

Por: Federico Cedarri
El oficialismo aún no sale de la confusión interna que le provocó quedar relegado al tercer lugar en el escenario de las elecciones PASO del fatídico domingo 13 de agosto.
Sergio Massa debió devaluar presuroso un 22% para que el FMI finalmente facilite un desembolso de 7.500 millones de dólares que le servirá para despejar en parte las turbulencias financieras.
El aspecto social de la medida tiene preocupado de sobremanera al ministro candidato que si bien ha prometido tomar medidas paliativas para mitigar el salto devaluatorio da la impresión de que siempre va detrás de los acontecimientos: se especula con anuncios ya remanidos en el oficialismo cada vez que enfrenta una urgencia electoral: bono para jubilados y beneficiarios de la asignación universal por hijo.
También se insiste por enésima vez en acuerdos de precios de alimentos y medicamentos, pero hay un tema que comienza despertar polémica dentro del peronismo: el pago de una suma fija.
Tanto la CGT como las organizaciones empresariales prefieren que la discusión se dé en el marco de las paritarias porque destacan que un monto fijo contribuiría a distorsionar el espíritu de los convenios, ese argumento se combina con una certeza incontrastable: los trabajadores asalariados formales representados por los sindicatos son los únicos que le pelean palmo a palmo a la inflación.
La lupa del ministro candidato esta posada en los salarios de municipales de algunos distritos bonaerenses que están bastante por debajo de la línea de la pobreza.
Buscará un mecanismo para que los intendentes de aquellos lugares se ocupen de llevar a cabo una recomposición que permita apuntalar el poder adquisitivo: “Debemos poner plata en el bolsillo de la gente para que sienta que no pierde todo el tiempo”, explica a PDS un legislador provincial peronista.
La suma fija es una petición original del kirchnerismo que tomó fuerza a comienzos de año y que entonces Massa que confiaba en domar la inflación con los controles de precios la cajoneó.
Hoy, los sectores sindicales referenciados en la vicepresidenta Cristina Kirchner vuelven a la cargar y le exigen a Massa llevar adelante medidas que apunten a levantar los alicaídos ingresos con una cifra cercana a los 75.000 pesos.
El tigrense se encuentra preso de una encrucijada, deberá saciar a Juan Grabois con medidas que contribuyan a paliar los efectos de la devaluación para adherir sin más los votos del referente social, mientras que por otra parte buscará combinar gestos de moderación para atraer los votos larretistas y del radicalismo evolucionista.
El Ministro perseguirá ajustar las clavijas con los alcaldes del conurbano ya que allí constató un ostentoso corte de boleta a favor de los candidatos locales en desmedro de la fórmula presidencial de Unión por la Patria: alrededor de 210 mil votos menos sacaron Massa y Rossi que los postulantes a intendentes.
Cerca de Massa se muestran contrariados porque la diferencia con la oposición cambiemista en la provincia de Buenos Aires estuvo por debajo de las expectativas: “Ganamos por menos de 300.0000 votos”, lamentan.
El tigrense apelará una vez más al pánico, les hará saber a los intendentes que no será maleable la relación con un hipotético gobierno de Milei: “No la pasarán para nada bien porque se acaban los recursos por fuera de la pauta presupuestaria”, explica un referentes massista a este portal.
Con ellos también deberá dar una discusión adicional por la suma fija, razona que algunos distritos que tienen plazos fijos portentosos podrían costear sin inconvenientes el pago suplementario a sus empleados.
La estrategia de Unión por la Patria es clara y contundente, apuntarán a subir al ring a Javier Milei y cuestionar algunos sincericidios como el que ha tenido el libertario en la última semana con su promesa de cerrar el Conicet.
En el comando oficialista sostienen que si bien Milei canalizó la desesperanza de los jóvenes hay que dar el debate por los derechos. “Debemos machacar con eso porque si es presidente muchos de los que lo voten y se sientan contentos en primera instancia después se van a lamentar cuando comiencen a cercenarse derechos adquiridos”, desliza un referente peronista sobre el futuro.
Massa jugará decididamente al contrapunto entre la mano invisible e impiadosa del mercado y la compresión del Estado benefactor.
Hay una compresión de que la campaña del miedo por sí sola no alcanza y en ese menester es que Massa busca cerrar el frente financiero con el FMI para de manera posterior acentuar la presencia en las provincias del norte donde por lo bajo desliza que hubo poca predisposición a apuntalar su boleta.
El gran inconveniente que despunta el titular de Hacienda es que la economía no le dará tregua, la devaluación le pasará factura en los índices inflacionarios de agosto y septiembre que podrían superar los dos dígitos con el acicate de que el del noveno mes del año se conocerá apenas unos días antes de las elecciones generales.
Es una incógnita aún el papel que desempeñará en la campaña Cristina Kirchner, muy golpeada por el resultado en la PASO se juntó con Massa y lo conminó a mejorar el ingreso de los asalariados como paso previo para intentar una recuperación electoral.
Desde el kirchnerismo duro buscarán presionarla para que por lo menos practique algunas bajadas al corazón de conurbano para asegurar la reelección de Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires, y además algo no menor: asegurar un buen número de diputados propios para reordenarse hacia el 2024 en caso de repetirse la debacle peronista en octubre.