

Por: Federico Cedarri
El peronismo bonaerense se encuentra sumergido en un estado de deliberación constante debido a las esquirlas que lo impactaron como consecuencia de los luctuosos acontecimientos desatados en La Matanza.
El crimen del chofer Daniel Barrientos que posteriormente derivó en la agresión descalificadora al ministro de Seguridad provincial, Sergio Berni, contribuyó de sobremanera a reflejar los síntomas de un hartazgo social que está siendo permeable además en sectores que otrora votaron al oficialismo.
Kicillof vivió, conjuntamente con la crisis policial de 2020, una de las semanas más complejas de su gestión donde se combinó el mal humor expandido de la sociedad por la inflación y la erosión salarial con el crecimiento insistente del delito.
“Se están cansando los que seguramente nos votaron en el 19 y 21 y ese es reflejo ineludible del agotamiento de la gente por la inflación e inseguridad”, explicó con inequívoca preocupación a PDS un legislador provincial peronista.
El Gobernador sostiene a capa y espada a Berni en su puesto pese a la presión constante de sectores de la oposición para su desplazamiento: “Axel no podía entregarle a Juntos la cabeza de Berni no tenía otro opción que sostenerlo”, completa aquel diputado a este portal.
Además del pararrayo protector que Berni ejercer sobre la figura del Gobernador absorbiendo la centralidad de los cuestionamientos, también cuenta el rotundo apoyo de Cristina al funcionario que despejaron las dudas del mandatario sobre si continuar o no sosteniéndolo en el puesto.
Los alcaldes del conurbano nunca tuvieron una predilección hacia el Ministro de Seguridad, de hecho siempre deploraron que Cristina banque a Berni ya que siempre añoraron que uno de los suyos pudiese estar sentado en ese sillón.
No dejan de deslizar críticas por la centralización asfixiante de la policía bonaerense en desmedro de las fuerzas locales que manejaban los intendentes antes del desembarco de Berni.
El Ministro dejó trascender la poca predisposición de los jefes comunales para reclutar aspirantes a engrosar la fuerza bonaerense en algunos distritos del Gran Buenos Aires para reemplazar a los más de 10.000 efectivos que fueron puestos en disponibilidad durante la purga que ejerció el vidalismo.
Los intendentes contraatacaron mandando representantes a la mesa de coordinación que convocó el enemigo político de Berni, el ministro de Seguridad nacional, Aníbal Fernández, para diagramar el envío de gendarmes a las zonas calientes del Gran Buenos Aires.
Kicillof sabe que la inseguridad será parte de los acuciantes y espinosos temas de campaña y en ese sentido es que prefiere que el manejo de un tema harto sensible para la ciudadanía prosiga con la conducción de Berni de quién valora su trabajo y experiencia, además de carecer ciertamente de un reemplazante para una función tan delicada.
Más allá de esta decisión de Kicillof, los intendentes piensan en el territorio y claman soluciones al tema de la inseguridad, ya que entienden que un agravamiento de la situación puede constituir un ancla para sus perspectivas electorales.
Subterráneamente se admite que el peronismo puede tener problemas para retener San Martín, de hecho el titular de Obras Públicas nacional, Gabriel Katopodis, aspiraría a una candidatura a diputado nacional y habría resuelto no jugar el pellejo en esta contienda, recayendo la responsabilidad de la cruzada en el actual intendente interino Fernando Moreira.
Otro distrito que preocupa es Quilmes donde la camporista Mayra Mendoza podría capitular ante el amarillo Martiniano Molina.
El gobernador Axel Kicillof insiste con su plan reeleccionista pero no obtiene una confirmación oficial de parte de Cristina Kirchner para direccionar y alinear al peronismo de los intendentes detrás de su candidatura.
El retraso en delimitar una estrategia electoral nacional también confunde al Gobernador, ya que al no descartarse de plano su escalada a la órbita nacional, cabe consignar que solo lo haría ante un pedido expreso de Cristina, el mandatario no puede sentarse a diagramar un esquema de campaña.
Ya descarta de plano que la ex presidenta compita por un nuevo mandato presidencial y mantiene alguna expectativa de que lo acompañe en la boleta aunque sea en el rubro de postulante a senadora nacional.
La imposibilidad de una oferta taquillera a nivel nacional también complica los planes del Gobernador, ya que conoce de antemano la debilidad que acarrea la carencia de una boleta fuerte que pueda apuntalar las chances en la provincia.
De hecho, circuló en los últimos días un rumor que puso los pelos de punta en la gobernación bonaerense: la posibilidad de que Kicillof sea el candidato presidencial del FDT y Sergio Massa encarne la opción de unidad en la provincia con apoyo de La Cámpora.
Más allá del escozor que provocó la especie en las huestes del gobernador, rápidamente se desentendieron y en consonancia con el kirchnerismo duro mandaron vía el jefe de asesores, Carlos Bianco, que adquiere preeminencia a medida que se acerca el tiempo electoral, un claro mensaje de confrontación contra el mandatario nacional, Alberto Fernández: le avisaron que si quiere participar de las PASO vaya con candidatos propios y que en la provincia no cuente con subirse a la boleta de Axel.
También sobrevoló en la esfera política provincial la factibilidad de un desdoblamiento electoral que pueda solventar las chances de Kicillof al territorializar la pelea.
No obstante, rápidamente fue desestimado el rumor por sectores oficialistas que recordaron a este portal que se necesita una ley de la Legislatura para desenganchar la PASO nacional de la provincial: “No nos dan los números para eso, más allá de que no se habló absolutamente nada de un eventual adelantamiento”, explica rotundo otro legislador peronista bonaerense.