Por: Federico Cedarri

El ministro candidato Sergio Massa afronta el trecho final de la campaña desparramando un arsenal de medidas y beneficios para trabajadores registrados y sectores más desvalidos de la sociedad buscando subirse al tren de la segunda vuelta.

La jugada causa beneplácito en el kirchnerismo duro que venía reclamando una urgente toma de decisión para amortiguar el efecto devastador de la devaluación post PASO, y es parte de un conjunto de golpes de efecto que diseñó Massa para recuperar nuevamente la centralidad política en la campaña.

El tigrense, preso de su optimismo permanente, está convencido de que ya tiene el pasaje asegurado para el ballotage: “Bullrich no logra retener el voto de Larreta, nosotros nos mantenemos y Milei crece a expensas de Juntos por el Cambio, la cuenta es sencilla, eso nos garantiza un lugar en la segunda vuelta y ahí empieza otra elección”, asegura un armador massista a PDS contagiado por el fervor entusiasta de su máximo referente.

En el kirchnerismo las medidas fueron recibidas con satisfacción pero anidan severas dudas sobre si llegaron a tiempo para descongelar a una sociedad apática: “Hasta el momento por lo que vemos en las encuestas solo nos sirve para conservar lo que tenemos”, se sincera un legislador provincial peronista ante este portal.

En rigor, hay estudios de opinión que destacan que la población en general atraviesa un nivel de hastío con la clase política tradicional que supera incluso los niveles del 2001: “Estamos con un parámetro de escepticismo similar al de la gran crisis, la política totalmente desprestigiada y Milei visto como un emergente de esta situación”, explica a este portal un consultor que trajina la provincia de Buenos Aires.

No obstante, el massismo está tan confiado que ya comienza desgranar intenciones con la mira puesta en el ballotage, de hecho mandó a su tropa a operar la  posible incorporación de parte del radicalismo a su hipotético futuro gobierno.

El ardid de un gobierno de unidad nacional es la zanahoria prohijada por el comando massista para buscar reclutar, si acceden a una segunda vuelta y sin Bullrich en carrera, al sector más progresista del radicalismo que jugó en la interna con Horacio Rodríguez Larreta: Evolución, el sector que comanda Martín Lousteau; y el gobernador jujeño Gerardo Morales, antiguo socio político de Massa, serían los apuntados.

El ministro candidato ya decidió patear el tablero con el FMI, está de más explicitado que con las medidas tomadas recientemente no cumplirá efectivamente con la meta de déficit acordado con el organismo de 1,9 del PBI.

“Sergio por ahora no le da más bola al FMI en noviembre se verá, también deberán comprender que no se puede hacer una devaluación sin compensar a la gente”, suelta en tren de justificación un importante dirigente peronista bonaerense a PDS.

En tanto, en el campamento massista ajustan los detalles para el tramo final de la campaña, ya hay una decisión de volver a recorrer con ahínco las provincias del norte donde los gobernadores justicialistas le han prometido al candidato recuperar cerca de un millón de votos que en la PASO se dispersaron hacia La Libertad Avanza.

Massa no dejará de lado el conurbano bonaerense, pero allí confía en el soporte logístico que le brindarán a su candidatura los alcaldes y prefiere delegar en el gobernador Axel  Kicillof y en el kirchnerismo la diagramación de la recta final en el principal distrito del país: el poder parcelado en su máxima expresión.

Tibio apoyo de Cristina Kirchner

La reaparición pública de Cristina Kirchner luego de la PASO le dispensó al ministro candidato un escuálido apoyo que se basó solamente en coincidir con Massa en que el FMI fue el gran culpable de la devaluación del 14 de agosto.

Cristina volvió a reivindicarse como el oráculo de la política argentina, haciendo alarde de haber pronosticado hace meses la situación de tres tercios que se desencadenó en la interna de agosto: “Cristina se preserva de meterse en el fango de la campaña, habla como estadista y solo le preocupa ganar la provincia y tener bloques fuertes que le respondan en el Congreso”, interpreta un diputado provincial a este portal.

En el massismo pese al alicaído respaldo que le brindó al ministro candidato arguyen que toda mención que Cristina haga de Massa ayudará a alinear a la tropa: “Ella es la jefa del peronismo y su palabra siempre es buena para que los díscolos entiendan que hay que apoyar sin vueltas a Sergio”, aseguran.

Es una incógnita si la Vicepresidenta participará de algún acto proselitista en la provincia de Buenos Aires hacia el final de la campaña, aunque en el massismo se ilusionan con una aparición fulgurante de Cristina en el conurbano junto al candidato y el gobernador Axel Kicillof: “Sería el empujón que nos pondría sin discusión en la segunda vuelta”, se ilusiona ante PDS otro referente massista.