martes 29 de julio de 2025 - Edición Nº2428

Lanús | 8 mar 2024

CRECE LA GRIETA PERONISTA EN LANÚS

Deliberadamente, el intendente Álvarez ocultó la gestión de Díaz Pérez en su discurso

Quitaron al ex intendente de la década ganada. A pesar del triunfo del 23 el peronismo local sigue fragmentado. Solo los referentes con cargos institucionales estuvieron en la UNLa. El hombre de La Cámpora elogió a Quindimil, quien aliado a Duhalde enfrentó a Néstor Kirchner.


Por: Ricardo Carossino

Lanús parece haberse convertido en las últimas semanas en un caso testigo de lo que el peronismo en su conjunto empezó a discutir con mucha seriedad y es la quiebra representativa de La Cámpora, que en este Municipio tiene un intendente: Julián Álvarez.

El jefe comunal, se sabe, mantiene un encono histórico con el ex intendente, ex senador y ex titular del PJ, Darío Díaz Pérez, quien supo tener una excelente relación política y personal con el fallecido padre de Máximo Kirchner, y esa grieta que dinamitó el espacio en 2015, recrudece ahora más que nunca.

Julián Álvarez dio su primer discurso de apertura de sesiones ordinarias en la Universidad Nacional de Lanús (UNLa), y la crítica casi anecdótica del PRO sobre el lugar de la presentación, no termina de tapar la verdadera venganza personal del alcalde local que podría romper una alianza que le permitió llegar al poder de insistir en esa obsesión.

Más allá de que habló de todos los temas y que lógicamente tuvo los consabidos párrafos (cargados de lugares comunes) contra Néstor Grindetti y Diego Kravetz (hoy, refugiados bajo el ala paternalista de Jorge Macri), lo que más resaltó para los oídos entrenados es la alabanza a Manuel Quindimil y la crítica velada e indirecta a su enemigo interno, Darío Díaz Pérez.

Es un momento crucial dentro del peronismo, sobre todo luego de conocerse que la vieja guardia de Néstor Kirchner empieza a reagruparse con referentes nacionales que allá por el 2003 fueron la vanguardia en la agonía del duhaldismo que en ese entonces tenía entre sus filas al barón mayor del conurbano, “Manolo”, el maestro de intendentes.

Ya lo dijo el mismo Miguel Ángel Pichetto en una charla radial con Guillermo Moreno hace apenas unos días, cuando reveló que se fue del Justicialismo porque con Cristina Fernández el partido había sido tomado por grupos progresistas de centro izquierda que desnaturalizaban al movimiento que creó el general Perón. Se refería, obviamente, a La Cámpora.

Algo de verdad tiene. El progresismo estaba, antaño, en las filas del ARI y el FREPASO, cuando Carlos Menem, Domingo Cavallo, Eduardo Duhalde y Fernando de la Rúa monopolizaban el poder de la Argentina. No por ingenuo, hace 48 horas, Guillermo Moreno dijo en C5N: “Que (Axel) Kicillof se encargue de contener al progresismo si no quiere que lo lleve (Elisa) Carrió”, al tiempo que volvió a repetir su crítica doctrinaria en materia económica contra el gobernador bonaerense.

Como se sabe Julián Álvarez fue la primera víctima de esta interna cuando el cabecilla de la troika anti Cámpora, Jorge Ferraresi, marcó las diferencias separando a su concejal lanusense, Belén Barrueco, del bloque de Unión por la Patria para luego reunirse con enemigos de Máximo Kirchner como el ex intendente de Hurlingham, Juan Zabaleta, herido político en su lucha contra el titular del PJ provincial.

Álvarez se apuró a ocultar a Díaz Pérez que tuvo dos mandatos al frente del Municipio y que le ganó al PRO en más de una oportunidad electoralmente. Se apuró porque, así como ya le pidieron a Alberto Fernández que se tome licencia de la presidencia del PJ nacional, el próximo paso será pedirle lo mismo en el bonaerense al hijo de Cristina Fernández.

Quizás excitado por novedosa situación de poder, tal vez envalentonado por estar rodeado de “los amigos del campeón”, como se dice en la jerga boxística, el intendente de Lanús, autodenominado “peronista”, clavó un arpón en el peor lugar de un estratega del poder: el consenso interno.

En el discurso dijo: “En el 2003 con la llegada de Néstor Kirchner al gobierno, pudimos ver como la Argentina empezó de nuevo un proceso de generación de empleo digno. Así, los vecinos de Lanús mejoraron sus condiciones de vida hacia adentro de sus casas. Este mejoramiento en lo nacional no fue acompañado por los distintos gobiernos locales que se sucedieron hasta el día de hoy en el plano municipal”.

“Vimos crecer la infraestructura en las calles, las plazas, los parques, los clubes, las salitas y los servicios en los municipios vecinos y vimos a Lanús quedarse atrás”, concluyó Álvarez ocultando de manera deliberada la gestión de Díaz Pérez entre 2007 y 2015, al mismo tiempo que vinculó estos años con la desatención del estado municipal a los vecinos de Lanús, sin siquiera mencionar el merecimiento del ex intendente que ganó ampliamente su segundo mandato en 2011.

De esta manera, Julián Álvarez confirma una vez más sus celos por uno de los dirigentes que tiene pergaminos e historia que a él le faltan, y que aún hoy mantiene una importante convocatoria local, que, si bien no le alcanza para erigirse como el principal referente del peronismo lanusense, le permite sentarse y medir su poder de daño interno si el escenario político cambiara de coordenadas.

Y ese escenario que permitió el ascenso de los camporistas a un sitial preferencial del poder bajo el ala de la ex Presidenta de la Nación, está cambiando. Hay reuniones, hay roscas internas, hay signos de los tiempos que indican que una parte de la historia se termina: el kirchnerismo, a pesar de tener una categoría histórica superlativa en términos de gestión y de poder real, asiste a un tranquilo ocaso.

Álvarez no parece estar atento a encuentros como el de su par de Esteban Echeverría, Fernando Gray, con Zabaleta y con Facundo Moyano, como el de Ferraresi, Fernando Espinoza y Mario Secco o como el de Moreno, Pichetto y Gildo Insfrán.

Una fuente muy cercana a un ministro de Kicillof, no oculta el malestar que existe dentro de todo el movimiento peronista por lo que supo ser la entronización de Máximo Kirchner en el nombre de su madre y jefa del movimiento. A esa estrategia, el mismo Gray lo llamó “secuestro del peronismo”.

Díaz Pérez no es un dirigente más del peronismo de la Tercera Sección Electoral. Fue uno de los iniciadores en el conurbano de la década ganada junto a Néstor Kirchner y otros dirigentes del sur, ahora en el ostracismo. Década que el mismo Julián Álvarez resaltó y que miró por la televisión allá por el 2005 cuando Kirchner desplazó del poder interno a Duhalde y su esposa “Chiche” en ese momento representados por Manuel Quindimil, a quien el intendente de Lanús, sí elogió merecidamente.

¿A qué juega Álvarez? Se preguntan algunos referentes del peronismo local. Aquellos arriesgados soldados de Néstor Kirchner entre los que estuvieron junto a Díaz Pérez, como Héctor Bonfiglio, Juan Carlos Viscelino y el ex senador del Frente Renovador, José Luís Pallares, quizás, tal vez, miren de reojo una estrategia interna, que al menos, peca de infantil en un momento adverso para ese sector del peronismo.

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