lunes 15 de septiembre de 2025 - Edición Nº2476

Lanús | 13 sep 2025

PERFIL DE UN APARATO EN REMATE

Ascenso y caída del modelo Grindetti: El PRO de Lanús pagó caro el abrazo del oso de Milei

Grindetti entregó todo a cambio de nada, y ahora ni siquiera tiene a quién culpar. El PRO de Lanús quiso subirse a la ola liberal y terminó ahogado en su propia ambición. Pasaron de manejar el municipio a mendigar cargos entre los escombros del mileísmo del conurbano


Por: Ricardo Carossino

La expresión abrazo del oso sirve para describir aquellas muestras de afecto y simpatía que, en realidad, pretenden dañar a quienes las reciben y eso fue exactamente lo que pasó al PRO del presidente de Independiente, Néstor Grindetti, que incluso terminó pidiéndole ayuda al Chiqui Tapia para no convertirse en el enemigo número uno de la Conmebol.

¿Qué fue lo que pasó del aquel prometedor y exitoso ministro de Economía porteño a este dirigente de fútbol del conurbano rogando que no lo conviertan en un paria?

En Lanús ya no quedan ni los restos del “modelo Grindetti”. Lo que alguna vez fue una maquinaria política sólida del PRO en el conurbano sur, hoy es apenas un eco lejano, un recuerdo incómodo para quienes supieron ostentar el poder con soberbia amarilla.

Pero la caída no fue sólo producto del desgaste natural. Fue, también, una rendición sin condiciones ante el armado libertario, que terminó dejando al macrismo local sin territorio, sin identidad y sin futuro.

Ascenso y caída de un modelo

Desde su primera postulación en 2007, con apenas el 9 % de los votos, el ex intedenente amarillo construyó una trayectoria política sólida en Lanús, que reflejó el crecimiento del PRO en el conurbano bonaerense.

Luego de quedar segundo en 2011, logró en 2015 un triunfo histórico frente al peronismo, convirtiéndose en intendente con el 37,5 % y consolidando su liderazgo en 2019 con una reelección que rozó el 49 %. Estaba en lo más alto de la pirámide de la derecha bonaerense.

Durante esos años, el PRO supo capitalizar el voto local, beneficiarse del corte de boleta y sostener una estructura que le permitió resistir contextos nacionales adversos, como en las legislativas de 2021.

Sin embargo, en 2023, tras ocho años de gobierno, su propuesta fue derrotada: el candidato sucesor, Diego Kravetz, cayó ante Julián Álvarez (UP) por casi 10 puntos. Esta derrota marcó el fin de un ciclo que había comenzado desde una posición marginal.

La experiencia del PRO en Lanús bajo Grindetti demuestra cómo una fuerza emergente puede construir poder local con estrategia, presencia territorial y gestión, pero también cómo los ciclos políticos se agotan si no se renuevan frente al cambio de expectativas sociales y contextos nacionales.

El modelo Grindetti: una anomalía PRO en el conurbano

El llamado modelo Grindetti fue, durante casi una década, la versión lanusense del proyecto PRO: una fórmula que combinó gestión municipal, control territorial, orden político y una narrativa de eficiencia.

Por un tiempo, esa alquimia logró seducir a amplios sectores sociales, especialmente a quienes ya no soportaban (por ideología, por hartazgo o por pragmatismo) el histórico dominio peronista en la zona.

Néstor Grindetti, hombre de números, exministro de Hacienda de la Ciudad de Buenos Aires durante la gestión de Mauricio Macri, llegó al poder en 2015 con un perfil técnico, austero y sin estridencias.

Su modelo se apoyó en dos pilares: orden fiscal y gestión urbana visible. A diferencia de otros intendentes del PRO que gobernaban para sectores medios-altos, Grindetti bajó al barro del conurbano peronista y se propuso construir una estructura propia, sin depender del radicalismo ni del PJ reciclado.

Para sostener esa anomalía política, armó un dispositivo territorial robusto: punteros reciclados, operadores nuevos y una fuerte presencia en clubes, sociedades de fomento y organizaciones de base. En definitiva, un PRO a la conurbana.

Sin sucesores, sin calle, sin votos

Pero ocho años de gestión en el conurbano desgastan. Y sin recambio político ni tampoco una narrativa renovada (como incluso pidió el gobernador Axel Kicillof dentro del PJ), el ciclo estaba condenado. Grindetti gobernó con eficiencia administrativa, pero según voces del peronismo amarillo, pecó por “la falta de empatía política”. No formó herederos ni cultivó liderazgos de segunda línea con potencia propia.

Cuando decidió lanzarse a la gobernación en 2023, dejó el municipio en manos de Diego Kravetz, su jefe de Gabinete, que nunca logró generar legitimidad ni conexión con el electorado. El resultado fue una derrota doble: Lanús volvió al peronismo y Grindetti perdió la elección provincial frente a Kicillof. Pero lo peor vino después.

El pacto libertario: entrega sin retorno

Tras la derrota, Grindetti eligió no reconstruir el espacio local. En su lugar, entregó su estructura política a Sebastián Pareja, operador libertario y hombre de confianza de Javier Milei en la provincia de Buenos Aires. Apostó a la ola liberal como forma de supervivencia, sin embargo, el experimento no sólo fracasó: dinamitó lo poco que quedaba del faro amarillo en la peronista Tercera Sección.

La jugada fue clara: alinearse con el mileísmo, esperar algún premio y, de paso, conservar algo de centralidad. Pero la alianza terminó siendo un acto de capitulación. El PRO perdió identidad, cuadros y relato. La estética de lo nuevo (acertada o no, legítima o no) arrasó con la estructura de lo viejo, sin construir nada sólido a cambio.

Encima, Milei perdió en la provincia por 14 puntos frente a Kicillof y su revolución libertaria nunca despegó en el conurbano. Fue, en el mejor de los casos, un fenómeno de Twitter. En el territorio, no pisó. Apenas un puñado de gente paga en el acto de Moreno, fue la síntesis del Presidente de la Nación en la provincia más importante de la Argentina.

Dos concejales, un cementerio político

El resultado en las elecciones legislativas de septiembre de 2025 fue lapidario: el PRO sólo logró meter un concejal en Lanús.  Damián Sala renovó su banca con esfuerzo. El otro, Damián Schiavone, es el remanente del grindettismo. Eso es todo. A dos años de haber gobernado el distrito, el espacio quedó reducido a una minoría simbólica, sin conducción ni estructura territorial.

Grindetti, mientras tanto, optó por el silencio. Se corrió del escenario, observando desde lejos cómo su bastión político se desmoronaba. En lugar de replegarse con dignidad, tercerizó el poder en Pareja y dejó que la interna libertaria devorara lo que quedaba del PRO lanusense.

Un páramo donde hubo poder

Hoy, el PRO en Lanús no es ni amarillo ni violeta. Es gris. Sin narrativa, sin conducción, sin calle. Lo que parecía una jugada táctica terminó siendo un suicidio político. Pareja no logró conquistar el distrito. Milei no conquistó la provincia y Grindetti no conquistó nada.

Lo que alguna vez fue un modelo de gestión con pretensiones de expansión provincial, terminó siendo una radiografía perfecta de cómo se pierde todo en política: gobierno, coherencia, rumbo e identidad.

Por otra parte, el experimento libertario no sólo fracasó. No pudo ponerle los clavos al cajón del Partido Justicialista bonaerense y encima se llevó puesto al PRO en el camino en una victoria pírrica en la interna de la derecha de la Tercera Sección Electoral.

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