jueves 25 de abril de 2024 - Edición Nº1968

Nación | 15 feb 2023

INFORME

Inflación, salarios y dólar: perspectivas para el año 2023

Informe de coyuntura correspondiente del mes de febrero realizado por la Dra. Daniela M. Balderrama, el Dr. Agustín Ezequiel Romero y la Dra. Jimena Rombouts y editado por la Fundación Buenos Aires XXI.


Argentina cerró el año 2022 con una economía llena de dificultades, a pesar del crecimiento que hubo en el nivel de actividad, ya que los resultados de ese crecimiento no tuvieron una distribución equitativa.

Ese nivel de actividad se ha ido desacelerando debido a la restricción de las importaciones y a la caída del poder adquisitivo de los salarios.

La pregunta que debemos hacernos es: ¿Qué nos depara 2023?

A continuación, expondremos la mirada sobre distintos aspectos de la economía, de seis especialistas de varias consultoras que actúan en el ámbito local y regional, con la expectativa que la diversidad de opiniones aporte elementos que ayuden a entender, aunque sea parcialmente, la situación actual.

Ellos son: Elisabeth Bacigalupo (Abeceb), Gabriel Caamaño Gómez (Ledesma), Claudio Craparulo (Analytica), Federico Furiase (Anker), Lorena Giorgio (Equilibra) y Sebastián Menescaldi (Eco Go).

Actividad Económica

Según Lorena Giorgio, durante 2022 no hubo cambios estructurales que ayuden a reducir los desequilibrios macroeconómicos. También marca, que a pesar que hubo un crecimiento de la actividad alrededor de 5% y un aumento de las reservas en U$S 5000 millones, la perspectiva no es buena, ya que desde setiembre se observa un estancamiento de la economía, perspectiva que se espera asimismo para los próximos meses.

Federico Furiase aporta que el nivel de actividad durante 2023 se verá muy ralentizado debido a la necesidad política de ordenar la macro ante la crisis cambiaria mediante un ajuste fiscal y la suba de tasas.

Gabriel Caamaño Gómez dice que las perspectivas para 2023 no son buenas, y que además es probable que las elecciones agraven la incertidumbre y “generen incentivos mal alineados por el lado de la política”

Sebastián Menescaldi plantea que el ciclo económico en 2023 va a estar condicionado por el ciclo agrícola y lo que pase con éste. Además de las necesidades que tengan el Gobierno y las empresas de divisas externas, sumado al ciclo político.

Claudio Craparulo dice que el mejor escenario para 2023 es mantener la pequeña estabilidad lograda en los últimos meses, pero que el interrogante está en cómo va a reaccionar la política en un año electoral. Plantea que no hay margen para atrasar el tipo de cambio y aumentar el gasto público.

Elisabeth Bacigalupo nos plantea que la actividad demostró una gran resiliencia a la baja, a pesar de la aceleración inflacionaria y los desbalances. Sin embargo, y a partir de setiembre, sobre todo, se observa un debilitamiento de la actividad.

Balanza comercial, restricción cambiaria y dólar

Para Gabriel Caamaño Gómez, el Gobierno no parece tener la capacidad técnica, incentivos o la voluntad de implementar un plan de estabilización para calmar las expectativas, lo que se verá traducido en una continuación del cepo.

Elisabeth Bacigalupo dice que 2022 cerró con un superávit de alrededor de u$s 6500 millones y no cree que la cifra sea muy diferente en 2023. Lo que se plantea es que habrá un cambio de composición de las reservas ocasionado por la caída de las exportaciones como consecuencia de la sequía, acompañada por una baja en las importaciones.

Federico Furiase establece que el Gobierno haciendo uso del cepo, del “dólar soja” y de tasas reales impositivas, va a poder administrar la escasez de dólar en este año electoral; medidas que, para él, tendrán un gran costo en el nivel de actividad, en la inflación y en la brecha cambiaria. Comenta que durante 2023 no “habrá lugar para el populismo”.

Según Sebastián Menescaldi, 2022 cerró con un alza fuerte en las exportaciones, que rondaría 13%, y con niveles alrededor de los u$s 88.000 millones. Esto permitió un incremento en las importaciones de alrededor de 30% (casi u$s 82.000 millones) mayormente originadas por la necesidad energética. Para 2023 prevé controles más duros sobre las operaciones cambiarias, a pesar de lo cual el Gobierno tratará de evitar una devaluación brusca.

Claudio Craparulo comenta que deberá haber una administración del cepo sobre las importaciones muy precisa y el crawling peg (sistema por el cual la divisa recibe micro ajustes en respuesta a cambios en ciertos indicadores con relación a los principales socios comerciales), para evitar un shock. La sequía no ayuda en este sentido.

Para Lorena Giorgio durante 2023 seguirá habiendo escasez de dólares. Establece que no hay margen para unificar el mercado cambiario y que las reservas netas (sin los DEG del FMI) apenas superan los u$s 2.000 millones. Prevé que las exportaciones agroindustriales no aumentarán debido a que los volúmenes de producción y los precios se verán resentidos por la sequía.

Inflación

Federico Furiase dice que el Gobierno va en la dirección correcta, si logra mantener el ajuste fiscal y el esquema de tasas reales positivas aplicado en los últimos meses de 2022. En ese escenario habría posibilidades que la inflación baje, aunque se van a pagar costos en el nivel de actividad. Dice que el problema son las Leliq, las que se han convertido en una “bola de nieve”, ya que se convirtieron en un factor de emisión monetaria (11% de la base monetaria por mes).

Para Elisabeth Bacigalupo no hay en el horizonte un cambio significativo con respecto a este tema. Viendo que la inflación se duplicó en 2022, siendo de 50% en diciembre de 2021 contra 100% en diciembre 2022, es muy difícil que el país escape de una inflación de 80/90% anual a una velocidad aproximada de 5% mensual.

Gabriel Caamaño Gómez dice que sin un plan de estabilización para que la inflación baje se requiere de “un golpe de suerte”. El escenario más optimista sería esperar que la inflación se mantenga en los niveles actuales, siendo que el propio BCRA, al mover el tipo de cambio a un ritmo por arriba de 6% mensual, establece un piso alto para la inflación.

Según Sebastián Menescaldi debido a que no se puede prever una mejora del balance del BCRA, ya que la emisión de moneda seguirá siendo un gran condicionante, y a la aceleración de la inflación, que cerró alrededor de 96%, es poco factible que 2023 termine por debajo de estos valores.

Claudio Craparulo plantea que se puede pensar en tres causas principales de la inflación: el dólar, los salarios y la inercia. Siendo que los dos primeros van a una velocidad constante de aumento superior a 6% y sin posibilidades de baja, la única opción es la estabilidad. Lo ideal sería que las expectativas de inflación se mantengan alrededor de 5,5% mensual.

Para Lorena Giorgio los dos precios principales de la economía son los salarios y el tipo de cambio. Siendo que éstos aumentan a un nivel promedio mensual por arriba de 6% es muy probable que siga ocurriendo lo mismo durante este año.

Devaluar: riesgos y ventajas

Sebastián Menescaldi establece que la devaluación es un instrumento y no la solución al problema. Establece que hoy existe un diagnóstico bastante consensuado de las debilidades de la economía, las cuales son el sector externo, fiscal, tarifas y precios relativos. Argumenta que para poder corregir estas debilidades se necesita un plan de estabilización y de reformas; sin el cual, la devaluación servirá solo como un manotazo de ahogado aparejando desequilibrios mayores.

Para Claudio Craparulo el momento de hacer frente al atraso cambiario fue entre mayo y junio de 2022, donde la inflación rondaba 5% y las elecciones estaban lejos. Actualmente la nominalidad es alta y los años electorales generan mayor demanda de dólares para generar cobertura.

Según Gabriel Caamaño Gómez la clave está en cómo corregir los desequilibrios de forma ordenada, convenciendo con un plan creíble a los agentes y como consecuencia unificando el mercado de cambios.

Lorena Giorgio dice que no hay espacio para apreciar el dólar en términos reales, siendo que a la vez se ve más lejos un plan de estabilización que ajuste precios relativos y otros desbalances. Dice que estando cada vez más cerca de las elecciones, es muy probable que el oficialismo deba soportar la carga del ajuste sin tal vez llegar a disfrutar los beneficios de un eventual éxito.

Para Federico Furiase hay un riesgo de acelerar la inflación de forma sostenida si no hay consenso político, reservas en el BCRA y una devaluación sin anclaje por el lado fiscal. Lo que no quiere decir que no haya riesgo desde el lado del balance del BCRA y la brecha cambiaria, lo que llevaría a una devaluación forzada por el mercado.

Elisabeth Bacigalupo dice que la corrección cambiaria no se puede evitar cuando hay atraso cambiario y falta de reservas, ya que tarde o temprano hay que alinear correctamente los precios relativos y revertir la falta de reservas. La única forma de lograr esto es con una devaluación. Sin un plan integral que acompañe la devaluación se corre el riesgo que todo el ajuste cambiario se traslade a la inflación.

Empleo y salarios

Elisabeth Bacigalupo señala que luego que 2022 cerrara con una caída interanual del salario real de 1%, es probable que durante 2023 se dé una caída mayor. Se espera que la masa salarial se estanque o decline ligeramente debido a los precios (salarios) como por la cantidad (empleo).

Para Gabriel Caamaño Gómez el empleo tuvo una recuperación post COVID, pero bajó en su calidad habiendo más cuentapropistas y más informalidad. Los salarios reales sufrieron con la crisis estando en niveles bajos en términos históricos, por lo que tener trabajo no alcanza para superar el nivel de pobreza.

Según Sebastián Menescaldi el bajo crecimiento y las expectativas de los precios no permiten esperar mejoras en el empleo y los salarios. Dice que es muy probable que empleo y salarios se mantengan, logrando solamente sostener los valores actuales, los cuales son muy parecidos a los de 2019.

Claudio Craparulo dice que una economía que se enfría atenta contra la recuperación de puestos de trabajo. Establece que en 2023 la clave va a estar en los ingresos de los trabajadores no registrados, los que hasta ahora solo dependen de la ayuda del Estado.

Para Federico Furiase atacar la inflación es la mejor medida que puede tomar el Gobierno para mejorar los salarios. Debido a la escasez de reservas, los límites que impone la demanda de dinero y la falta de financiamiento, siendo un año electoral, no hay mucho margen para subir el salario real atrasando el tipo de cambio real.

Deuda en pesos y emisión

Según Claudio Craparulo el principal condicionante del año 2023 va a ser la deuda en pesos. Un shock puede ser ocasionado sobre los dólares financieros y la inflación si se da un mal resultado en este tema, por lo que el Gobierno va a estar obligado a mantener una política monetaria y fiscal contractiva. Se pregunta si la política en su conjunto, oficialismo y oposición, acompañan el esfuerzo y mantendrán una posición responsable.

Lorena Giorgio dice que el sector privado seguirá sin querer adquirir deuda en pesos del Tesoro. Establece que se espera para este año un financiamiento neto apenas por arriba de 1% del PBI y que es muy probable que, durante el periodo electoral, el BCRA tenga que hacer frente a los baches financieros.

Para Gabriel Caamaño Gómez el mercado de deuda en pesos es una ficción. No hay demanda genuina porque nadie ahorra en pesos. Plantea como novedoso el reconocimiento del papel de la tasa de interés, a fin de mostrar disposición para pagar más, cuando se preste más.

Según Sebastián Menescaldi va a ser fundamental para determinar el desempeño económico para 2023 estimar cuán probable va a ser la cooperación política en caso que haya un cambio de signo político en la administración del país.

Elisabeth Bacigalupo plantea que la deuda en pesos es una de las grandes amenazas para la estabilidad financiera. La demanda de bonos en pesos se ve deprimida debido al atraso cambiario y a las expectativas de devaluación.

Para Federico Furiase los desequilibrios pueden durar mucho más tiempo de lo que estiman los economistas si continúa el cepo, la intervención del BCRA en la curva de pesos y en los dólares financieros y un ministro de economía con margen para hacer correcciones en la dirección correcta. Establece que el problema no es el stock de deuda en pesos del Tesoro, sino que el problema está en la concentración de vencimientos y que la deuda está indexada.

Se observa en todas las opiniones vertidas que, claramente, se espera que 2023 sea un año con una alta inflación, acompañada por una baja en el nivel de actividad y de reservas y de una caída de los salarios en términos reales, un escenario por demás preocupante.

Por tratarse de un año electoral, los especialistas no prevén que el gobierno cuente con mucho margen para hacer cambios significativos, sin que ello conlleve un gran costo político, por lo que no se vislumbra en el corto plazo un plan de estabilización acorde.

Esperemos que luego de las elecciones, sea cual fuere el color político que tome la administración del gobierno, como así también los que queden como oposición, tengan la responsabilidad suficiente para llevar adelante un trabajo serio y a la altura de las necesidades del pueblo argentino, que ayude a salir de la crisis en

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