

Por: Federico Cedarri
La instauración de un operativo clamor en rededor de la candidatura de Cristina Kirchner hacia la titularidad del PJ nacional regurgitó aún más el contraste interno ya indisimulable dentro del peronismo provincial.
S bien desde el entorno más próximo al gobernador bonaerense Axel Kicillof buscan bajar el tono a la trifulca interna, lo cierto es que la jugada camporista de instalar a Cristina al mando del peronismo nacional no cayó simpática en el Palacio de calle 6.
Hoy parece impensada la chance de una convivencia armónica durante el año electoral, mientras que la boleta única de papel introdujo un nuevo matiz que le puede venir al dedillo al gobernador para desmarcarse del camporismo y de égida reiterada de Cristina Kirchner.
El kicillofismo está a decidido a poner a prueba la construcción política propia en las elecciones de medio término y solo aceptarían una unidad si le dan un aproximado al 60 por ciento de las candidaturas en las listas seccionales que pueblan la Legislatura bonaerense.
En el Parlamento es donde el gobernador bonaerense aspirará a hacerse fuerte los dos últimos años de mandato, desecha la chance de ubicar gente propia en la boleta de diputados nacionales, pero sí defenderá con uñas y dientes la posibilidad de acaparar los casilleros de las papeletas seccionales: “Axel debe hacerse fuerte en el Parlamento con gente propia, tiene que manejar los principales resortes, es hora de ponerse los pantalones largos”, suelta a PDS una fuente legislativa ligada al armado del gobernador.
En rigor, hay quienes ya empiezan a fantasear con la posibilidad de que haya dos listas del peronismo en la provincia de Buenos Aires, el armado del gobernador y La Cámpora.
Una vez más el justicialismo protagoniza en el ámbito bonaerense el discernimiento de sus luchas intestinas, como ocurrió en 1985 cuando la Renovación se salió del cauce partidario y por afuera logró el consenso mayoritario del electorado peronista.
La situación volvió a repetirse en 2005 cuando el kirchnerismo con sello propio, Frente para la Victoria, desairó al duhaldismo que se quedó con la sigla partidaria pero fue ampliamente derrotado en las elecciones.
Los indicios son pruebas fehacientes de que asoma una situación de enfrentamiento para dilucidar liderazgos: “Axel va a jugar fuerte el año que viene, así que si no ceden y nos dan la mayoría de los escaños a la Legislatura es probable una ruptura”, advierte otra fuente legislativa alistada tras el el mandatario provincial.
En el kicillofismo mensuran el peso que tendrían los intendentes ante un hipotético enfrentamiento de dos espacios separados: la trascendencia de La Matanza y su notable influencia en el tablero del conurbano es un activo del gobernador que puede inclinar la balanza en cualquier contienda electoral.
En este posible escenario, los alcaldes bonaerenses podrían verse en la encrucijada de tener que elegir públicamente con que bando alistarse: “Es hora de que jueguen en serio y se pongan la camiseta de Axel contra el camporismo” se envalentona ante PDS un legislador del interior bonaerense que no siente la menor simpatía por Máximo Kirchner.
La orga no se deja amilanar por los cantos de sirena provenientes de los alcaldes con más protagonismo dentro del kicillofismo como el avellanedense Jorge Ferraresi, un entusiasta propulsor de la confrontación de los dos espacios por separado en las elecciones de medio término.
Lo cierto es que irrupción de la boleta única de papel sembró una incertidumbre que obliga a resetar las estrategias.
Si Cristina encabeza finalmente la boleta de diputados nacionales como ansía La Cámpora será nula la influencia sobre el arrastre en los municipios, por lo que la orga podría terminar monopolizando los principales casilleros de la boleta nacional pero perdería preponderancia en el ámbito provincial.
El inconveniente despunta en que el camporismo pone en juego un importante número de bancas en la Legislatura provincial y no tiene en sus planes la idea de ceder esos espacios: “Vamos a pelear por renovar nuestros espacios, tenemos una territorialidad importante”, advierten a PDS.
En ese menester es que Máximo Kirchner salió a la cancha buscado seducir a los titulares locales de los PJ, que en su mayoría son los alcaldes, con la zanahoria de Cristina presidente del partido nacional: ergo, Máximo busca alinearlos para después tenerlos de su lado si finalmente hay confrontación con el kicillofismo.
El desembarco de la boleta única de papel podría apalancar a los seguidores de Kicillof en su estrategia de copar los lugares en la listas provinciales y por primera vez diluir la influencia de una candidatura de Cristina Kirchner en la teatro de operaciones provincial.
“Ahora el armado será de abajo hacia arriba”, profetizan a este medio desde el kicillofismo.
Los ánimos de confrontación no se diluyen y se acrecienta el temor de una ruptura que podría ser evitada si se logra una unidad de criterios basado en una división de compartimentos estancos: que el gobernador se quede con la birome en las listas seccionales y el camporismo y Cristina manejan a su antojo la confección de la papeleta de diputados nacionales que enfrentará al mileísmo.