

Por: Federico Cedarri
El radicalismo bonaerense se encuentra sumido en estado deliberativo sabiendo que el tiempo se acorta y que las definiciones adquieren la relevancia de imperantes para buscar contrarrestar la ventaja que le ha sacado el PRO en cuento a la composición de la oferta electoral.
En rigor, ya comenzaron a visualizarse los primeros paredones pintados con la leyenda “Maxi Abad gobernador” y el mismo titular del bloque de diputados provinciales de Juntos comenzó a blanquear públicamente su apetencia de ir por el máximo escalafón provincial.
Sin embargo, y como anticipó este medio, la heterogeneidad de las victorias en la interna de los diferentes espacios le imposibilita arrogarse al abadismo la responsabilidad total en la toma de resoluciones.
Desde el possismo cavilan que su fuerte presencia en el norte del conurbano bonaerense, en una alianza sutil con Evolución en los territorios más populosos del Gran Buenos Aires, a lo que se agrega una cierta composición autónoma de la estructura de Juntos en una veintena de concejos deliberantes le posibilita sentarse en igualdad de condiciones a la mesa de las consideraciones.
El sector que se referencia en Evolución que si bien se replegó en lo que concierne a la intención primigenia de ir por la gobernación bonaerense por la necesidad de su líder Martín Lousteau de concentrarse en su candidatura a Jefe de Gobierno porteño, participó de la interna bonaerense y obtuvo un resonante triunfo en La Plata contra la estructura del abadismo bancada por Facundo Manes.
En síntesis, se podría argumentar con fundamentos que el partido centenario reduce la oferta de candidatos a gobernador al titular partidario, Maxi Abad, y el alcalde de San Isidro, Gustavo Posse, y ambos espacios no ceden un ápice en la intentona por encabezar la oferta radical bonaerense.
La idea del abadismo es ir acompañados en el binomio por un intendente y preservar la pureza radical como lo viene pregonando su candidato presidencial, Facundo Manes, al tiempo que desde Evolución insisten con la conformación de fórmulas híbridas con el PRO como una forma de consolidar la unidad en la coalición opositora.
Se conoció algún tipo de aproximación entre el oficialismo radical y sectores ligados al larretismo, de hecho Evolución se quejó de que en la interna platense el garrismo prestó logística al sector abadista para la movilización en Los Hornos y San Lorenzo, dos barrios de los más populosos de la capital bonaerense.
Si bien existieron charlas preliminares donde se manejó la posibilidad de conformar un binomio con la complementación de algún radical, que bien podría ser Abad, para acompañar a Diego Santilli finalmente primó la necesidad correligionaria de alinearse con la prédica de su candidato presidencial lo que hizo desistir por el momento cualquier intento de acuerdo, pero la puerta no ha sido del todo cerrada.
El titular del radicalismo nacional, contrariamente a lo que expresa el neurocirujano, sí busca la conformación de una formula híbrida para la provincia de Buenos Aires, donde la buena relación con Patricia Bullrich podría acelerar una composición conjugada con aquel sector.
No obstante, el jefe radical busca diferenciarse de la caótica interna de sus socios amarillos y chicanea argumentando que el PRO despunta una crisis de liderazgo, una forma de bajarle el precio a cualquiera de los presidenciables amarillos.
Morales sentencia que el radicalismo, más allá de algunas discusiones puntuales que son típicas en cada organización política, trata de no alejarse de las premisas de la sociedad que exige a sus dirigentes, evitar las peleas intestinas y solventar soluciones para las preocupaciones que afligen a los ciudadanos.
El mandatario jujeño continúa con las recorridas por todo el país poniendo el acento en las bajadas al conurbano bonaerense donde cree que podría sacar una diferencia fundamental a su contrincante, Facundo Manes, debido a que el radicalismo abadista mantiene poca preponderancia en los distritos más poblados del Gran Buenos Aires.
El jefe radical encuentra la limitación de no tener un armado consistente en la provincia de Buenos Aires, situación que le imprime la necesidad imperiosa de tomar una resolución que le permita sortear este imponderable.
Por ahora, en el entorno de Morales cierran la puerta a una fórmula conjunta con Manes y prefieren apostar a una hibridación que les permita compartir responsabilidades en un futuro gobierno de Juntos por el Cambio, si es que la sociedad los devuelve al poder.
Consideran que la experiencia del macrismo no tuvo al radicalismo como parte significativa del gobierno y basándose en esa presunción estiman que la consolidación de fórmulas híbridas distribuiría equitativamente los espacios de poder en un hipotético gobierno opositor.