jueves 11 de septiembre de 2025 - Edición Nº2472

Avellaneda | 9 sep 2025

PÉSIMA ELECCIÓN OPÓSITORA EN AVELLANEDA

Ferraresi no despega: ganó con el aparato, pero no con los votos

El intendente de Avellaneda quiere la silla de Kicillof, pero no creció en su territorio. Del otro lado LLA no pudo representar a los vecinos disconformes. Ninguna fuerza en el distrito logra ampliar su base y solo crece el ausentismo y el descreimiento.


Por: Ricardo Carossino

El intendente de Avellaneda Jorge Ferraresi ganó otra vez. Y sin sorpresas. Era lo que se esperaba y que todos, incluidos los dirigentes opositores tenían pensado que iba a pasar porque en el horizonte inmediato no surgió (y sigue sin surgir) una persona que pueda capitalizar el descontento de los antiperonistas en el municipio vecino de CABA.

Por lo demás, el intendente salió a vender su triunfo, esta elección del pasado 7 de setiembre, como un suceso excepcional por el porcentaje electoral que exhibió que por cierto, fue mayor que el anterior (56,65% en 2023/ 64,37 en 2025), pero lo cierto es que hace dos años el presentismo fue del 75,51 y el actual fue del 63%. Con lo cual el porcentaje del intendente creció debido a que aumentó el ausentismo.

La verdadera noticia no está en el resultado, sino en lo que ese resultado revela: un intendente que, a pesar de manejar todo el aparato municipal, la billetera del Estado local y hasta proyectarse provincialmente, no logra despegar en las urnas.

En la elección municipal del 7 de septiembre, Ferraresi cosechó 126.987 votos, apenas 1.076 más que en 2023, cuando sacó 125.911. Un crecimiento raquítico, casi imperceptible, que demuestra que su techo electoral ya no solo es bajo, sino que además empieza a mostrar signos de fatiga.

Todo esto ocurre en un contexto de críticas crecientes a su gestión, donde la bronca vecinal se acumula pero no logra encontrar canalización efectiva en las urnas.

Enfrente, Cristian Frattini, candidato de La Libertad Avanza, se presentó en alianza con sectores de Juntos por el Cambio. Sumó 52.401 votos, un número que, aunque superior a los 38.820 de LLA en 2023, no logró alcanzar el potencial opositor real. En realidad, en esta elección faltaron esos 38.000 votos que tampoco fueron al peronismo. Directamente no fueron a las urnas.

Si uno compara con los votos de 2023, la oposición tenía, combinando LLA y Juntos por el Cambio, un piso de 89.141 votos (50.321 de JxC + 38.820 de LLA). La nueva alianza apenas arañó un 60% de ese caudal anterior. ¿Qué pasó? ¿Falta de liderazgo? ¿Candidatos sin tracción? ¿Acuerdos de cúpula que no bajan a la calle?

La realidad es que mientras Ferraresi se mantiene en su pedestal con poder real pero sin amor popular, la oposición no encuentra forma de transformarse en una alternativa seria y cohesionada.

Lo más preocupante para Ferraresi no debería ser la oposición, sino la desafección creciente de su propia base social. A lo largo de los últimos dos años se acumularon críticas fuertes a su gestión: Obras demoradas o de baja calidad, muchas veces más anunciadas que terminadas. Inseguridad en aumento, con robos violentos incluso en barrios históricamente tranquilos. Un sistema de salud pública colapsado, con turnos que se dan a dos o tres meses y guardias desbordadas y falta de transparencia en contrataciones municipales y manejo de recursos.

Lo que ven desde la oposición según comentaron a Política del Sur, es un municipio “cada vez más alejado del vecino común, con funcionarios que no atienden reclamos y con una gestión que parece más enfocada en el marketing que en resolver problemas reales”.

A pesar de todo esto, Ferraresi retiene poder real. Pero el precio fue alto: no logró ampliar su base electoral y los signos de desgaste son evidentes. Ferraresi tiene entre ceja y ceja su postulación a la gobernación bonaerense. Pero los números de Avellaneda le juegan en contra: si no logra crecer en su propio distrito, ¿con qué autoridad política va a pedir respaldo provincial?

Con una oposición desdibujada y un oficialismo que no entusiasma, la política en Avellaneda entra en zona de riesgo democrático: donde nadie representa la bronca. Y eso, a la larga, es combustible para el descreimiento.

Ganó, sí. Pero no conquistó. El número no miente: 1.000 votos más en dos años es insignificante para un intendente que se cree conductor bonaerense y que sueña con presidir del PJ que ahora está en manos de Máximo Kirchner. El aparato funcionó, pero la ilusión de  un Ferraresi “imparable” no se sostiene.

 

 

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