

Un 18 de enero del año 2000, moría Bruno Tavano. En un momento de la madrugada de aquel día de verano, sufrió un aneurisma de aorta mientras se encontraba en la localidad balnearia de Las Toninas por lo que fue trasladado a la Fundación Favaloro de Capital Federal donde finalmente perdió la vida.
Hacía poco tiempo había finalizado su segundo mandato como Intendente de Lomas de Zamora, su tarea como jefe comunal estaba cumplida pero sus años de gestión y de militancia peronista grabaron a fuego el nombre de Bruno en cada calle, en cada barrio y en cada vecino de su querido distrito.
“Fue un amigo entrañable, un idealista, un soñador, un hombre que creía verdaderamente en sus ideales y en sus sueños”, recordó Hilda “Chiche” Duhalde, ex primera dama y ex senadora justicialista en diálogo con Política del Sur.
Lo caracterizó como “medio bohemio porque era una persona simple que no le importaban los papeles. Vivía tomando mate, fumando cigarrillos y hablando con toda persona que se le acercara para inculcarle sus ideas y transmitirle sus sueños”.
“Fue un buen intendente. Yo lo recuerdo con muchísimo cariño y creo que han ido desapareciendo de la política Argentina hombres con ese corazón, profundamente convencido de sus ideales. Son pocas las personas que extraño de dicho escenario pero una de ellas es Bruno Tavano”, aseguró.
También, determinó que era “profundamente peronista”. Tavano tuvo una larga trayectoria dentro del Partido Justicialista que lo llevó a ocupar su primer cargo municipal en el año 1973. En 1976 fue designado secretario privado de Eduardo Duhalde hasta que vino la dictadura militar.
Además, fue concejal en el Concejo Deliberante lomense, diputado nacional y elegido como Intendente de Lomas en 1991 y reelecto en 1995.
“A la política le aportó el valor de estar convencido de sus ideas. Era respetuoso interiormente de sus convicciones y seguramente si le tocara vivir estos tiempos, no hubiera dejado comprarse por nadie. No se hubiera vendido al mejor postor”, afirmó Chiche.
Por esta razón, determinó que “era muy respetado por todos porque era una persona buena e íntegra. Tenía buen trato, por lo tanto era querido y así tenía que ser. Lamentablemente se fue muy rápido, podía haber dado muchísimo más”.
*Agradecimiento a Juan Sayas (fotografías)