

Las alertas sobre la migración de turistas hacia otros destinos no fueron atendidas o, al menos, no se les dio la dimensión adecuada. Al respecto, la subsecretaria de Turismo de la provincia de Buenos Aires, Soledad Martínez, mencionó: "Las temporadas de verano nuestras son cortas pero muy concurridas, por lo que representan el principal flujo económico con el que cuentan estos lugares el resto del año. Por eso es muy importante que funcionen enero, febrero y marzo para que se sostenga la actividad y se genere confianza en los empleadores para mantener las fuentes de empleo. De lo contrario, todo se vuelve muy estacional".
Nos encontramos transitando una temporada que dista mucho de ser un récord. En enero, la ocupación hotelera en la Costa Atlántica superó el 75%, según datos de la Federación Económica de la Provincia de Buenos Aires (FEBA). Esta cifra superó las previsiones iniciales, que anticipaban un desempeño más bajo debido a la apreciación cambiaria, la inflación y la presión sobre los ingresos de los argentinos.
En destinos como Cariló, Valeria del Mar y Mar de las Pampas, los fines de semana registraron picos de ocupación cercanos al 90%. Esto se logró gracias a ofertas y estrategias comerciales adoptadas por los hoteleros, lo que permitió posicionar a estas localidades entre las favoritas de los viajeros.
En febrero, la ocupación se encuentra en un 50%, reflejando una tendencia a la baja en comparación con temporadas anteriores. La llegada de turistas extranjeros disminuyó un 20%, mientras que los viajes de argentinos al exterior aumentaron un 37%, según datos del INDEC. En este contexto, fueron más los residentes locales que viajaron al exterior que los no residentes que arribaron al país.
Esta realidad pone en jaque la capacidad de supervivencia de varios emprendimientos hoteleros. Un caso notorio dentro de la órbita estatal es el de los complejos hoteleros de Chapadmalal y Embalse, que cerrarán sus puertas a partir del 4 de marzo. Según un comunicado recibido por una cooperativa de Santa Fe, estos edificios, administrados por la Subsecretaría de Turismo, dejarán de recibir viajeros. Estos hoteles, de gran valor histórico, brindaban alojamiento a jubilados, pensionados y personas de bajos ingresos a un costo más accesible que el del mercado.
Para el sector, los desafíos económicos son permanentes y las perspectivas para el futuro son complicadas. La adaptación a un contexto desafiante y la innovación son claves para sostener la actividad en un año lleno de incertidumbre.
Si bien el impacto de la crisis varía según la región, Buenos Aires sigue siendo la plaza con mejor desempeño debido a su actividad corporativa y atractivo turístico. En cambio, destinos como Mar del Plata y Salta han sufrido más las consecuencias de la actual situación económica.
Se observa un cambio en los hábitos de los viajeros, quienes han vuelto a reservar vacaciones a último momento, priorizando experiencias sobre la duración de las estadías. Esto resalta la importancia de invertir en infraestructura y conectividad, así como en una gestión eficiente del turismo para evitar la masificación y garantizar experiencias de calidad.
En la provincia de Córdoba, la crisis también golpea al sector. La imposibilidad de sostener los costos operativos y la competencia desigual con los departamentos turísticos en Villa Carlos Paz dificultan aún más la rentabilidad del negocio. Un caso representativo es el del hotel Urban City, cuyo propietario, Antonio Delich, anunció su cierre debido a la imposibilidad de afrontar los impuestos. "La realidad de Carlos Paz está quedando en evidencia: el 50% de lo que generamos se lo lleva el Estado en impuestos", explicó Delich.
En el hotel trabajan entre 7 y 10 empleados con sueldos que parten desde los 900 mil pesos, pero que a la empresa le terminan costando alrededor de 1.600.000 pesos por cada uno, sumando cargas patronales. "Hemos recurrido a un crédito del Banco Nación para mantener el hotel a flote, pero ya no es viable", sostuvo.
Otro problema que enfrentan es el deficiente suministro de gas y electricidad, lo que obliga a depender de soluciones alternativas. "Tenemos gas natural, pero no da abasto, por eso usamos tubos. Cuando necesitamos cocinar, no está. Con la energía pasa lo mismo: tenemos tres o cuatro cortes diarios y dependemos de generadores para poder seguir funcionando".
El último aumento en la boleta de EPEC (Empresa de Energía de Córdoba) refleja la magnitud del problema: el consumo eléctrico ascendió a cuatro millones y medio de pesos, un incremento del 160% en un año.
Si consideramos que una habitación en un hotel tres estrellas como el Urban City cuesta 80 mil pesos por noche, pero la mitad de ese monto se destina solo al pago de impuestos, sin contar los servicios básicos como luz, agua y cloacas, se torna evidente que la capacidad de subsistencia de muchos emprendimientos hoteleros está llegando a un punto crítico.