miércoles 15 de octubre de 2025 - Edición Nº2506

Sociedad | 14 oct 2025

RADICALES FUERA DE FOCO

Fragmentados y sin conducción: cómo la UCR bonaerense la mira desde afuera

El radicalismo de la Provincia ya no se reconoce ni en el espejo. Intendentes y referentes eligieron sus parcelas antes que un proyecto común. Mientras tanto, el peronismo ocupa el lugar opositor que la UCR abandonó por miedo o comodidad.


Por: Ricardo Carossino

Política del Sur conversó con una importante fuente del radicalismo de la tercera  y fue categórico al definir la situación actual de la UCR: “Necesitamos un psicólogo, porque no sabemos lo que queremos”.

De esta manera, lo que pone sobre la mesa de discusión es la volatilidad (palabra de moda en este mes de octubre) política que sobrevuela al centenario partido que si bien hizo un culto de las internas partidarias, al final la histórica ceremonia lo terminó fagocitando.

A tal punto es la falta de identidad que atraviesan en este momento, que este dirigente histórico puntualizó: “Te diría que esta crisis de representación es más grave que la del 2001, porque al menos en esos años pudimos mantener banderas históricas, perdiendo elecciones que a cualquier partido con historia le puede pasar”.

Esta última reflexión por supuesto, le cabe al peronismo sin lugar a dudas, pero esta fuente radical resumió: “El problema es que ahora hasta perdimos hasta la lista 3, no tenemos identidad y terminamos mirando una elección nacional desde afuera”.

¿La culpa?, preguntó Política del Sur. La respuesta fue tajante y no hubo un solo dejo de duda: “La culpa es de todos”. Para este dirigente, “la falta de una mirada nacional sobre la actualidad política de la Argentina terminó en una atomización peligrosa para el partido”.

En ese sentido señaló la necesidad de que el radicalismo bonaerense pueda tomar relevancia nacional por la importancia de la Provincia de Buenos Aires en el ámbito nacional como mostró el peronismo en esta elección que se termina nacionalizando alrededor de la figura del gobernador Axel Kicillof.

La historia reciente estos desacuerdos muestran la falta de empatía política entre sectores que en definitiva eligieron priorizar sus propios intereses territoriales a apostar a una unidad, aunque más no sea, frágil o polémica como en Fuerza Patria, para tener un protagonismo más contundente: “Terminaron priorizando las lógicas provinciales de los gobernadores y las lógicas municipales de los intendentes bonaerenses”, dijo este dirigente a modo de autocrítica.

El sector de Evolución (vinculado a Martín Lousteau y Emiliano Yacobiti), por ejemplo, colocó nombres en la lista de “Provincias Unidas”, que lleva a Florencio Randazzo al frente, mientras otros intendentes prefirieron aliarse con la Coalición Cívica bajo otra nómina. Esa decisión dividida generó profundas heridas: “¿Quién los va a militar y quién los va fiscalizar? Ni idea”, se quejó uno de los alcaldes del interior. Desde otro sector, hubo reproches por intromisiones externas: “El problema de la Provincia es que se mete mucha gente de afuera, tenemos que poner un límite a eso en algún momento”, fue la queja de un dirigente ahora sin un rol central en la UCR.

Estos movimientos muestran que la UCR bonaerense ya no se discute alrededor de proyectos, sino alrededor de lugares en listas, intereses particulares, negociaciones entre facciones y repartos. Esa forma de operar ha legado en muchos distritos un clima de desorientación y resignación.

Tres razones estructurales que agravan la crisis según señalan serían que hay Intendentes con poder propio, “sin lealtad” de partido, porque opinan, “muchos jefes comunales radicales optan por seguir su agenda local, negociando alianzas según conveniencia y aislados del radicalismo nacional.

Por otra parte, marcan que el discurso se diluye entre pragmatismos y alianzas cruzadas, porque al revés de sostener una identidad clara, la UCR bonaerense ha caído en alianzas que confunden al electorado moderado.

Sectores radicales que fueron con peronistas aseguran que esto debilita la claridad del mensaje político. En lugar de “lo que pensamos”, lo que predomina es “con quién vamos”. Y eso erosiona la legitimidad.

El negocio de la UCR que tiene pequeños triunfos locales, en realidad, como espacio opositor a Javier Milei terminó mal y en realidad lo termina capitalizando el peronismo. En un escenario en que muchos buscan una alternativa moderada frente a la polarización, la UCR debiera posicionarse como bisagra.

Pero en el vacío que deja (por su fragmentación y falta de autoridad visible), el peronismo amplía músculo opositor: gobernadores como Kicillof o caciques provinciales arman discursos críticos al ajuste y se presentan como contención frente al desgaste oficialista o al radicalismo fracturado.

Un militante del conurbano lo describe con crudeza: “La gente pregunta: ¿qué alternativa clara hay? Y ya no dicen ‘la UCR’, dicen ‘algo distinto al macrismo o al peronismo interno’”.

La provincia de Buenos Aires no es un distrito cualquiera: es la provincia clave del país, con enorme cantidad de electores, distritos pequeños, medios de comunicación propia, intendencias estratégicas, masa crítica de afiliados. Si la UCR no logra recomponer unidad allí, su capacidad de influir en elecciones presidenciales y provinciales quedará muy limitada.

Pero para eso debe comenzar por reconstruir una parte de sus banderas históricas: representatividad genuina, disciplina institucional, defensa del Estado de derecho, independencia frente a oportunismos locales, sintonía con el electorado moderado que busca centro. No basta con ser “la alternativa” si esa alternativa no tiene sustancia visible en territorio.

La UCR bonaerense ya no enfrenta su mayor riesgo en la campaña del 26 de octubre: su riesgo es que en esa campaña aparezca como un actor irrelevante o generador de confusión política.

La fractura en listas recientes —reparto de nombres, cambio de alianzas, falta de acuerdos— no es sólo un síntoma electoral, sino un mal estructural. Y ese mal significa que el espacio que la UCR debería liderar hoy lo ocupa el peronismo, con discursos articulados y visibles, opinan todos, que sin embargo no terminan por consensuar esa idea.

Pero un dirigente de Lanús sembró una semilla: “Nos tenemos que sentar a tomar un café. Todos los sabemos. Todos estamos de acuerdo en eso. ¿Va a pasar? Creo que sí. Que el café lo vamos a tomar”.

Para sobrevivir políticamente y volver a tener voz hacia 2027, la UCR bonaerense debe internamente reanimarse: recomponer unidad, restablecer liderazgos confiables, volver a las banderas fundantes del radicalismo y recuperar la voluntad de representar —no negociar—.

 

 

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