

Por: Federico Cedarri
El radicalismo bonaerense se encuentra imbuido en una encrucijada producto del estadio de transición que atraviesa hacia la toma de definiciones cruciales que debe plasmar en el tablero político ante la inminencia del año electoral.
Los correligionarios del politburó de calle 51 lanzaron al ruedo la candidatura a gobernador de Maximiliano Abad, que ya comenzó su campaña en redes y procura valerse de su condición de marplatense para recorrer profusamente toda la Costa Atlántica durante el verano a fin de instalar con fuerza su postulación.
El inconveniente que se afinca en las huestes oficialistas es que el alcalde de San Isidro, Gustavo Posse, le exigió al titular del Comité Provincia un proceso interno en los 135 distritos bonaerense durante el mes de marzo cuando este despuntando el otoño y deban acelerarse las decisiones.
La intención del abadismo es esquivar ese convite, ya que entiende que más allá de contar con el apoyo rotundo de la estructura de los intendentes del interior bonaerense lo llena de dudas el poderío del possismo en el norte del conurbano, a lo que se suma la posibilidad de una acordada entre los seguidores del sanisidrense con Evolución Radical en el sur del Gran Buenos Aires como aconteció en la última interna.
Subyace el recuerdo fresco del proceso intestino de marzo del 2021 que se definió por unas centenas de votos en la puja por la conducción radical, y además sopesa la intención de no someter el partido a otro proceso electoral que podría derivar en fractura como concretamente aconteció en las elecciones de medio término cuando el alcalde de San Isidro pegó el portazo y jugó con Santilli.
Así las cosas, será importante también visualizar el rol que desempeñará el presidenciable del radicalismo bonaerense: Facundo Manes.
Mientras se prepara para reanudar la segunda parte de su campaña que tendrá preponderancia en la provincia de Buenos Aires una vez aplacada la euforia mundialista, el diputado viene surfeando a la propuesta de internas en todo el país que le hizo llegar el titular del radicalismo nacional, Gerardo Morales, para consolidar un candidato que pueda enfrentar con posibilidades reales al PRO.
Manes sostiene ante sus íntimos que el convite de Morales busca embarrar la cancha y en cierto modo escapar de las ácidas críticas de sectores del mismo radicalismo que lo acusan de esmerilar al neurocientífico.
Tampoco se descarta que ante la nueva reconfiguración del escenario electoral donde la Vicepresidenta desaparecía de la escena y no formaría parte del juego del 2023, se abriría la puerta a posibles nuevas experiencias y alianzas con otro tipo de actores.
Es que el diputado nacional hace tiempo que viene trajinando el país con un discurso que prefiere evitar las ópticas ideológicas pero que pone el acento en una construcción que apunte hacia el centro y se despegue de los extremos: una piedra al jardín del sector más ortodoxo del PRO encarnado en el bullrismo.
Todavía se recuerdan las diatribas de referentes del PRO dogmático cuando Manes se reunió con el gobernador cordobés, Juan Schiaretti y también visitó a al ex mandatario salteño, Juan Manuel Urtubey.
No parece descabellado que ante el nuevo mapa político el neurocientífico pueda explorar acuerdos para una nueva construcción política con aquel sector del peronismo disidente.
Por ahora no pasan del terreno de las especulaciones, sin contar que Facundo Manes debería atravesar el filtro de su propio sostén político, el radicalismo bonaerense, que no parece entusiasmado con la posibilidad de extender la alianza hacia sectores peronistas.
Otra postura que adquiere preeminencia en la discusión correligionaria tiene que ver con la necesidad de plasmar una resolución en torno a la conformación de las fórmulas para las PASO.
La idea que prima en el sector ligado a Gerardo Morales abarca la posibilidad concreta de definir binomios híbridos con sectores ligados al PRO mientras que como ya mencionamos Facundo Manes es proclive a esperar un tiempo más, no apresurarse y visualizar hacia donde vira la reconstrucción electoral luego del cimbronazo del anuncio de corrimiento de Cristina Kirchner.
En la provincia de Buenos Aires ese interrogante sigue más vivo que nunca, si bien desde el abadismo pregonan la necesidad de una fórmula pura que contenga al sector político que encarnaría el marplatense con el de la gestión en el que se embanderan los intendentes de la liga correligionaria, no ignoran que el PRO podría acelerar y conformar fórmulas verticales y en caso de ganar la contienda interna quedarse con los dos puestos más trascendentes de la boleta.
Es por eso que si bien Abad se lanzó con ímpetus de competir electoralmente con el PRO, nadie descarta en el radicalismo la posibilidad de conformar formatos híbridos.
El lema que repiten los centenarios como un mantra se focaliza en compartir las responsabilidades en un hipotético gobierno en la provincia de Buenos Aires y no repetir la experiencia 2015-2019 donde se visualizaron como furgón de cola del PRO.