miércoles 18 de junio de 2025 - Edición Nº2387

Gremiales | 17 jun 2025

CRISIS LABORAL

La brutal caída del consumo de alimentos pone en jaque a la industria

Los datos muestran como la crisis en el consumo multiplica los conflictos, ya que las empresas comenzaron a despedir personal o dejar de pagar los aumentos solicitados. De la situación no se salva nadie, desde las multinacionales a las pymes. En el conurbano bonaerense el cierre de empresas es foto de preocupación por su efecto social.


Por: Diego Lanese

Con un corte parcial de la Panamericana, los trabajadores de la firma Georgalos protestaron la semana pasada por el despido de cinco operarios, y la falta de respuesta de la empresa al llamado de conciliación obligatoria. La situación de tensión viene de hace más de un mes, cuando los dueños del tradicional postre Mantecol cambiaron las condiciones de producción en el sector de chocolates, buscando maximizar las tareas, ante la baja de las ventas y el consumo.

Ante el reclamo del personal, que incluso realizó una medida de fuerza, la respuesta fue la cesantía de los activistas sindicales. Este conflicto es un ejemplo de cómo la recesión y la caída del consumo de alimentos y bebidas está golpeando en una industria hasta no hace mucho pujante, que hoy sufre las consecuencias del modelo libertario, más vinculado a la especulación que a la producción.

Los datos de diversos estudios refuerzan esta idea, en especial el último mes, según la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME), que alertó que la baja en las ventas minoristas estuvo empujada por este sector. En el conurbano bonaerense esta crisis tiene especial impacto, como pudo verse con el cierre de Dánica e Llavallol en enero de este año, o los problemas de Lipo para el pago de los salarios de sus trabajadores de la planta de Remedios de Escalada.

El conflicto en Georgalos es otro de los ejemplos del impacto del modelo libertario en la industria de los alimentos, que sigue en retroceso, según la mayoría de los sondeos.

En el caso de la firma de Mantecol, el intento de producir más con menos personal derivó en una protesta y posterior despidos, que se mantienen pese a la intervención del Ministerio de Trabajo provincial. La baja en el consumo en el “granero del mundo” ocupa todo el ardo, desde esenciales como carne o leche hasta bebidas alcohólicas.

Según la CAME, por ejemplo, en mayo las ventas minoristas pymes registraron “una caída interanual del 2,9 por ciento a precios constantes”. En la comparación mensual desestacionalizada, se observó un descenso del 0,7 por ciento respecto a abril.

Con estos valores, el acumulado de 2025 muestra una suba del 11 por ciento, en comparación con el mismo período de 2024. Alimentos y bebidas, con un descenso del 7,6 por ciento, lideró la baja de las ventas, y ejemplifica el impacto de la crisis del sector.  “El sector enfrenta un contexto con fluctuaciones en las ventas y una demanda marcada por la cautela”, explicó el informe de la CAME, al que tuvo acceso Política del Sur.

Aunque algunos comercios mantienen clientelas fieles, “la evolución de los ingresos familiares y el aumento de precios en productos clave, como carnes y verduras, han llevado a una reducción en el volumen de compra y a un giro hacia opciones más accesibles”. A esto se suman “los mayores costos operativos, que dificultan la rentabilidad y el sostén de muchos negocios”.

“La inversión sigue siendo limitada y la competencia con grandes cadenas presiona los márgenes, pero hay expectativas moderadas de repunte en fechas clave. La estabilidad de precios aparece como un factor central para recuperar dinamismo en el consumo”, agregaron.

La caída del consumo se produce en un contexto de fuerte suba de precios. En marzo, la inflación alcanzó el 3,7 por ciento, impulsada principalmente por los rubros de educación (21,6 por ciento) y alimentos (5,9 por ciento), según datos del INDEC.

La suba de precios en verduras, tubérculos, legumbres, carnes y derivados tuvo una alta incidencia en todas las regiones, lo que termina impactando en una industria muy diversificada, pero que en estos momentos está en situación precaria. Esto impacta no sólo en las empresas productoras de alimentos, sino en aquellas que están vinculadas a la materia prima, como la lecha.

Esta industria está pasando uno de sus peores momentos. La cooperativa emblema SanCor transita este momento de mayo con la incertidumbre de no saber qué ocurrirá con su concurso de acreedores, mientras que La Serenísima sigue expectante ante el “tire y afloje” que vienen promoviendo Arcor, Danone y la familia Mastellone.

Los problemas de la industria alimenticia tienen especial impacto en el conurbano bonaerense, donde están instalas muchas plantas con muchos años de trayectoria, y que son puntales de la economía de sus localidades, afectadas doblemente por la crisis: deben afrontar la suba de alimentos con reducción de los puestos de trabajo.

En enero de este año, la tradicional planta Dánica de la localidad de Llavallol cerró sus puertas, y dejó a 150 operarios en la calle. Luego de varios años de dificultades, el grupo Beltrán decidió discontinuar la producción, bajo el argumento del desplome del consumo interno, afectado por la crisis recesiva.

Este primer caso inauguró una tendencia que con el correr del año fue creciendo, y hoy parece instalada: la crisis de la industria alimenticia. En las últimas semanas, dos firmas tradicionales como Caramelos Lipo y Tía Maruca admitieron problemas para afrontar el pago de salarios, lo que disparó conflictos con sus trabajadores. La larga lista de firmas en problemas por el modelo libertario no sólo incluye a productoras de consumo masivo, sino que además hay lácteas, avícolas y frigoríficos, lo que marca lo grave de la situación.

Esta realidad no sólo incluye a las empresas pymes y medianas, sino a grandes firmas del sector, como Molinos Río de la Plata, que luego de tener ganancias extraordinarias en 2024 este año avanza un plan de ajuste, que incluye la amenaza de despidos en su planta Esteban Echeverría.

Por su parte, La Lácteo y ARSA experimentan un drama económico sin solución inmediata. Esta semana, a esos nombres se sumó el de Verónica, que cayó en un freno productivo a partir de medidas sindicales derivadas de la falta del pago completo de los salarios y la retención de aportes sociales. Incluso la industria frigorífica está en apuros: según las proyecciones, el consumo de carne vacuna per cápita en Argentina este año “será menor que en 1920”.

A esto se le suma el malestar por la estrategia de pisar las paritarias del gobierno nacional, que hizo que esta semana la Federación Trabajadores de la Alimentación (FTIA) se movilizar a la sede de la cámara empresaria FIPPA para exigir mejoras salariales urgentes, luego que la patronal ofreciera un 1 por ciento de incremento, de acuerdo al techo que intenta imponer la Casa Rosada.

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