

Por: Federico Cedarri
El kirchnerismo retoma la ofensiva dentro de la convulsionada interna del Frente de Todos y se ilusiona con un acto masivo que apunta a recrear la mística el próximo 25 de mayo, cuando se cumplan 20 años de la asunción de Néstor Kirchner, con Cristina como única oradora.
Cuando parecía que se desaceleraba el Operativo Clamor, la Vicepresidenta dio nuevamente impulso a la posibilidad de movilizar a la tropa y la ilusión sobre una posible participación de la titular del Senado nacional en el proceso electoral renace.
Sin embargo, Cristina tiene otras intenciones, principalmente no perder la centralidad política al momento crucial de las definiciones electorales.
En rigor, la Vice actúa como un compresor de los tiempos políticos, ya que va dando aire y alentando movidas y luego ella misma las morigera.
Del mismo modo, parece complicado que acepte la brasa caliente de ser nuevamente candidata a presidenta con una inflación en alza que alcanza el 104 % anual y que los indicios no apuntan a una desaceleración importante durante los próximos meses.
Este contexto económico complica la posibilidad más fehaciente que manejaba la vicepresidenta para encabezar la oferta oficialista: el ministro de Economía, Sergio Massa.
El kirchnerismo duro sigue rechazando de plano la posibilidad de que Alberto Fernández sea candidato en la PASO y enfrente a una fórmula K, aunque algunos de sus dirigentes se resignan a que será complicado alcanzar un acuerdo que permita presentar un binomio consensuado.
Nadie avizora en el corto y mediano plazo que tanto el Presidente como su Vicepresidenta se sienten en una mesa a acercar posiciones y acordar una ingeniería electoral rumbo al 24 de junio.
“Cristina debe definir la interna y marcar la cancha ya que es la líder del peronismo y como tal tiene que ser respetada y escuchada”, suelta a PDS un legislador provincial peronista.
La economía es hostil con el peronismo, los sondeos le advierten sobre una nueva caída en marzo en la ponderación popular a lo que se suma el nuevo dato inflacionario de 7,7% que sorprendió inclusive hasta al titular de Economía que esperaba un 7,2% de máxima.
Si bien Alberto Fernández continua sosteniendo que es una posibilidad concreta presentarse para la reelección dentro del FdT, por lo bajo se deja trascender que sobre el cierre del mes de mayo el Presidente podría dar un paso al costado y apalancar a Daniel Scioli, que también tiene la aprobación de Cristina, o a su jefe de Gabinete, Agustín Rossi, un ex kirchnerista de paladar duro reconvertido hacia el albertismo en los últimos años.
El otro actor en el trípode del Frente de Todos es Sergio Massa, el ministro comienza a ser visto con cierto desdén por los popes de la CGT que hasta hace poco tiempo atrás lo visualizaban como un potencial candidato presidencial.
Pero los tiempos han cambiado para el Ministro y salvo el sanitarista Héctor Daer y el albañil Gerardo Martínez, el resto de la mesa chica de los Gordos no quieren saber nada con su posible presencia en el acto que organizan en la cancha de Platense para el 1 de mayo.
La bajada de pulgar a Massa por parte de los líderes cegetistas va en consonancia con la expectativa de que el próximo mes algunos de los gobernadores provinciales tengan resonantes victorias en sus distritos y puedan encarnar un candidatura con aire fresco dentro del peronismo.
Algunos gremialistas le ponen unas fichitas al mediterráneo Juan Schiaretti y refuerzan los pronósticos de que en caso de perder el justicialismo la pelea nacional debería desembocar en un proceso de renovación, una remake de la que se dio en los 80, y en ese esquema los gobernadores podrían ostentar un rol preponderante.
Lo que parece concreto es que el panorama aparece desolador en el horizonte para el oficialismo, no despunta un factor aglutinante producto de la combinación de la crisis económica y del internismo en cascada que se desató luego de las legislativas del 2021 entre Cristina y Alberto.
El interrogante para los próximos meses será la evolución en la relación entre el ministro Massa y la vicepresidenta Cristina Kirchner, ya que desde el riñón de la Vice comienzan a esbozarse aunque tímidamente críticas al tigrense: “Con el 7, 7 de inflación no puede ser candidato a nada”, deslizan por lo bajo.
Causa preocupación en el entorno de Cristina Kirchner, más allá del acuerdo con el FMI que sostiene debe ser reformulado, el costo fiscal y su efecto sobre la inflación que tendrá a largo plazo la financiación del dólar agro para recomponer reservas.
Cuestionan no solamente el beneficio al campo sino el espiral inflacionario que puede desatarse por la emisión para comprar esos dólares: Cristina es una cuidadosa examinadora del período alfonsinista con el que encuentra un paralelismo con el momento actual, y en ese esquema teme una estampida inflacionaria como la que se desató luego del fracaso del Plan Primavera en el lejano 1988.