viernes 07 de noviembre de 2025 - Edición Nº2529

Sociedad | 17 sep 2025

MIRANDO A OCTUBRE CON UN SOLO OJO

Destratados, pero movilizados: intendentes del Conurbano, detrás de una lista que los ignoró

Gastos municipales y militancia al hombro para una boleta sin sus nombres. Dejan todo por Fuerza Patria, aun cuando La Cámpora acapara los lugares nacionales. ¿Les conviene seguir siendo voluntarios de lujo?


Por: Ricardo Carossino

Los intendentes del conurbano bonaerense ganaron el 7 de septiembre gracias al empuje territorial más que a la presencia en la lista nacional. Hicieron su negocio y sacaron excelentes ganancias al tiempo que demostraron que están más fuertes que nunca territorialmente ante quien se les plante, aún ante Javier Milei que les quitó recursos (Fondo de Fortalecimiento Fiscal, el Fonid, fondos de la coparticipación nacional y por supuesto la obra pública suspendida). Asímismo tenían que demostrar y demostraron.

Incluso, los intendentes peronistas que se sumaron al Movimiento Derecho al Futuro ganaron por partida doble porque además le dejaron claro al presidente del PJ provincial Máximo Kirchner que no necesitan de Cristina Fernández para seguir alambrando sus territorios que parecen inexpugnables, a pesar del fenómeno Milei que, por otra parte, empieza a crujir.

Cristina le reconoce a los intendentes su capacidad de movilización, control territorial y conocimiento del electorado. En campaña son clave. Pero al mismo tiempo evita entregarles lugares de decisión nacional o estratégica y prefiere que trabajen la “trinchera” del territorio, para que no le definan la agenda. Esto se ve en las listas nacionales: muchas veces no hay intendentes, pero sí camporistas o figuras cercanas a ella.

Ahora, se preparan para militar en octubre según aseguró una fuente ministerial bonaerense a Política del Sur: “Ahora que se ganó en Provincia por paliza quieren ir por Milei. Quieren arruinarlo, dejarlo nockout y posicionar a Axel para el 27”. Sin embargo una fuente comunal cercana a un intendente de la Tercera tiene una mirada distinta y dijo a PDSUR que “no quieren volver a gastar plata y movilizar otra vez el aparato municipal de cada Municipio porque no tienen nada que ganar en octubre”.

El gobernador Axel Kicillof, mientras tanto, se reunió días atrás con el MDF para tratar de reforzar su estilo, para marcar presencia y tejer apoyos de cara a octubre. Señalaron a este medio desde un ministerio.

Estuvieron en esa mesa, los integrantes del gabinete bonaerense más Mario Secco (Ensenada), Lucas Ghi (Morón), Mariano Cascallares (Almirante Brown), Andrés Watson (Florencio Varela), Juan José Mussi (Berazategui), Alberto y Pablo Descalzo (Ituzaingó) y Fernando Espinoza (La Matanza).

Durante el almuerzo, el mandatario provincial dicen a este medio que fue categórico con su mensaje: todos a militar, habría dicho a los presentes, y habría agregado que hay que volver a ganarle a Javier Milei y darle el tiro de gracia.

Según esta fuente esa reunión deja claro que la apuesta no es solo ideológica sino de poder territorial, donde los intendentes necesitan visibilidad, por más que no tengan candidaturas. Esa movida busca construir respaldo, legitimar su papel en la campaña, y mostrar músculo incluso desde afuera de las listas nacionales: “Axel quiere mostrar que su ejército de intendentes pueden marcar la diferencia en cualquier elección y mostrar su músculo”.

La grieta interna se agranda: entre la gratitud exigida y la disciplina impuesta porque los intendentes están obligados a jugar doble: traccionan para una lista que no los contiene, como Jorge Ferraresi y Mario Secco, pero sabiendo que un mal resultado nacional puede traducir en más pérdidas políticas locales.

Mientras tanto, Kicillof y quienes impulsan el MDF ofrecen una narrativa de protagonismo moral (“somos nosotros quienes ganamos”) para que no se desconecten con el territorio ni la militancia.

La tensión está servida: ejercer poder sin reconocimiento formal es caminar por la cornisa. Mantener movilizados a los territorios puede resultar estratégico para la dirección nacional —asegurar estructura, votos, legitimidad— aunque genere resentimientos soterrados.

La ecuación que se plantean los intendentes es: ganancias posibles vs. riesgos reales. Traducido: ¿qué pueden ganar los intendentes con esta campaña y qué pueden perder o sacrificar?

Un beneficio sería reforzar su capital político local: aparecer en actos, en discursos, en fotos nacionales que los vinculen al proyecto, mientras que por el contrario ponen en riesgo una militancia local que se sienta usada si el esfuerzo no trae réditos tangibles.

También tienen la opción de mostrar lealtad partidaria, lo que puede traducirse en mejores negociaciones provinciales o nacionales después, pero al mismo tiempo esto les genera desgaste logístico y financiero, además de críticas por usar recursos municipales para algo que no los representa directamente y que las oposiciones locales van a aprovechar.

Otra ventaja, si ganan, es ser vistos como actores claves frente a Kicillof y la conducción bonaerense, lo que les da fuerza de cara a 2027, pero al mismo tiempo caminan por la cornisa porque la exclusión de la listas puede naturalizarse y pueden terminar en 2027, marginados permanentemente si no intervienen con firmeza.

Los intendentes siguen soñando con que el próximo gobernador sea uno de ellos. Quieren poner al sucesor de Kicillof, pero la ansiedad es tanto de alcaldes de MDF como de La Cámpora porque la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, que podría aspirar a la presidencia de la Cámara baja bonaerense, ansía casi con desesperación tener el consenso total del peronismo bonaerense, al igual que otros jefes comunales kicillofistas.

La contundente e inevitable conclusión es que los intendentes bonaerenses están frente a una paradoja: sin lugares en la boleta nacional, pero con todo el aparato municipal y territorial invertido para sostener una boleta ajena.

Esa decisión revela que el poder real no está solo en los nombres de la lista, sino en quién moviliza al electorado, administra honores políticos, reparte agenda y visibles.

Si Fuerza Patria gana en octubre, todos afirmarán que la victoria fue fruto del corazón del Conurbano. Pero si hay desgaste, abstencionismo, o una caída relativa de la votación, esos que pusieron todo menos nombre pueden convertirse en la chispa de la crisis interna.

¿Hasta cuándo estar en la retaguardia solo a cambio de gratitud discursiva? Se preguntan los alcaldes del MDF que tendrán que militar (o no), una lista con fuerte perfil cristinista.  

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