subraya un peligroso desacople: “mientras sectores como las finanzas y la energía muestran cierto dinamismo, la producción manufacturera continúa cayendo”.

La industria acumula una contracción promedio del 9,5 por ciento en lo que va de 2025 en comparación con el mismo período de 2023. La entidad sindical critica que promesas como el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) se enfocan en sectores extractivos, con escasa capacidad de generar valor agregado y empleo en el resto de la economía.

Los sindicatos resaltan la “dramática caída en el empleo industrial como la prueba más contundente de la emergencia”. Desde la asunción del actual gobierno, recogieron, el empleo industrial registrado “cayó en 16 de 21 meses, resultando en la pérdida de más de 42 mil puestos manufactureros”. A esto se suma la destrucción de más de 125 mil puestos de trabajo en el sector informal. La crisis se manifiesta en el cierre de fábricas, la suspensión de líneas de producción y el reemplazo de producción nacional por bienes importados.

Según el comunicado, casi 2 mil empresas industriales cerraron desde noviembre de 2023. “Estamos perdiendo no solo fábricas, sino futuro”, enfatiza CSIRA, al señalar que la destrucción del tejido industrial implica la pérdida silenciosa de saberes, redes de proveedores y mercados que tardaron décadas en construirse. El documento se muestra sumamente preocupado por la decisión del gobierno de “renunciar abiertamente a la política industrial, llegando a disponer el cierre de la Secretaría de Industria y la Secretaría Pyme”.