viernes 25 de abril de 2025 - Edición Nº2333

Cultura y Espectáculos | 7 feb 2025

HISTORIAS URGENTES

Los rengos de Perón: La historia del Frente de Lisiados Peronistas

Nacidos al calor de la primavera camporista, el colectivo denunció las malas condiciones de los discapacitados, en especial aquellos nacidos en la pobreza. Fueron responsables de la primera ley de cupo laboral, por lo que se ganaron el odio de López Rega y su Triple A. El destina trágicos de sus fundadores, desaparecidos por reclamar por sus derechos básicos.


Por: Diego Lanese

A comienzos de los 70, el Instituto de Rehabilitación del Lisiado (IREL) era el único lugar donde los discapacitados sin recursos podían recibir atención gratuita. El lugar, creado en 1956, ofrecía además una especie de becas laborales en lo que hoy llamaríamos talleres protegidos.

Allí, jóvenes con problemas de motricidad –sin una o las dos piernas, con deformaciones u otras cuestiones –más otros con dificultades de visión, se “ganaban la vida”, en un país donde la discapacidad era tabú.

Eran tiempos políticos convulsionados, la lucha contras las dictaduras y la proscripción del peronismo generaron una juventud movilizada, que bajo la influencia de la revolución cubana se radicalizaba en su pensamiento y accionar. En este contexto, un grupo de estos lisiados, que coincidieron a comienzos de esa década en ese lugar, comenzaron a organizarse.

Las primeras charlas se dieron por los bajos salarios que percibían. “Era poca plata para los pibes. Y ahí empezamos a cuestionar al director. Y dijimos acá nos tienen que dar aumento”, recuerda Ricardo Quiñones, que comenzó a organizar al grupo.

Así conoce a José Poblete, un chileno que había perdido las piernas en un accidente laboral con pasado militante en la izquierda de su país. También a Gilberto Renger Ponce, un boliviano que a partir de una luxación de cadera termino con un acortamiento de una de sus piernas. Se suman otros habitués al IERL, que comienzan a reunirse.

Más allá de las diferencias ideológicas, entiende que el justicialismo es la causa nacional a abrazar. Así nace el Frente de Lisiados Peronistas (FLP).

Los integrantes de este colectivo comparten una doble condiciones de exclusión: por un lado son discapacitados, muchas veces ocultados por sus propias familias; y por otro son pobres, de barrios populares, sin contención ni ayuda oficial. Por eso en un primer lugar el frente es una especia de “grupo de contención” de esas dos marginalidades.

“La noción del ‘compañero’ como relación vincular, inicialmente fue la que hacía posible asumir la ‘situación de discapacidad’ en un mal contexto, y por otro lado, ‘esos compañeros’ eran vistos también como compañeros de reivindicaciones” con centro en la militancia política”, analizan los investigadores Gerardo Médica y Viviana Villegas en Esos Rengos Peronistas. Dos relatos sobre el Frente de Lisiados Peronistas, uno de los pocos trabajos escritos que hay sobre esta experiencia. A partir de esta unión, el pase de lo personal a lo político fue casi natural.

“En eso viene el ‘Maradona’ del equipo, aparece José Poblete, chileno, 17, 18 años con una guitarrita y su tono chileno. Nos hablaba primero al ser humano y cuando él hablaba quedábamos con la boca abierta de lo que nos decía. Y nos plantea militar.

Y ahí empezamos a salir, a una unidad básica en la villa de Bajo Belgrano. Y ahí nos entra a picar el bichito del peronismo”, describió en ese mismo trabajo Quiñones.

El rol de liderazgo de Poblete hizo que se comenzara a estructurar orgánicamente el espacio, que recién en 1972 adopta su nombre oficial. Antes, eran “los rengos de Perón”. La mitología dice que el propio ex presidente sugirió el nombre Frente de Lisiados Peronista como emblema oficial.

Lo cierto que este movimiento llegó a tener unos 300 militantes, entre otros Alejandro Alonso, Norberto Scarpa, “Chiche” Guillén, Mónica Brull y Claudia Grumberg. Su tarea central estaba vinculada a la denuncia de las malas condiciones de vida de los discapacitados, además de romper con esa mirada etigmatizante sobre los lisiados.

El gobierno de Agustín Lanusse ajustó las cuentas públicas, en un típico modelo neoliberal, lo que resintió aún más la atención de este colectivo. “Nosotros sabíamos que había que militar porque nadie te regala los derechos”, afirmó Renger Ponce, otro de los fundadores. Sumados a la llamada “tendencia peronista”, festejaron con columna propia la llegada de Héctor Cámpora a la presidencia, y una militante del FLP le entregó un ramo de flores.

Jamás habíamos visto una movilización con tantos rengos en la calle, en camilla, en sillas de ruedas, con muletas. Entramos por la explanada que sube del costado viniendo de Retiro”, describió.

Con la vuelta de peronismo al poder los lisiados comienzan a trabajar en lo que será su principal anhelo: una ley para respaldar los derechos de las personas con distintas discapacidades. Habían conseguido una casa donde muchos de los integrantes vivían, y comenzaron a trabajar en este marco normativo.

La alegría del trabajo y la posibilidad de darle apoyo y contención a más personas los alentaba. Eran tiempos de esperanza, de sueños, de reivindicaciones. De esas largas jornadas de trabajo nació la Unión Socio Económica del Lisiado (UNSEL), cuyo manifiesto explicaba que su objetivo era ayudar “acceder a un trabajo en un medio normal y conseguir recursos económicos suficientes para vivir sin depender de las asociaciones”.

El frente comienza a criticar duramente al modelo asistencialista de la discapacidad, cuestionamiento que queda plasmado en un slogan: “Los lisiados seremos artífices de nuestro propio destino, nunca más instrumento de la ambición de nadie”.

Con apoyo de parte del oficialismo, consiguen el objetivo de la ley, que bajo el número 20.923 establece que las personas con discapacidad “son concebidas como trabajadores”, además de ordenar que “todas las empresas mixtas, estatales, privadas debían tener en su planta el 4 por ciento de mano de obra de personas con discapacidad”. Esta es la primera ley de cupo de discapacitados de la historia de Latinoamérica.

Estas tareas le generan enemigos en el gobierno. Además, comenzaron a articular con el Movimiento Villero Peronista (MVP), la Juventud Peronista (JP) y Montoneros, marcando claramente su perfil ideológico dentro del amplio abanico que formaban en ese momento el espacio gobernante.

En 1973 deciden tomar el IERL, para denunciar la vieja problemática de los salarios bajísimos, que había servido de catalizador del grupo. Todo esto puso a los rengos en la mira del siniestro José López Rega, el Ministro de Desarrollo Social, monje negro de aquellos años y promotor de la Alianza Argentina Anticomunista (AAA).

Los lisiados ya habían sabido de la violencia en la masacre de Ezeiza, donde Quiñones y Renger Ponce estuvieron en el palco, y recuerdan cómo debieron tirar al suelo a muchos compañeros en sillas de rueda cuando comenzaron los disparos.

A poco de los sucesos, López Rega denunciará en los medios de comunicación que los integrantes del FLP habían “ingresado al acto de Ezeiza con armas y drogas en las sillas de ruedas”. “No podíamos ni caminar y menos darle a los ‘fierros’”, ironizó Quiñones.

A partir de esto la tensión fue creciendo. Pese a esto buscaban mantener las propuestas. Buscan motorizar la Ley nacional de Discapacidad, con legisladores de la tendencia. Además, Poblete quería hacer un congreso nacional para discutir sus necesidades. Sin invitación, intervienen en los Juegos de Sillas de Ruedas Nacionales, realizados en Mar de Plata. Pero la interna del peronismo se hacía más violenta.

A fines de 1973 toman la Asociación de Orientación al Lisiado (AOL), que tenía talleres protegidos y que según los rengos “pagaba dos mangos a los trabajadores mientras los dueños se la llevan en pala”. Durmieron varios días en la vereda del lugar, en Avenida del Libertador, hasta que una violenta represión los desalojó. Comenzaba el fin de esta experiencia. Formalmente el FLP se disuelve en 1975, y sus integrantes comienzas a militar en otros espacios.

Cuando llega el golpe militar de 1976, los rengos estaban marcados, la pelea con López Rega y la visibilidad alcanzada durante la toma AOL los puso en la agende genocida. Poblete y otros militantes del FLP fueron secuestrados y llevados al centro de detención clandestina “El Olimpo”. Allí Poblete y su esposa que estaba embarazada fueron torturados, asesinados y permanecen desaparecidos.

Al rato me hacen hablar con Gertrudis, esposa de Poblete, quien me dice que hable porque estábamos todos presos. Como no tenía nada que decir, los represores comienzan a castigarme con latigazos. Luego escucho que uno ordena que me lleven a la máquina. Allí me atan y comienzan a aplicarme la picana por todas partes del cuerpo: por el pecho, la boca, la lengua, en los testículos y en el ano. Mientras, me preguntan dónde guardaba las armas y me amenazaban con matar a mi hijo y a mi esposa que estaba embarazada”, relató Renger Ponce.

Luego de las torturas, fue liberado el 21 de diciembre de 1978. Quiñones logra escapar de la represión ilegal con apoyo de la red de protección de Montoneros.

“Pobres, lisiados, no aptos, no normalizado, inhabilitado e improductivo, así eran considerados en ese momento bajo el paradigma construido por quienes lejos estaban de construir una sociedad habilitada para todas y todos”, remarcaron Médica y Villegas.

Como tantos otros militantes, pagaron con su vida el idealismo de buscar una sociedad más justa, que a los rengos castigaba doblemente. Se rebelaron pese a las barreras contra la discriminación y el olvido.

En febrero de 2000, Abuelas de Plaza de Mayo le restituyó su identidad a Claudia Victoria Poblete Hlaczik, hija del líder del FLP y Gertrudis Hlaczi. La ferocidad de la dictadura con los rengos no logró sepultar la historia. Ni la anulación de su ley 20.923 (la tercera anulada apenas asumió el proceso) los borró del mapa. Ese al que se metieron a fuerza de compromiso y valor, al grito de “acá están, estos son, son los rengos de Perón”.

OPINÁ, DEJÁ TU COMENTARIO:
Más Noticias

NEWSLETTER

Suscríbase a nuestro boletín de noticias