lunes 26 de mayo de 2025 - Edición Nº2364

Sociedad | 9 ago 2024

INFORME ECONÓMICO

Beneficios del superavit fiscal y el tipo de cambio alto

El informe económico correspondiente a Agosto que publicó la Fundación Buenos Aires XXI realizado por el Secretario Ejecutivo, Carlos Ragonesi.


El tema de los opuestos es una de las propuestas relevantes que tiene la filosofía, porque la proposición contraria de algo, significa tomar un camino inverso al contradicho. Lo contrario del frío es el calor; el opuesto del “si” es el “no”; el del invierno es el verano; el del día es la noche y así podríamos hacer una larga e interminable lista.

Siguiendo con esa línea de pensamiento, pero esta vez agregando el que se corresponde con el que proviene de la ciencia económica, si en un presupuesto público existe déficit fiscal que genera inflación y un atraso cambiario que no es competente para frenarla (como históricamente casi siempre ha sucedido enArgentina), entonces, su contrario, es decir: el superávit fiscal con un elevado tipo de cambio no debería generarla.

Este supuesto, en algunos escenarios, generaría deflación y, en otros, recesión, porque cuando los ingresos públicos sobrepasan a los egresos, los fondos del sector privado se trasladan hacia el público, originando la desfinanciación del primero en mérito del segundo y comienza un proceso de enfriamiento de la actividad privada que, cuando el superávit es excesivo, se puede transformar en recesión1

.Por otra parte, el tipo de cambio alto fortalecería el sector exportador en detrimento del importador, generando un exceso de divisas que reforzaría el nivel de reservas del BCRA, permitiendo pagar la deuda externa con cierta comodidad que hoy no tenemos.

Pero también ayudaría a devolverle a la economía la desfinanciación producida por el superávit fiscal, dada la obligación que tiene el BCRA de comprar los dólares sobrantes que provienen del sector externo, inyectando dinero al alicaído modelo económico. Silvio Gesell dijo que el dinero era la sangre de la economía, por lo tanto, una emisión respaldada por el crecimiento de reservas, alejaría el fantasma de una corrida cambiaria-bancaria y tampoco permitiría un desequilibrio en los precios. Recordemos el tema de los párrafos anteriores, dado que lo vamos a retomar al final de este trabajo.

El superávit fiscal crea, entonces, una disponibilidad financiera en la Tesorería que puede ser utilizada para pagar los títulos de deuda (bonos del tesoro) que tiene el Estado, algunos de los cuales fueron comprados por privados, otros por los bancos y otros, en una cifra significativa, por el Banco Central (BCRA). Tratemos el punto relacionado con la Autoridad Monetaria.

La propuesta es que, con los fondos líquidos sobrantes, se rescaten, mes a mes, los bonos detallados y, sobre todo, los que constan en el activo del BCRA. De esta forma, la liquidez que antes tenía el Tesoro, pasa al BCRA y luego esa misma liquidez la autoridad monetaria la debería utilizar para rescatar los títulos absorbentes de liquidez (Leliq) y los pases pasivos que constituyen la base de lo que se denominan: pasivos remunerados del BCRA.

Con lo mencionado, la liquidez ahora estará en manos del poder financiero-bancario que fueron los que le compraron al BCRA esos papeles de deuda para evitar que la inflación generada por el exceso de emisión de años anteriores se volviera incontrolable.

Pero los fondos en manos del poder financiero habitualmente son dirigidos a generar rentabilidad a ese sector para dejar satisfechos a sus accionistas, sin importar si esos fondos pueden ser útiles para desarrollar la economía, dado que esto último no es un tema concerniente a los financistas, sino al gobierno de turno. Es por ello que el sector financiero se encuentra más tentado a financiar en forma crediticia actividades especulativas con altos niveles de rentabilidad, en desmedro de actividades productivas, que ofrecen bajas tasas de interés y, por lo tanto, bajos rendimientos.

Para evitar que los fondos, que pasaron a poder de los bancos, sean destinados a actividades no conducentes con lo que el desarrollo del país necesita, es necesario poner en funcionamiento lo que ya se hizo en dos oportunidades, en 1946 y 1973, cuando en el primero de esos años, el decreto-ley 11.554 transformado luego en ley de la nación, creó el régimen de garantía estatal de los depósitos bancarios, imponiendo un encaje de 100% a los depósitos ingresados a los bancos, donde éstos ya no tenían la oportunidad de manejar a su exclusivo arbitrio los fondos públicos, sino que el direccionamiento del crédito, alimentado por los depósitos, lo realizaba el BCRA, de acuerdo con un plan económico elaborado, no por esa institución, sino por el Ministerio de Economía de la Nación, para que la liquidez fuera ofrecida al sector industrial que el país necesitaría desarrollar. Y si a ese recorrido virtuoso le agregamos el condimento del tipo de cambio alto, podríamos estar en condiciones de tener superávits gemelos que nos permitirían pagar la deuda, no solo la interna, sino también la externa.

.En síntesis, los fondos líquidos sobrantes provenientes del superávit fiscal, originando en un principio un escenario de enfriamiento, contienen a la inflación. Y si esa liquidezse dirige al BCRA para que esta entidad se la transfiera a los bancos y de allí al sector industrial, devolviéndole al modelo los fondos que antes le quitó el superávit fiscal y que origine una reactivación del nivel de actividad, oponiendo un crecimiento económico con un PBI mayor que, contrarrestando a cualquier emisión desmedida, vamos a reforzar entonces, las probabilidades de contención de la inflación.

.Como se dijo al principio, la idea del superávit fiscal que puede enfriar a la economía, se entronca con la otra idea, la de limpiar el pasivo de la Tesorería y el del BCRA creando un círculo virtuoso que dejaría sin deuda a esas dos instituciones, al par que se podrían aprovechar esos fondos originados en el superávit fiscal para reactivar el nivel de actividad sin necesidad de crear un proceso inflacionario. Recordemos el principio de los opuestos. Es de hacer notar que, si los fondos quedan en poder de los bancos y éstos no deciden volcarlos a la economía real (para el caso de que la ley no los obligue a hacerlo), la ausencia de liquidez en el sector privado podría originar un proceso de estanflación (recesión con inflación), porque ante la caída de la producción el empresario responde con incremento de precios, derribando de esta forma, el círculo virtuoso originado por el superávit fiscal y el tipo de cambio alto.

Sería bueno mantener la esperanza que las actuales autoridades gubernamentales, empeñadas en conseguir un superávit fiscal, tomen nota del peligro mencionado en el párrafo anterior, para evitar nuevos dolores en la población, donde existe un inmenso sector que no puede satisfacer sus necesidades fundamentales.

Por otra parte, la prueba fáctica e irrefutable del éxito de este modelo expuesto, la hamencionado el Dr. Eduardo Conesa en un discurso dado en el Rotary Club denominado “La Economía Argentina en 2024”, donde en el mismo expone el caso de Japón y Alemania Occidental en 1948, Taiwán en 1957, Brasil en 1960 y Corea del Sur en 1961, entre otros.

El Ciclo de la Liquidez, recorre entonces, el siguiente derrotero: Superávit fiscal –Enfriamiento de la economía solucionado con tipo de cambio alto – Contención de la inflación por causa monetaria a partir de la ausencia de déficit fiscal – Erradicación de los títulos y bonos basura de la Tesorería y del BCRA – Dinero en poder del sector financiero - Direccionamiento obligatorio del crédito hacia los sectores productivos por la aplicación de los encajes 100% a los depósitos bancarios – Reactivación del nivel de actividad por el crédito proveniente del sector financiero obligado por ley a satisfacer necesidades de liquidez del sector productivo y por el beneficio del crecimiento del sector exportador proveniente del tipo de cambio alto, con un nivel de inflación dominado o cuando menos aceptable.

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