jueves 29 de mayo de 2025 - Edición Nº2367

Nación | 27 may 2025

La medida de Diego Kravetz

La mirada de la SIDE sobre los pobres: persecución disfrazada de “seguridad”

Una vez más, el Estado argentino vuelve a poner su lupa —y ahora su aparato de inteligencia— sobre los sectores más vulnerables de la sociedad. Según reveló el periodista Hugo Alconada Mon en La Nación (27/05/2025), la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) emitió una directiva secreta orientada a “monitorear la acción de actores sociales, económicos y políticos que incidan sobre grupos sociales vulnerables”. El documento, clasificado y firmado por el propio jefe de la AFI, Diego Kravetz, constituye un giro preocupante hacia el uso del espionaje estatal con fines políticos y de control social.


Por: POR JUAN BAUTISTA VEGA

¿Quién es Diego Kravetz? Un operador del conurbano con licencia para espiar

Exjefe de Gabinete de Lanús y brazo derecho del intendente Néstor Grindetti, Kravetz es un actor conocido en la política bonaerense. Durante años fue el encargado de las áreas más sensibles del municipio: Seguridad, Espacio Público, y Relaciones Institucionales. Su figura emergió con fuerza en la gestión PRO como el “halcón” que iba a garantizar mano dura en los barrios del sur del conurbano. De hecho, fue el candidato de Grindetti para sucederlo en 2023, pero su pobre desempeño electoral permitió que el peronismo recuperara el municipio.

El mismo Kravetz que hoy dirige la AFI es recordado por un escándalo en 2016, cuando ingresó armado a un comedor comunitario en Lanús en medio de una discusión por la distribución de alimentos. La imagen de un funcionario de seguridad con pistola en mano en un espacio de asistencia social es elocuente y simbólica: define con crudeza una visión política que no concibe la vulnerabilidad como un derecho a proteger, sino como un foco de amenaza a vigilar.

 

La AFI y los pobres: una lógica del enemigo interno

La directiva revelada por La Nación no menciona ni al narcotráfico ni al terrorismo internacional. Su foco está en los movimientos sociales, organizaciones barriales y referentes comunitarios que inciden en sectores pobres. Es decir, el nuevo “objetivo” de inteligencia del Estado son los actores que asisten, representan o articulan con quienes más sufren la crisis económica.

Desde la recuperación democrática, los servicios de inteligencia fueron una herramienta de vigilancia sobre el poder real —o al menos eso se prometió tras el final del terrorismo de Estado—. Pero esta decisión devuelve a la SIDE (rebautizada como AFI) al viejo rol de policía política: mirar a los pobres, fichar militantes sociales, y anticipar posibles “desbordes” con lógica de represión preventiva.

 

Kravetz, de pistolero a espía

Que esta medida provenga de Kravetz no sorprende a quienes siguen su carrera. Su perfil siempre fue el del dirigente de mano dura, el que propone enfrentar el problema social con soluciones policiales. Su desembarco en la AFI, bajo la presidencia de Javier Milei, implica un corrimiento preocupante del foco institucional: en vez de inteligencia estratégica, se promueve el espionaje sobre quienes menos tienen.

Este enfoque, lejos de resolver problemas de fondo, parece más bien una táctica para condicionar la protesta social, criminalizar la pobreza y cercenar derechos políticos elementales. Una herencia del peor liberalismo autoritario que reduce el conflicto social a una cuestión de orden público.

 

Conclusión: el espejo roto del Estado

La Argentina del presente, con inflación alta, pobreza estructural y desigualdad creciente, necesita un Estado que contenga y promueva, no uno que espíe y reprima. La decisión de la AFI, en manos de Kravetz, es una señal peligrosa de un Estado que deja de mirar a los poderosos para perseguir a los débiles. Y lo hace con métodos que remiten a los peores capítulos de nuestra historia.

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