lunes 06 de octubre de 2025 - Edición Nº2497

Sociedad | 4 oct 2025

FINANCIAMIENTO NARCO y tRAICIÓN RURAL

Se baja Espert y en La Libertad Avanza bonaerense se preguntan: ¿Quién va a fiscalizar este desastre?

Espert confesó que lo financió un presunto narco y se bajó de la candidatura, pero el problema es Milei. El campo ya no aplaude y el PRO bonaerense mira para otro lado. Kicillof no dice nada. Solo espera que sigan hablando solos.


Por: Ricardo Carossino

A tres semanas de las elecciones, a la espera de noticias de Luis Caputo que enfríen la calle caliente, el gobierno nacional que se expone para ser plebiscitado, perdió otra vez la agenda. La campaña se le llenó de ruidos molestos a Javier Milei: caminatas con protestas, tractorazos, salvatajes de Washington, dólar volátil, gobernabilidad precaria y un candidato que (hay que decirlo: nunca fue un buen candidato) atravesado por una sospecha narco. Así llega La Libertad Avanza a la elección de medio término y se entiende que los dirigentes libertarios no atiendan el teléfono ante las requisitorias de Política del Sur. Quizás, nadie quiere salir a defender esta situación.

En la siempre agitada provincia de Buenos Aires, donde el peronismo parece haber patentado el terreno y el resto apenas paga alquiler, se está escribiendo otra tragicomedia política que haría sonrojar a cualquier guionista de Netflix.

José Luis Espert, el economista que prometía dinamitar el Estado y terminó financiado —según él, por ingenuidad— por un narcoempresario hoy con domiciliaria por lavado. Como en su momento pasó con Ramón “Palito” Ortega y con Domingo Cavallo, Espert lloró, y finalmente terminó anunciando su renuncia a la candidatura este domingo.

El candidato y el gobierno al menos en el territorio bonaerense tienen un problema porque según fuentes confiables que ya se bajaron del barco libertario no logran ni que lo fiscalicen sus supuestos aliados. Y en el medio, como si fuera poco, el campo protestando contra quienes decía apoyar. La tormenta perfecta enmarcada en actos de campaña suspendidos y caminatas con incidentes.

Y mientras los tractores se calientan en las rutas, el presidente Milei enfrenta otra crisis: su índice de confianza está tan bajo que hasta el Instituto Di Tella sacó el cartelito de “Peligro de derrumbe”. Según la última medición, el Índice de Confianza en el Gobierno (ICG) cayó a 1,94 puntos en septiembre, perforando el mítico umbral de los 2 puntos, esa barrera debajo de la cual todos los oficialismos anteriores terminaron como la confianza en la convertibilidad.

Claro que eso solo sería preocupante si además no hubiera una interna política que da vergüenza ajena. Pero Milei sí la tiene: Espert, el diputado al que nadie invitó al cumpleaños libertario, pero igual vino con torta, decidió ser candidato en Buenos Aires con el pequeño detalle de haber recibido 200 mil dólares de Fred Machado, hoy detenido y acusado de lavar dinero para el narcotráfico. Espert lo confesó públicamente, pero se justificó con una de las excusas más entrañables de la política argentina: “pequé de ingenuo”.

Lo que pasó después fue un déjà vu político: Bullrich, Macri y Francos le pidieron a Milei que lo baje, porque entre el narcocandidato, la estafa con criptomonedas y las denuncias de coimas que rozan a Karina Milei, el discurso de la pureza libertaria ya no se sostiene ni con poxipol. Sin embargo, cuando parecia que Milei lo iba a sostener hasta el final, la presion ejerció su efecto y Espert anunció su retiro, que aunque parezca un poco tarde, parece mejor que no haberlo realizado nunca.

Pero Milei está ocupado en otras cosas: los mercados no le creen, el blue juega a la montaña rusa, la inflación no puede bajar del 2% y los inversores miran su plan económico con la misma fe que un alumno repitiendo quinto año. La confianza se cae y los títulos públicos no levantan ni con suplemento proteico. Un mercado que lo apoyaba ahora mira con recelo: la motosierra, parece, también cortó los vínculos con sus propios votantes.

Y en este circo de tres pistas, el PRO bonaerense aparece como un payaso sin nariz roja ni voluntad fiscalizadora. Fragmentado, peleado, sin conducción clara, varias fuentes en distritos clave dejaron trascender que no están muy dispuestos a poner el cuerpo por La Libertad Avanza en las elecciones del 26 de octubre. Y lo mismo se escucha desde la Tercera Sección Electoral, donde concejales que antes juraban por Milei ahora no quieren saber nada con movilizar ni repartir boletas por un gobierno “sin plata, sin proyecto y con causas judiciales”.

¿Y quién se beneficia de todo este sainete? Nada menos que Axel Kicillof, el gobernador que parece haber hecho un curso acelerado de paciencia budista y marketing electoral. Desde su despacho en La Plata, mira cómo la oposición se desangra sola mientras él camina la provincia con un discurso “de gestión” y ya huele la posibilidad de nacionalizar su figura de cara al 2027.

Porque sí, mientras Milei trata de sostener su proyecto con un índice de confianza roto, una interna al rojo vivo y una imagen que ya no cotiza como antes, Fuerza Patria cosecha calma, votos y territorio. A la vieja usanza. Con fiscales, con intendentes alineados y con algo que escasea en el ecosistema libertario: estructura.

La pregunta no es si lo de Espert daña. Parece claro que alguna secuela importante va a dejar. La verdadera pregunta es si alguien en el mileísmo entiende que están arriesgando perder Buenos Aires —otra vez— mientras discuten quién fue más “puro” en la revolución de la motosierra.

Y mientras tanto, los tractores avanzan, los dólares se escapan y el único que no se inmuta es Kicillof, que entre mate y mate anota: “Gracias, muchachos. Sigan así”.

 

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