lunes 16 de junio de 2025 - Edición Nº2385

Gremiales | 1 dic 2023

ANÁLISIS

El futuro de La Cámpora: obsesión por la “raviolera” y efecto “Enrique el antiguo”

La otrora agrupación juvenil es apuntada por propios y extraños por la dura derrota del peronismo. El primer efecto fue un nuevo pedido de renuncia a Máximo Kirchner a la titularidad del PJ bonaerense. El impulso de los intendentes “importados”. El dilema de la renovación o la mística.


Por: Diego Lanese

En lo que a esta altura es una leyenda urbana de la política, se suele decir que en 2014 la orden que recibieron los líderes de La Cámpora con lugares encumbrados del Estado nacional fue clara: “dejar los papeles en orden y retirarse sin hacer ruido”. Luego, Daniel Scioli convenció a buena parte del peronismo que podía ganar y se lanzó a una campaña que casi lo lleva a la Casa Rosada. En paralelo, la fuerza juvenil más importante de la política desde la aparición de Franja Morada en los 80 profundizó su estrategia de ocupación del Estado, lo que muchos con sorna llaman la etapa “fábrica de pastas”, por su obsesión por la “raviolera del Estado”, como se llama en el ambiente a los cargos políticos públicos. Casi 10 años después, el espacio sufrió una doble derrota: no sólo perdió las elecciones con el libertario Javier Milei, sino que además retrocedió notablemente entre los jóvenes, hoy más propensos a gritar “viva la libertad” que a ser “soldados de la liberación” al servicio de Cristina y Máximo Kirchner. Con el cambio de autoridades en el horizonte, la agrupación prepara su nueva etapa de “resistencia con aguante”, pero esta vez más vinculada a los cargos que a la calle. Los gremios, que fueron uno de los sostenes de la campaña del oficialismo, le pasan factura y apuntan contra quienes prometieron primaveras y terminaron recordando melancólicamente flores robadas en los jardines del conurbano.

 

El kirchnerismo se volvió un movimiento conservador. El espacio que interpretó la necesidad de volver a llevar al peronismo al espacio nacional y popular del arco ideológico se conformó con ser guardián de un pasado esplendoroso, y como un celoso arqueólogo decidió dedicar sus esfuerzos a testimoniar su legado, antes de proyectar cualquier futuro posible, que implique salirse del guion oficial. Con La Cámpora como guardia pretoriana de esa vigilancia, decidió que cualquier nueva canción debía pasar por su tamiz ideológico. Y dedicó cuantiosos esfuerzos a separarse del resto del peronismo. Este es uno de los efectos de hacer política pensando en enamorar a una persona, antes que a una mayoría, cada vez más ajenas de las disputas de palacio y las justificaciones doctrinarias para explicar lo que todos sabían: que el gobierno que forjó CFK fracasó rotundamente. Como expresan en Revista Panamá Federico Zapata y Pablo Touzón, el kirchnerismo puede definirse como “fuerza política a transformarse en un sistema de vetos gigante, el Partido Conservador Nacional. Los Ayatolas del peronismo, disparando fatwas en formas de cartas en Facebook”.

Pero en las huestes de la otrora agrupación juvenil resisten las críticas y esgrimen los triunfos camporistas en varias intendencias bonaerenses como una forma de marcar su vitalidad política. Es cierto que la agrupación tendrá un despliegue territorial que ninguna otra agrupación del peronismo puede ostentar con la conducción de 12 municipios, tres de ellos de los más populosos del conurbano. Se trata de Quilmes, Lanús y Hurlingham, a los que se suman nueve comunas en el interior: Olavarría, Azul, Carmen de Areco, Coronel Rosales, Colón, Brandsen, Suipacha, Mercedes y Bahía Blanca, este último gobernado por un aliado de la organización, Federico Susbielles. Pero esta aparente fortaleza puede ser una debilidad. Si se confirma la pelea con Axel Kicillof, escenificando la lucha casi literaria entre el “heredero de sangre y el heredero del corazón”, tener responsabilidades de gestión es un contrapeso que condiciona, como parte del teorema de Baglini que gusta de usar la política argentina: “el grado de responsabilidad de las propuestas de un partido o dirigente político es directamente proporcional a sus posibilidades de acceder al poder”. Así, la épica que muchos ya le quieren imponer a la oposición al gobierno de Milei estará cruzada por temas más mundanos como el pago de salarios y la posibilidad de pintar cordones o recoger la basura todos los días.

 

Las posturas y los vetos de los que hablan Zapata y Touzón generaron una colección de malestares que en estos días se recuerdan con creces. El pedido de renuncia que hizo el intendente de Esteban Echeverría, Fernando Gray, respecto del titular del PJ bonaerense Máximo Kirchner no deja de estar teñido por ciento rencor por la vieja disputa partidaria, pero en el fondo tiene un dato objetivo: ningún titular del partido soportó dos derrotas electorales sin salir eyectado de la conducción. La lógica política marca la necesidad de un recambio, que a nivel nacional se dará inevitablemente, ya que Alberto Fernández anunció su “auto exilio”. Pero el peronismo parece seguir preso de una impostura: la máxima referencia política, como la mayoría considera a Cristina Fernández de Kirchner, no tiene ninguna injerencia ni en el gobierno ni en la campaña electoral del peronismo. Una de las dos definiciones es falsa, la historia lo decidirá. Por lo pronto, la última aparición pública de la vicepresidenta en medio de este proceso trascendental fueron unas fotos en una confitería reabierta. Demasiado poco para cualquiera de los dos postulados.

Entre los gremios, no ocultan su enojo por esta postura vanguardista. La Cámpora y el PJ hicieron todo para perder las elecciones presidenciales”, disparó en sus redes sociales Facundo Moyano, uno de los más críticos a las posturas de La Cámpora. “Tuvieron una movilidad social descendente. El peronismo se tiene que reconfigurar con quienes no lo hicieron pelota”, demandó con clara crítica hacia Alberto Fernández y Máximo Kirchner, hoy líderes de los PJ nacional y bonaerense. Luego del contundente triunfo libertario, Facundo Moyano había pedido autocrítica al peronismo. “Debemos interpretar la realidad y los nuevos desafíos para volver a poner en la centralidad al trabajador como sujeto político y no conformarnos con una sociedad donde la pobreza esté institucionalizada”, sostuvo Facundo Moyano, quien es ex diputado nacional por el Frente Renovador. “Si no somos sinceros con nosotros mismos, no podemos ser sinceros con la sociedad. Es hora de dar seriamente esta discusión”, expresó luego en sus redes sociales para compartir un fragmento de la nota televisiva.

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