

Por: Federico Cedarri
Las cartas están echadas sobre la mesa en el mapa político del radicalismo bonaerense.
Finalmente y refrendando su tradición internista, el partido centenario celebrará una nueva contienda por la conducción del Comité Provincia para reemplazar a Maximiliano Abad, pero fundamentalmente determinar que carácter e impronta ejercerá el órgano partidario respecto a la política de alianzas con vistas al año electoral que se avecina.
El temor que embarga a la cúpula centenaria actual es que los enfrentamientos no escalen a ribetes insostenibles que puedan poner en juego la unidad porterior.
Se podría decir que la interna tendrá la particularidad de ser una definición de perfiles políticos, por un lado el territorial que componen los intendentes en su alianza con el abadismo y por otro lado los impetuosos que propenden a patear el tablero y poner al radicalismo de cara a la construcción de un frente donde se aglutinen las fuerzas progresistas y el peronismo no k.
Como anticipó PDS, se intensificaron hasta último momento gestiones entre las partes para intentar evitar a como dé lugar el proceso interno, pero todas las intentonas han quedaro desestimadas hasta el momento producto de la inflexibilidad de las partes.
La repercusión de este enfrentamiento tiene sus consecuencias inmediatas en el salto de Pablo Domenichini y Belén Malaisi del bloque abadista hacia el espacio manista que encabeza Claudio Frangul, lo que le posibilita a éste último espacio ostentar un banca más que la tropa de Diego Garciarena.
El abadismo había dado el primer paso consolidando una conjunción con la mayoría de los intendentes del foro radical que maneja el rauchense Maximiliano Suescun.
El hoy senador nacional no tuvo plafón para imponer un propio y debió ceder ante el pedido de los alcaldes boina blanca de que fuese uno de los suyos quién encabece la nómina.
Finalmente, se convino que el ex intendente de Trenque Lauquen Miguel Fernández represente los intereses de los dos agrupamientos: es de confianza de Abad y es ponderado por los intendentes pese a ya no ejercer el cargo desde diciembre pasado.
El ex candidato a vicegobernador de Néstor Grindetti muestra el apoyo de 20 jefes comunales de un total de 27 que el radicalismo despliega en territorio bonaerense: “No tendríamos que tener problemas para imponernos pero los votos se cuentan de a uno”, pronostican cerca de ahora titular del Comité Provincia.
Fernández cuenta además con el apoyo de Gustavo Posse y Walter Carusso que esta vez cayeron del lado del abadismo al que enfrentaron en 2021 y con el que siempre explicitaron sus diferencias.
El sector rebelde no se queda atrás en los respaldos, el aparato de Evolución es importante en el conurbano sur, tiene preponderancia en La plata y Olavarría donde manejan los Comités locales y además detentan el sostén del serrano Miguel Lunghi, alcalde del distrito más grande de los que maneja el radicalismo.
Tanto el médico diputado como el actual titular partidario nacional fueron acercando posiciones en los últimos meses y tras largos cabildeos, que incluyeron reuniones de sus operadores políticos, el manismo decidió resignar el primer lugar de la lista en Pablo Domenichini, operador político del enrulado dirigente.
Manes desistió de mandar a la cancha a su hermano Gastón pese a que en un momento estuvo en la consideración, no le cerraba la ecuación a los evolucionistas.
Ante este escenario, el saltense optó por colocar a una propia como Nazarena Mesías para acompañar en la fórmula a Domenichini.
El espacio también tiene como importantes patrocinantes a los jóvenes intendentes Franco Flexas (General Viamonte) y Lucía Gómez (Adolfo Alsina), además de los históricos dirigentes Juan Manuel Casella y Federico Storani que siempre alzaron la voz contra la decisión partidaria de encarar una alianza en 2015 con el PRO.
En rigor, la interna radical desandará el camino de dos modelos opuestos de política de alianzas con vistas al 2025.
Mientras el abadismo pretende fortalecer el radicalismo y estudia la chance de reeditar una nueva versión de Juntos por el Cambio si es que el PRO finalmente no sella un acuerdo con el mileísmo, el tándem de Manes con Lousteau pivotean sobre la remake contemporánea del tercer movimiento histórico alfonsinista esbozado en el pináculo de poder del ex presidente allá por 1985.
En el poroteo previo, el abadismo y los intendentes arrancarían con alguna ventaja aunque el manismo y los evolucionistas descuentan que se quedarán de mínima con la minoría.
“Nosotros queremos ganar la conducción partidaria para revitalizar al radicalismo, volverlo la columna vertebral de un frente progresista y no ser perrito faldero de los socios de turno”, chicanea al abadismo ante este portal un importante referente manista.
La carrera está en marcha y habrá 40 días de campaña furiosa para finalmente desembocar en una elección crucial que determinará la nueva reconfiguración política del radicalismo luego de su divorcio del PRO.